Capitulo. VI. Hombre predestinado.

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Cristal

Camino en dirección a la biblioteca cuando alguien me llama. Mis pasos se detienen reconociendo la voz de inmediato.

__ ¿Se puede saber a dónde va la señorita? –dice Amanda con una mirada interrogativa.

Yo dejo escapar un suspiro colocando mi dedo índice en su frente y dándole un leve empujón, ella me observa aún más molesta.

__ Debo investigar la clase del profesor de ciencias. No puedo descuidar mis estudios y lo sabes. –digo seria.

Amanda cruza los brazos y hace una mueca de fastidio. Mi amiga es muy linda, su larga cabellera negra le da ese aire de modelo y sus lindos ojos grises siempre brillan con entusiasmo, sin duda es una chica hermosa. Nuestras familias se conocen desde hace unos diez años y ella al saber que vendría se emocionó mucho.

__ Bien ya que vas hacer lo de ciencias yo aprovecho también, pero esta noche no quiero escusas iras con nosotros.

__ ¿Y quiénes son nosotros? –ella me dan un leve pellizco en el brazo.

__ Eliot, Anabel, tú y yo. –dice contando con sus delgados dedos.

Sin duda asiento y le dedico una sonrisa. Ella me abraza y entramos a la biblioteca. Después de pasar una hora y media salimos, al mirar el reloj ya son las cuatro de la tarde y le frío no se tarda en hacerse notar. De inmediato meto mis manos en los bolsillos de mi abrigo.

__ Bueno es hora de ir a casa. –me detengo y la miro. – ¿A qué hora pasaran por mí?

Amanda mira al cielo para luego mirarme.

__ A las siete, para volver a las diez. –de repente comenzó a olfatear algo. –qué raro. –dice mirando a los lados.

Rápidamente la imito, pero no percibo nada. Ella me sonríe.

__ Tranquila creo que fue mi imaginación, ya que fui la única que lo sintió. –dice pasando la mano por su cabeza. –no vemos más tarde, te pasaremos buscando.

Mi vista se queda fija en el callejón al otro lado de la calle. Por un momento... no que cosas pienso. Sacudo la cabeza. Me doy la vuelta y subo a un taxi. Al llegar al edificio entro. Como siempre saludo a Luis el vigilante, él me saluda con un movimiento de mano. Llego al ascensor, presiono el número diez.

Mi celular comienza a sonar y de inmediato veo el número, al responder la llamada una voz familiar llena mis pensamientos.

__ ¡Hola amor! –dice Fran con cierta nostalgia en su voz. –te extraño mucho. Pero eso ya no será problema, ya que mañana salgo para Londres a verte.

__ ¿Enserio? Entonces te esperare ansiosa. –llevo mi mano a mi corazón esperando que la adrenalina hiciera su aparición, pero eso no pasó. –Fran... te extraño.

Mi voz suena lejana, como si lo que dijese fuera mentira y ese era el problema todo eso es una mentira. Su voz la escucho a lo lejos. De repente mis ojos están llenos de lágrimas, al darme cuenta bajo el celular y cuelgo la llamada. ¿Qué sucede conmigo? Una nostalgia inunda mi corazón. Papá, mamá... Ann, como los extraño. Un sonido me avisa que he llegado, así que salgo y camino hasta mi puerta; mis ojos se fijan en los números, 210, esos números que me recuerda lo lejos que estoy de mi familia y de Lucas.

Introduzco la llave y entro, el moribundo sol entra por mi ventana dejando ver un hermoso crepúsculo de suaves colores, sin más cierro las cortinas y llego a la alcoba y me quito todo lo que llevo puesto y me ducho. El agua mitiga esta pena que cubre mi alma, mientras mis lágrimas corren sin ser notadas por el agua. Veo que la luz del celular parpadea y noto que tengo un mensaje.

Sangre y Aullidos.Where stories live. Discover now