034| Troy.

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  Llevo una máscara, y esa máscara, no es para ocultar quién soy, sino para crear lo que soy. —Batman.  

El penetrante y tedioso sonido del despertador fracturó el sepulcral silencio que reinaba sistemáticamente en la habitación. Desplacé la vista del techo a la mesilla, donde el demoníaco apartado se sacudía con un ánimo insólito.

Proferí un gruñido fastidiado, alargando el brazo hacia el sitio en cuestión, dando por perdida otra noche de sueño. Apenas había logrado conciliar el sueño desde hace un par de días, a raíz de los traumáticos acontecimientos a los que me vi sometida.

Los días pasaban en un extraño trance del que no me sentía partidaria, me limitaba a existir, cumpliendo las funciones vitales necesarias y reduciendo mis conversaciones a breves palabras cortantes. Apenas mantenía el contacto con las personas que me rodeaban y me pasaba las horas muertas, sin ser capaz de concentrarme en nada concreto.

Dentro de dos noches el plazo a cumplir por Ruby Tiger expiraría y aún no había noticias suyas. Incluso se había evaporado de los informativos, nadie en la ciudad sabía lo ocurrido con su héroe y su posterior repentina desaparición.

Casi podía percibir la exasperación de mi madre ante la pérdida de su niño prodigio, que calmaba con extensos programas de investigación acerca de su paradero.

Tampoco se retransmitió ninguna noticia acerca del asesinato de Nicole, ni nada que incluyese a Dark Claw. Era la calma que precedía a la tempestad.

Me incorporé con lentitud, quedando sentada sobre las revueltas sábanas. Bostecé con amplitud, tratando de espantar los espectros del sueño que no lograba conciliar. Hundí los dedos en mi revuelta cabellera castaña, ahogando un gemido de frustración.

Como un autómata comencé a desvestirme, dejando que el pijama colisionara sobre el suelo y recogiendo un par de prendas para cubrir mi desnudez y afrontar otro horrendo día de instituto.

Arrastrando la suela de las deportivas sobre el suelo del apartamento avancé, dejando que mis ojos recayeran inevitablemente en la cazadora marrón que reposaba en la silla.

Todo marchaba de la misma manera aburrida y asfixiante, carente de novedad o emoción hasta que mi grisácea mañana dio un extraño giro.

—¡Te he dicho que no! —Balbuceó entre gritos un niño, tratando de asirse del férreo agarre de un imponente hombre— ¡Me haces daño!

El desalmado zarandeó al crío que empezó a llorar.

Detuve el paso ante la escena, siendo terriblemente consciente de la pasividad del resto de espectadores.

—Un poco de respeto —moduló en voz alta dejando que la ira se filtrara libremente a través de sus palabras— no montes escenas en la calle o tú y yo tendremos que hablar seriamente en casa.

De los labios del pequeño escapó un pequeño quejido y su mirada se enturbió por el miedo que esa amenazaba ocasionó en su cuerpo.

—¡Suéltame! —Pidió contorsionado el brazo— ¡No quiero volver a casa! ¡Eres malo!

—¡Serás desagradecido!

Dejó en libertad la mano del niño solo para darle un violento empujón que le hizo tropezar y casi caer. El alzamiento de brazo que realizó me hizo ver el fatídico final.

Actuando por mero impulso me deshice de la parálisis y pasividad en la que las personas alrededor se encontraban sumidas. Corrí hacia ellos todo lo rápido que me permitieron las piernas, logrando rodear al crío entre mis brazos y desplazarlo lo suficiente como para que el puño cerrado del animal impactase contra mi propio costado.

Ruby Tiger [✓].Where stories live. Discover now