Capítulo 4: Ellos quieren la toxina

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Nos abrazamos y se fue.


***

La luna estaba en lo alto del cielo. Me encontraba caminando por una calle oscura, unos ojos brillantes me cuidaban las espaldas y de algún modo me sentía segura. Me detuve de pronto al oír un bajo gruñido más adelante...

Abrí los ojos, estaba en mi habitación. Los gruñidos aún retumbaban en mi cabeza, los había escuchado tanto que mi cerebro los reproducía a la perfección en mis pesadillas. Suspiré y miré al techo, solo soñaba tonterías.

Estaba volviendo a cerrar los ojos cuando un fuerte ruido me hizo brincar de la sorpresa, eran las alarmas del edificio. Me horroricé, habían logrado infiltrarse en las instalaciones, sabía que podían ser los humanos evolucionados.

Salí corriendo de mi habitación. Al pasar por el pasillo principal escuché que Marcos me llamó pero seguí de largo, mi objetivo se centraba en proteger la toxina, debía sacarla de ahí. No sabía dónde se encontraba lo que había activado la alarma pero todo el personal se estaba reuniendo en el hall principal dejando el laboratorio y las toxinas a dispensas de lo que fuera que hubiera entrado.

Giré por el último pasillo hasta entrar al laboratorio y me arrepentí enseguida por haber llegado yo sola sin ningún miembro de seguridad armado.

El H.E volteó a verme con sus ojos brillando bajo la tenue luz de emergencia. De nada me serviría correr ahora, me alcanzaría en cuestión de segundos. Podría gritar y entonces vendrían, pero hasta el momento en el que pasaran por la puerta yo ya habría muerto.

Ya era tarde, el ser se acercó.

—¿Qué tenemos aquí? —ronroneó. No pude responder—. Entonces en verdad guardan esa toxina en este lugar... —dijo mientras me mostraba unos papeles que tenía en la mano, era mis notas sobre la toxina.

—No la conseguirás —le respondí con mi último aliento de valentía.

El H.E sacó de su bolsillo un pequeño frasco y me lo lanzó con tal fuerza que se reventó en mi antebrazo y parte de mi rostro. Fue muy veloz, no había podido cubrirme bien.

—Ahora veremos si esa era la toxina —se mofó de mí.

Me observó durante unos segundos, sin parpadear, acechando. Empezó a picarme la garganta. No era la toxina mortal pero era otra muy potente también. Sentí que me desvanecía. El hombre me mostró los colmillos en una cruel sonrisa y se me lanzó.

—¡NO! —gritó una voz masculina.

Antonio apareció y me rodeó con los brazos, cubriéndome y recibiendo la fuerte mordida del H.E justo en el hombro, eso le arrancó un corto grito de dolor. Yo grité también.

Él retrocedió y golpeó al ser con un fuerte codazo lográndolo mover unos centímetros y haciendo que lo soltara. Este, en respuesta, le mordió el brazo. Me tapé la boca, horrorizada, estaba loco como para pensar que podría contra uno de esos humanos evolucionados.

—¡Infeliz! —le gritó al hombre, y le dio un puñetazo lanzándolo a un costado.

Su fuerza debía ser tremenda para lograrlo, estaba casi segura de que se había roto la mano al hacer eso. Ellos eran más pesados y macizos. En segundos cogió una de las pesadas sillas de madera que había y golpeó al ser que ya casi estaba en pie. La silla se rompió en muchos pedazos. Caí de rodillas, sintiéndome muy mal a causa de la toxina. El H.E se lanzó contra Antonio, y yo ya no tenía fuerzas para advertirle, solo podía rogar que no le hiciera daño.

El H.E lo agarró del cuello de su camisa y lo golpeó contra una mesa, rompiendo las probetas y demás cosas de vidrio y cristal que se hallaban ahí. Volvió a golpearlo contra la superficie, y pude escuchar cómo se le escapó el aire de los pulmones con el golpe.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Where stories live. Discover now