013| Ileso.

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  "El entrenamiento no es nada. La voluntad lo es todo. La voluntad de actuar."—Batman.  

Instintivamente cerré los dedos entorno los cigarrillos que aún permanecían en mi mano. Fue un acto irracional y bastante estúpido pero no supe que más hacer ante la rocambolescamente absurda situación que se presentaba en el presente.

Ajeno al revuelo que podía ocasionar su mera presencia en un recinto repleto de adolescentes, hormonas y dispositivos móviles con cámaras de última generación el individuo más incansablemente buscado de la ciudad había hecho su aparición en el instituto.

Tan siquiera le había escuchado trepar al árbol. Solo en el instante en el que pronunció mi nombre de aquella manera tan característica fui consciente de su figura.

Haciendo gala de una agilidad que sería la envidia de cualquier descendió, cayendo elegantemente sobre ambos pies sin un mísero sonido.

Me sorprendió encontrarme con los ojos de la persona que había detrás y no con los felinos y resplandecientes que acompañaban al traje.

Las palabras escaparon de mis labios antes de que pudiera procesarlas.

—No deberías estar aquí —afirmé con obviedad.

Él continuó sin hablar por lo que me incorporé despegando mi trasero de la hierba, me sacudí las briznas de encima y arqueé las cejas esperando una respuesta que diera explicación a su acción. Como el silencio fue lo único que obtuve de él pasado unos segundos opté por guardar lo que me había pasado nuevamente en la mochila y dejar de machacarlo entre los dedos.

—¿Qué es eso? —Indagó cuando mi vista recayó de nuevo en su persona.

Afiancé las correas de la mochila sobre los hombros.

—Nada que te incumba —dije con un desdén palpable— Si has venido a husmear acerca de lo que hago con mi vida será mejor que desaparezcas. No necesito consejos de nadie.

—Jamás te daría un consejo —repuso pasado unos segundos— No venía aquí por eso... realmente —gruñó como si sus propios tartamudeos le sacaran de quicio— no puedo decir que haya un único motivo. Supongo que... vengo a hablar contigo.

Asentí compresiva.

—Hablar —repetí masticando las sílabas. — Déjame a mí empezar. Fue culpa mía. Me propasé de una manera intolerable. Lo sé. Así que tranquilo, todo está aclarado, no hace falta que te presentes en mi instituto para eso. Nada de lo que ayer aconteció volverá a repetirse.

Dicho esto le di una sonrisa de boca cerrada y me dispuse a pasar a su lado dando por zanjado el tema. Además había que tener en consideración el pequeño detalle de que el recreo estaba a punto de finalizar.

Sin embargo mi avance sucumbió cuando una mano interceptó mi muñeca, calvando de nuevo mis pies a tierra. Emití un sonido a medio paso entre jadeo y una exclamación ahogada por la sorpresa.

Ruby Tiger me detuvo, obligándome a permanecer junto a él.

—Diana —debía dejar de repetir mi nombre así si quería continuar con las riendas de mi propio sentido— Necesito que escuches lo que he venido a decirte. Comprendo que no es ni de lejos el momento y mucho menos el lugar indicado. No obstante no he podido dejar ni un solo segundo acerca de esto... y empieza a preocuparme. Hazme caso, si no hubiese un motivo crucial no estaría en esta basura de instituto.

Traté de regular el alterado intervalo por el cual respiraba.

—Ahora mismo no dispongo de tiempo para esto —modulé con firmeza rehuyendo de su agarre lo que permitió razonar con mayor claridad. Me giré para enfrentarme a su mirada— Y tampoco quiero escucharlo. Cometí el error de obligarte a implicarte. No deberías haberlo hecho, solo conllevará problemas para ambos.

Ruby Tiger [✓].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora