-¿Qué te preocupa?

-Esta tarde recibí una llamada amenazándote.

Su padre la miró de forma condescendiente y cariñosa al mismo tiempo.

-Tu madre me lo ha contado, pero no creo que debas de preocuparte por eso, cielo.

-¿Y si te hacen daño? ¿Es que tú tampoco vas a creerme?

Su padre se limitó a abrir los brazos, atrayéndola hacia él y dándole un abrazo. Verónica se dejó abrazar, pero seguía enfadada por que nadie la creyese.

-Probablemente solo sea un tonto que quiere asustarte. Puedes estar tranquila en que se cuidarme, y lo único que me preocupa ahora mismo es que tú no sepas cuidar de ti. ¿Sabes que estoy aquí y que puedes contarme lo que quieras verdad?

La chica volvió a enfadarse, a pesar de que tenía un carácter muy tranquilo y muy pacífico, además de dulce.

-Estoy cansada de que no me tengáis en cuenta.-dijo tan sólo, refiriéndose tanto a su madre como a él.-

Su padre le acarició el pelo y le dio un beso.

-Se qué estas en una edad difícil, pero te prometo que intentaré que te sientas tenida en cuenta.-su voz era calmada, pero la chica apreció el cansancio en ella.

-Entonces prométeme que tendrás cuidado, y que si ves algo raro me lo dirás.

Pedro pensó que de nada serviría contarle a su hija si le pasaba algo raro. Él era policía, y se enfrentaba a situaciones de todo tipo para poder tener el mismo concepto de rareza que su hija, pero si eso era lo que ella necesitaba oír, eso sería lo que le diría.

-Te lo prometo.

Una voz interrumpió el cariñoso cruce de miradas que se intercambiaron.

-No te lo digo más, tienes que irte de aquí. Hace ya horas que acabó el horario de visitas y tu padre tiene que descansar.

La enfermera entró con una bata blanca y con cara de enfado en la habitación y aquello fue mas que suficiente para que la chica se despidiese.

-Son las diez y media, deberías de coger un taxi.

-No te preocupes papá, es viernes y me vendrá bien despejarme. Además, recuerda que estoy castigadísima.-dijo volviendo a poner los ojos en blanco en un melodramático gesto.

Su padre le sonrió, pero su sonrisa se volvió seria cuando la chica salió de la habitación. Había algo que no le había dicho. Ni a ella ni a nadie, para no preocuparlos. A pesar de que él mismo llevase unas cuantas noches sin dormir.

Fuera, la noche había caído hacía ya tiempo, pero las calles estaban llenas. A pesar de eso, a la chica tan sólo le apetecía volver a casa, tirarse en la cama y desaparecer del mundo durante unos días.

Volvió a pasar por el cine y acortó por aquellos barrios que le daban aún peor sensación de noche que la que le dio esa misma tarde. Había personas felices en todos los sitios por donde había pasado. En todos menos en aquel. Verónica jamás había pasado por ahí hasta esa misma tarde, y habría seguido sin prestarle atención de no ser porque vio la moto de David.

Se acercó a ella, mirando la matrícula. Era la suya, sin ningún lugar a dudas. David estaba en aquella zona y Verónica sintió que le daba un brinco el corazón. Verónica no entendía ni de marcas de motos ni de coches, pero aquella moto azul metalizada y tan grande era fácil de diferenciar del resto. Miró a todos lados ilusionada, buscándolo con la mirada y sin saber bien qué haría si lo viese.

Para su desgracia, no había ni rastro del chico en ninguna parte. Podía esperarlo allí, estaba segura de que en algún momento volvería a por ella, pero aquel lugar le daba tantos escalofríos que decidió irse de allí cuanto antes. Había gritos que salían de aquellos callejones, y personas con demasiadas malas pintas y con agujas y botellas de bebida en las manos, algunos de ellos la observaban, y muchas de aquellas miradas le produjo un auténtico asquío mezclado con miedo. Fue como si algo en su cabeza le instase a correr.

Recordó como volvió a casa rodeándose a si misma con los brazos. Nerviosa y frustrada al mismo tiempo. Llegó sin ni tan siquiera saludar a su madre ni a su hermano, se cepilló los dientes y se fue directa a su habitación. Cogió una manta y salió al balcón, con un libro y una lampara de lectura, esperando a David, con la esperanza de que volviese a ella aquella noche.

Las palabras del libro eran menos fuertes que aquellas que retumbaban en su cabeza y no la dejaban concentrarse. Precisamente por eso, tras unos minutos optó por dejar el libro, y ponerse a mirar las estrellas. Pensó en lo hermosas que estaban aquella noche, y en cuanto le gustaría poder compartir ese momento con él. Donde quiera que estuviese.

Cerró el balcón, dejando de recordar todo lo que había hecho esa tarde. El sonido fue seco cuando la puerta corredera chocó con la pared. Aún era un manojo de emociones confusas, y David no estaba con ella. Se tiró en la cama, ya sin esperanza alguna de que el chico viniese e intentó dormirse.

Gracias por leer, en unos días voy a subiros dos capítulos, para adelantar el momento de que los personajes se encuentren y ya difícilmente se van a separar. Muchas gracias por leer, y no os olvidéis de votar si os ha gustado. Agradezco todos los comentarios. Un beso a todos.

Instagram: itssarahmey


Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora