Capítulo diez

11.2K 738 21
                                    

Cambio los canales, aburrida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cambio los canales, aburrida. Los viernes por la noche deberían ser divertidos, alegres, que sé yo, pero no aburridos y fríos.

Oh, cruel invierno, ya has llegado.

Estoy arropada con una cobija gruesa. Me remuevo un poco y cierro los ojos; no hay nada mejor para el aburrimiento que dormir, o bueno, eso creo yo.

Escucho unos leves golpes en la puerta. Gruño, pero no abro los ojos. Vuelven a tocar y yo nuevamente gruño. Me muevo con pereza para sentarme al mismo tiempo que abro los ojos; la puerta se ve tan lejana... Toc, toc, toc. Tocan otra vez, bendita sea, no me quiero levantar.

Solo espero que no sea cierto individuo de ojos grises y cabellos castaños...

—Pajarillo desplumado... —me llaman con voz cantarina.

¡Tomy! Me pongo en pie de un salto y camino dando pequeños saltos, hasta que llego a la puerta y la abro.

—Tomás —le saludo y abrazo.

—Bianca —dice él y besa la coronilla de mi cabeza.

Cierro la puerta y después me dejo caer de nuevo sobre el sillón, solo que está vez no lo hago sola.

—¿Qué vas a hacer dentro de quince minutos? —cuestiona mientras trata de peinar mi cabello con sus dedos, sin éxito alguno.

Ruedo los ojos.

—Nada, obviamente —respondo.

—Nunca haces nada divertido. Pareces una vieja, solo te faltan canas y arrugas...

—Ah, callate, que tu al igual que yo nunca haces nada —replico.

Niega con la cabeza y me da un pequeño golpe en la punta de la nariz con su dedo.

—Eso es cierto. Pero, hoy tu rutina va a hacer distinta. Te invito para una exposición de arte, ¿qué dices? Sé que amas ese tipo de cosas... —Me ve fijamente a los ojos, esperando mi respuesta.

—¡Vamos, vamos, vamos! —grito y aplaudo como una niña de cinco años a la que le han invitado a comer algodón de azúcar.

—Cámbiate, ponte algo más o menos... Elegante... El lugar al que vamos así lo a merita —Asiento y examino su vestimenta: camisa negra, jersey vinotinto, pantalones oscuros y zapatos relucientes.

—Claro —acepto y me levanto, desordeno su cabello y salgo corriendo a mi habitación.

Me meto en el ropero. Busco y busco. Después de un largo rato me decido por un vestido color lavanda de mangas largas, con un sutil y hermoso escote con forma circular en la espalda.

Convénceme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora