Capítulo 1: Ojos verdes

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El chico parpadeó confundido.

—Los evolucionados ya no hablan Latín.

—¿Ah, sí? ¿Cómo lo sabes?

—Caballeros —interrumpí—. Todos saben eso, Marcos, además ¿acaso acabas de traducir eso en tu teléfono? —Negué en desaprobacion y me dirigí al doctor—. ¿Cómo fue que lo capturaste? —le pregunté.

—Después del golpe se me nubló la vista, y cuando me repuse él estaba a mi lado, le había caído una viga de madera encima. Creí que estaba muerto pero no, así que lo trajimos.

—Le han hecho todo tipo de análisis y placas de rayos X —dijo Marcos—. Al parecer está intacto, eso es raro, así que aunque no tenga la apariencia típica de los H.E, no podemos arriesgarnos, tendrá que estar aquí hasta que obtengamos un resultado del ADN.

No pude evitar sentir lástima por aquel joven. Era muy probable que estuviera aquí por un error, ¿hasta dónde había llegado nuestra paranoia? Volví a mirarlo y él también me miraba.

Sus ojos eran hermosos, ese verde de sus iris era bastante penetrante, como el verde de las hojas de las plantas bajo la luz del sol. Contrastaban a la perfección con sus muy oscuras cejas. Marcos tomó unos papeles y comenzó a leer en voz alta, me costó retirar la mirada del chico para voltear a ver a mi amigo.

—El sujeto dice no recordar mucho de su pasado antes de ser traído aquí. Tiene veinte años, responde al nombre de Jonathan Antonio, y estaba yendo a la universidad, pero no hemos hallado documentos o información que validen eso...

Oh, era un niño prácticamente aunque no lo pareciera, casi cinco años menor que yo. Yo había ingresado a la universidad bastante más joven gracias a que había estudiado como loca para avanzar y estudiar a los evolucionados. Era por eso y por mi Tesis que llamé la atención del gobierno y me pusieron en la investigación.

Claro que sacrifiqué mi juventud para ello, y ahora... Ahora recién empezaba a vivir...

—Lo siento —le dije al joven—, me encargaré de que las cosas no vayan a peor para ti.

Marcos se aclaró la garganta y volví a mirarlo, frunció el ceño y me tomó del brazo. Salimos de la sala.

—¿Qué haces? Es sospechoso de ser uno de esas cosas asesinas, ¿y tú empiezas a fraternizar con él?

—Entiende, he estudiado bien a esos seres. Él es una persona normal, ¿no lo ves?

—Hay algo raro en él, no me gusta.

—Oigan, ya está todo listo para su estancia —nos interrumpió otro de los trabajadores. Me quedé sorprendida, no sabía que iba a quedarme aquí.

—¿Q-qué? No nos han dicho nada —Marcos estaba tan sorprendido como yo.

—Supimos que sus viviendas fueron casi destruidas por las fuerzas del ejército, con su afán de acabar con los seres esos —se apresuró a explicar—. Sin embargo, el personal consiguió algunas de sus pertenencias y ya tenemos... Bueno, mejor síganme.

El hombre nos guio hasta el otro pabellón del laboratorio mientras yo seguía horrorizada al pensar en mi única casa destruida. Tantos recuerdos ahí...

Habían improvisado nuestras habitaciones en las grandes oficinas del ala este de la edificación. Me mostraron mi «habitación–oficina», y estaba bastante pasable. Una cama en medio, una cómoda, había un escritorio también y ropa en el clóset.

—Disfrute de su estancia —dijo el hombre y se retiró.

Suspiré y no pude evitar recordar aquella mirada de verde intenso, ¿dónde le harían pasar la noche?

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Where stories live. Discover now