Capítulo veinticinco

9.1K 532 115
                                    

Capítulo 25

Estoy en el departamento de Luciano, que consiste en una sencilla habitación donde esta su cama, la cocina y la sala. Me siento en un sillón rojo cuando él se va a buscar algo que beber, luego vuelve con un vaso que me entrega, miro su líquido amarillo, y luego lo huelo, puedo asegurar que no es jugo de manzana; y, él se queda con una cerveza.

—Eso blanco en tu cabello... ¿Es harina? —dice tratando de estar serio, pero fracasa en el intento y termina estallando en unas escandalosas carcajadas.

Si no estuviera tan molesta, me reiría junto con él; pero ahora solo quiero desquitar mi ira con él... Bueno, creo que es el mismo ADN que Gabriel, así que sería como golpear a su hermano.

—¿Para que me trajiste? —gruño. Él se encoje de hombros y me ve con burla—. No estoy de humor. Habla o te juro que te hago tragar esa botella, completa —amenazo señalando su bebida.

Él bufa y flexiona las piernas, sentándose como un indio en el sillón.

—Antes de comenzar... Te responderé la pregunta que hiciste antes de subir a mi bebe —Ruedo los ojos al escuchar la forma infantil con la que llama a su auto—. Es cierto... En parte. Jhatkim está casado y tiene un hijo —comenta con tacto, cuidando y escogiendo las palabras.

—¿Para eso me hiciste venir? Para confirmarme que me usaron como a una muñeca de trapo. ¡Qué me tenían como a una puta amante! —grito dejando salir un poco del enojo que tengo contenido—. Primero quería comprar mi virginidad cuando su esposa enferma lo esperaba junto con su hijo en otro continente. Después me conquista despacio con sus extravagantes detalles y salidas. ¡Diablos! Gabriel es un... Un... ¡Arrg es un maldito! —Me agarro la cabeza y dejo que mis palmas se deslicen por mi cabello.

Luciano, me ve anonadado y toma un largo trago de su bebida.

—¿Más tranquila? —pregunta y yo asiento—... Jhatkim se caso siendo muy joven. Tenía mi edad, veinticuatro años y ni hablar de Bonnie, cinco años menor que él. Sin embargo, ellos solo se casaron para complacer a sus padres... —Luciano hace un pausa y se rasca la nariz—. Aunque no lo creas y no parezca, Gabriel suele hacer las cosas para complacer a Rhamil, es algo extraño, creo que eso te lo tendría que contar él.

—No comprendo... —bramo.

—Mira, desde pequeño lo tenían... Como decirlo... ¿Sometido? Creo que esa no es la palabras correcta, pero igual, su padre no lo dejó llevar una infancia y adolescencia normal, Jhatkim siempre fue un viejo prematuro. Y bueno... Has escuchado ese cuento que reza así: los elefantes del circo solo los ata una pequeña cadena, que ellos fácil pudieran rompen para liberarse. ¿Sabes por qué no lo hacen? Porqué de pequeños esa misma cadena les hizo daño cuando intentaron romperla. La vida de Gabriel es como la de esos elefantes —Se encoje de hombros y frunce los labios.

—Sigo sin comprender...

—Mejor que no lo hagas, tu debes forjar tus propias conclusiones si alguna vez Jhatkim te cuenta su historia.

Arrugo el entrecejo.

—Dejando eso de lado... —No por mucho tiempo—. ¿Gabriel nunca ha amado a esa mujer? —Esa simple insinuación hace que la opresión de mi pecho disminuya.

Oh, dios, que diga que no. Que diga que nunca se han am... Ah, y que importa eso, un hijo no se hace por obra y gracia de los gnomos.

Convénceme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora