Cap30

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  Sentí sus labios presionando los míos. Obligando a entrar el aire directo a mis pulmones. Era una extraña sensación, el como cuando Michael soplaba, la vida me jalaba hacia él, cuando dejaba de hacerlo, incluso por un momento, las almas del infierno insistían en jalarme hacia ellos.

Entonces, con un último jadeo, abrí los ojos.

—Mierda. — Dijo Michael mirándome. — Jolene, casi me matas del susto.

Me aclaré la garganta. Sentía un ardor recorrer mi esófago como si me hubiera tragado un cerillo.

—Te hice vomitar el té. — Explicó y yo asentí. Con razón el olor a vómito. — No tenemos mucho tiempo, vamos. — Tomé su mano y empezamos a correr.

Fruncí el ceño. Me habían drogado, no podía confiar en mis ojos ni mi mente en este momento. Así que me detuve deshaciéndome de su agarre. Volteó a verme confundido. — ¿Qué le pasó a los raros? — Pregunté y él suspiró tomándome nuevamente.

—Te lo explico después. — Insistió jalándome pero yo me negué soltándome nuevamente.

—¿Qué les pasó? — Repetí separando cada palabra.

Bufó dándose por vencido. — Convulsionaron de lo drogados que estaban. Al parecer sí son humanos.... Ahora. Tenemos que irnos. — Jaló mi mano y lo solté mirándolo con suspicacia. — Jolene... — Insistió.

Entonces, escuché una risa. Volteé los ojos. No. De nuevo no. — Te odio yo... — Empezó cantando si ndejar de reír. — Y tú a mí... — Michael escuchó y sacudió la cabeza. Entonces me tomó de la cintura y me colocó sobre sus hombros poniendo su mano en mi espalda.

—Déjame — Grité — ¡Déjame!

Michael gritó maldiciones para que me calmara mientras le rasguñaba la cara y peleaba por bajarme. Pero no me importó, seguí insistiendo... Él se desvió poniéndome detrás de un árbol y apoyando mi espalda contra él, entonces me besó.

Fue un beso tierno pero lleno de desesperación, sólo nuestros labios rozando. Pero muy rápidamente. Se separó con la respiración entrecortada.

—¿Ahora me crees? — Su voz se hacía más grave mientras trataba de buscar aire. Yo asentí rápidamente. — Ahora hazme caso que intento salvar nuestras vidas.

—Somos una familia infeliz... — Ahora se escuchaba cerca. Michael tomó mi mano y seguimos corriendo.

—¿Adónde vamos? — Pregunté y él se tomó un momento antes de contestarme.

—Estuve recorriendo el bosque. — Me dijo mirando hacia el suelo — Los palos y maderas... Bueno. Mira. — Indicó al piso y había un rastro con estas. — Claro que tiene sus desventajas. — Se encogió de hombros. — La loca también puede seguirnos.

—Tengo una idea. — Le dije y él se detuvo mirándome con atención. — Vamos, adelántate. — Él negó con la cabeza diciendo "vamos, ya casi llegamos" — Sé que estabas enojado, pero tenías razón, no puedes estar salvándome todo el tiempo. — Hice una pausa, tratando de estabilizar mi respiración entrecortada. — Necesito que me dejes vivir.

Él dudó, pero finalmente asintió. Se acercó a mí dándome un beso en la frente y empezó a correr de nuevo, corrió de reversa mirándome. — Te amo, Jo. — Luego se volteó y lo observé hasta que desapareció de mi vista.

Entonces, la adrenalina corrió por mi cuerpo, corrí lo más rápido que pude quitando todos los palos y tablas hacia la dirección de Michael. Y lo desvié doblando al este. Tomé todos los que podía ver a simple vista y los puse en el nueve camino. Corí y tomé la última tabla ocultándome detrás de un árbol.

Me asomé y la vi. Estaba siguiendo el rastro como si estuviera saltando un avioncito. Por primera vez la pude observar con atención. Era alta, muy flaca, tenía el cabello grasoso pegado a su cara. Y todavía había una sombra de lo que pudo haber sido alguien. No una mujer adulta de cuarenta años atrapada en su infancia de una terrorífica forma.

Me volví pegándome al tronco mientras la escuchaba venir, cantando. — Con una fuerte mordida, mi comida serás...

Entonces suspiré y esperé unos momentos. En cuanto mi mente gritó "¡YA!" Salí del árbol y ondeé la tabla en su cara estampándola al piso. — Loca hija de puta. — Murmuré y empecé a irme. Entonces, sentí sus manos alrededor de mi tobillo. Yo grité queriéndome deshacer de su agarre.

—Ich werde dich töten. Sie wissen nicht, wer Sie gewesen — Empezó a gritarme en un idioma fuera de mi conocimiento. — Ich werde deine Träume wahr werden. Du wirst nie hier raus du mich hören? — Gruñó.

—¡Suélteme, vieja loca! — Grité y entonces quise correr pero me caí al suelo.

—Sie können sich nicht vorstellen, was Sie ausgeben, ich werde dich quälen. Ich werde Stück für Stück geschnitten. — Siguió diciéndome y yo le pateé la cara y corrí lo más que pude.

Entonces sentí un golpe en mi cabeza que me hizo perder el equilibrio y caí nuevamente. Pero no inconsciente. Me arrastré, me faltaba tan poco. La escuchaba gruñir como un toro enojado detrás de mí.

Cuando dejé de ver doble, me levanté y corrí hacia la carretera. Entonces así, me abracé a mí misma. Si me quería muerta, que me matara, si quería comerme, que lo hiciera. Michael tenía razón. No podía vivir por mí misma.

Entonces, llegó al borde del bosque y como si no hubiera pasado nada. Se tranquilizó y se adentró nuevamente a su tétrico hogar.

Suspiré y entonces escuché un auto venir. Vi una camioneta granjera color cojo con paja en la batea, Michael se asomaba desde ahí inclinándose estirando el brazo. Yo alcé el mío y entonces cuando pasó junto a mí, estrechó su mano con la mía subiéndome de golpe a la batea con él.

Mis ojos amenazaban en cerrarse. Él acarició mi cabello y me dio un beso en la sien.

—Lo hiciste. — Murmuró y su voz poco a poco se fue apagando. — Fuiste muy valiente. Y entonces, me dejé ir.  

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