Ruby Tiger [✓].

023| Increíble.

"No veo mis poderes como un don para mí, sino para todo aquel que los necesite"—Superman.

La escena que se desarrollaba en el interior de las cuatro paredes forradas de azulejos del cuarto de baño se me antojó cuanto menos surrealista.

—¡Me has asustado! —mascullé con la respiración agitada.

Mi pecho subía y bajaba a velocidades supersónicas, provocando que el temblor generalizado que me poseía se incrementase. Al miedo y la expectación se sumó la adrenalina,que se vertió en mi torrente ante la intervención de aquel sujeto en uno de los momentos más tensos de mi accidentada existencia.

Quizás lo más sorprendente no fuera el hecho de su presencia repentina en la ecuación de mi desgracia. Si no que se presentara sin su ajustado traje rojo, vistiendo una sencilla camisa verde que resaltaba sus curiosos ojos.

Ante mí, Flynn Theodore Reed, elevó las cejas, con la diversión colgando de sus labios.

—Me he dado cuenta —susurró ampliando su sonrisa. Posó la mirada en mi persona escrutándome. Sentí como el rubor cosquilleaba en mis capilares faciales, encendiéndome de vergüenza. No quería ni imaginar el desastroso aspecto que exhibía. Un caótico moño medio deshecho anudaba mi enredada cabellera castaña, una larga sudadera desteñida de Batman ocultaba la palidez de mis piernas hasta mitad del muslo, enroscadas entorno a mis tobillos reposaban mis bragas tras hacer meado en el tubo del diablo y si dejamos a un lado la palidez de mi tez que resaltaba las azuladas ojeras que me enmarcaban los ojos, asustados e inyectados en sangre— Eres lo más desaliñado que he contemplado jamás.

Entrecerré los ojos en su dirección, olvidándome momentáneamente de ese objeto en particular que había resbalado entre mis dedos ante su súbita entrada en escena.

—Gracias —repliqué con acidez— No esperaba visitas... y mucho menos aquí.

Flynn sacudió los hombros, reposando su cuerpo contra los azulejos.

—Reconozco que he sido inoportuno. Sin embargo quería saber como estabas. Cuando fui al apartamento de Nicole ya os habíais ido.

Asentí, flexionando las rodillas con sumo cuidado, recogiendo la elástica tela de mi ropa interior que deslicé con rapidez por la piel de mis piernas hasta devolverlas a su lugar.

—Me daba la impresión de que no éramos bienvenidos allí. Además no me encuentro especialmente bien— me alcé de nuevo sobre mi altura.

Me mordisqueé las cutículas de las uñas, con inquietud, con el sabor acerbo y agrio del vómito aún patente en mis papilas gustativas. Las sienes me palpitaban furiosamente, a la par del ritmo desembocado de mi corazón.

—Conmoción cerebral leve —recité.

Flynn no dijo nada, se limitó a observarme con una expresión inescrutable, perdiendo fuerza en la comisura de los labios que se deprimieron, exterminando la sonrisa prepotente que hasta ese momento resplandecía en sus facciones.

Capté un cambio en su mirada, mutando de un instante a otro a una profundamente intrigada. Fui demasiada lenta al seguir la trayectoria, sin caer en lo que había despertado esa mezcla de emociones en su semblante. Cuando cercioré con horror la existencia silenciosa del test de embarazo en el suelo no pude detener sus ágiles dedos que se encargaron de recogerlo.