Capítulo 40 - Estamos a mano

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No estaba consciente de lo que hacia, solo tenia la necesidad de moverse igual que su amiga Victoria.

Esto era lo que temía la Effie consciente, sabia que podía perder todos sus modales a lado de su amiga, aunque era muy probable que esto no lo recordará al día siguiente, era seguro que se iba a arrepentir.

Pero ahora, solo sonreía y bailaba algo torpe al ritmo de su amiga, ni siquiera sintió cuando una mano se posó en su abdomen, pegándola mas a su cuerpo. Ella no volteo, siguió con lo suyo. No sabia quien era ni le importaba.

— Hay que irnos a un cuarto, hermosura —dijo una voz masculina.

— No, quiero bailar —respondió la rubia, tratando inútilmente quitárselo de encima. Y aunque el chico era insistente, no duro mucho tiempo para estar en el piso.

— ¡NO LA VUELVAS A TOCAR, IMBÉCIL! —dijo Haymitch, dándole un golpe en la cien.

Después tomó a Effie del brazo para acercarla a él y a pesar de las quejas, la bajó de la barra, tomando su cintura.

— ¡La fiesta de acabó! ¡Ahora larguense! —gritó Haymitch a las personas que estaban al alrededor—. ¿¡Que diablos haces!? —le preguntó entre dientes, mientras la cubría con la bata.

Ella no entendía su regaño — Bailo con mi amiga. Me voy a subir otra vez —respondió.

La detuvo otra vez — Tu no subirás a ninguna parte —impidió, y no tenia que acercarse para saber si estaba borracha— Apestas alcohol.

— ¡Entonces bailemos! —gritó con entusiasmo, levantando sus brazos y moviendo sus caderas.

No podía negar que se miraba muy sexy, Effie ebria aun se miraba sensual. La arena pegada a su cuerpo, su cabello alborotado y ni hablar de su figura. Pero estaba molesto, aun muy molesto. Así que sin perder tiempo la tomó en brazos y empezó a caminar en silencio. Era inútil reclamarle por ahora.

En cambio Dima por su parte se encargó de su novia, al parecer no le molestaba en absoluto, mas bien, le parecia divertido. Supuso que eso era algo normal entre ellos en las fiestas, eran muy inresponsabes y parecía que nunca iban a madurar.

Ahora entendía porqué su suegro los odiaba y no queria saber de ellos. También los odiaba, para nada le gustó ver a Effie así.

— ¿Estas enojado? —le preguntó, tocando molestamente su rostro con el dedo índice.

Él no habló, se mantuvo en silencio. Ya estaban alejados de la eterna fiesta y solo se escuchaba el ruido de las olas.

— Pica tu barba, son como alfileres —dijo entre hipos y le acariciaba la barba como si fuera sorprendente.

Él aun no decía nada.

— ¿Sabes? Te pareces bastante a Haymitch —volvió hablar, sin dejar de prestarle atención a su barba— Él también tenía una filoza barba. Siempre me raspa o me da cosquillas.

Nada. Aun nada.

— Creo que tu debes ser Haymitch —esta vez golpeó su pecho con el dedo— Y si no, iré a gritarle. ¡¡¡Haymitch!!! —gritó a todo pulmón.

— Shh... Callate. Aquí estoy.

— Lo sabia —dijo entre hipos, despues baciló un poco a su alrededor— ¿Donde estamos? ¿Por qué hay tanta arena? Por eso hace calor —dijo tontamemte, frunciendo el ceño— ¡Quitame esto!

Él estaba harto, además de molesto. Ahora tenia que lidiar con una mujer ebria. Y también pensó que tal vez así lidiaban con él cuando estaba de esa manera.

Mr & Mrs Abernathy (De Mentira)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu