015| Noble.

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   Todo guerrero debe aprender la simple verdad: El dolor es inevitable, sufrir es opcional. —Malcom Merlyn  

Mentiría si me atreviera a afirmar que aquello no era lo más extraño que había hecho durante mi aburrida existencia. Estaba completa y totalmente convencida de que aquello era producto de un sueño y que terminaría despertándome, descubriendo que todo había sido un mero producto de mi imaginación.

Al estilo anime japonés, donde el protagonista se encuentra en un dilatado coma y fantasea con mundos increíbles e inverosímiles.

Pero hasta que diera un bote en la cama de hospital pensaba aprovechar la ilusión a lo máximo. Y de no ser una ilusión... bueno, estaría experimentando en primera persona cosas propias de unos de los cuidados y antiguos cómics de mi progenitor.

—Esto es...

Las palabras perdieron formas en mis labios conforme desplazaba la vista por el paisaje que se me presentaba frente a los ojos. No podía expresar a través de un necio adjetivo lo que sentía en aquellos precisos instantes.

—Inefable —colaboró con una sonrisa resurgiendo en sus labios.

Asentí aún prendida de la belleza que asimilaba, sin ser capaz de emitir un sonido conciso. El viento me golpeaba la ropa y hacía flotar mi cabello que ondeaba suelto por las masas de aire. Mis ojos divagaron, absorbiendo la vista única de la ciudad que me brindaba nuestra privilegiada posición. Toda mi vida arrastrando los pies por las calles de aquella misma urbe y jamás me planteé que pudiera ser tan hermosa... a su manera. Casi sin ser consciente me detuve a contemplar la alta estructura donde se localizaban las oficinas de San Francisco News. En algún rincón de ese edificio se encontraba mi madre, demasiado ocupada como para imaginar lo que estaba ocurriendo con su hija.

Di un paso al frente, con sumo cuidado de no resbalar sobre el metal de un rojo brillante. La sensación de escalar hasta ahí era casi equiparable al espectáculo que ofrecía. Durante unos extraordinarios segundos había experimentado algo similar a la libertad.

Dios mío, me estaba pudriendo con la cursilería de mis propios divagues.

Agradecía no tener vértigo en el instante que me aventuré a mirar hacia abajo. La altura haría empalidecer a cualquiera, desde luego. Los coches circulaban bajo mis pies, no mayores a insectos de metal ruidoso.

Separé los labios, con los engranajes de mi mente trabajando costosamente, sin decidirme acerca de lo que debía decir entonces. Solo fui capaz de suspirar cuando me topé con la curiosa mirada del desencadenante de todo aquello.

—Y bien... —indagó, sagaz.

Aturdida probé a hacer vibrar mis cuerdas vocales.

—Estás loco —conseguí vocalizar— ¡nadie en sus cabales treparía hasta lo alto del Puente Golden Gate!

Frunció los labios, divertido.

—Permite que matice —murmuró flexionando el cuerpo hasta terminar sentado sobre la superficie de metal— Nadie... salvo yo, puede trepar hasta lo alto del Puente Golden Gate.

Puse los ojos en blanco tomando asiento a su lado. La sensación de tener mis pies colgando a decenas y decenas de metros me revolvió durante un momento las entrañas. Aspiré una ronca bocanada de aire que solté pasados unos segundos.

—Creído.

Se encogió de hombros con los ojos perdidos en la ciudad. Quise imitar su acción y centrar nuevamente la atención en la metrópolis... sin embargo su persona conseguía intrigarme hasta un nivel insalubre. Culpaba a mi padre y sus relatos de superhéroes... había crecido con las hazañas y la manera de pensar del colectivo de héroes, de mi fascinación.

Ruby Tiger [✓].Where stories live. Discover now