Cap27

31 2 0
                                    

  Entró temblando a la choza. Estaba recorriendo con la mirada el lugar, caminó y yo la observé. Estaba caminando y temblaba un poco, los nudillos de sus manos estaban morados también.

—Jolene... Vamos... ¿Dónde está tu ropa? — Le pregunté y ella se encogió de hombros abrazándose a sí misma.

—Ca-cayó al rí-río. — Sus dientes chocaban entre sí y yo la miré preocupado.

—Vamos. Debes darte un baño de agua caliente. — Le dije tomándola de la mano pero ella negó con la cabeza abrazándose a sí misma. — Jolene, vamos.

Ella negó con la cabeza, la observé y tenía la piel de gallina. Si la levantaba o hacía un movimiento brusco con ella, la podía lastimar gravemente, tenía que ceder ella sola. — Jolene. — Le dije. — Vamos.

—No-no me quiero mover. — Murmuró. — Te-tengo mu-mucho frí-frío.

—Yo sé, yo sé. Por eso debemos de pararnos. — Extendí la mano pero lo que quería hacer era "¡Dios mío, Jolene. Párate de una vez, joder! — Vamos.

—Espera... — Dijo — Creo... creo que-que ya no ten-tengo tanto frí-frío. — Entonces me preocupé.

Las personas con hipotermia entran en un estado de calidez, algunos piensan que se están recuperando, pero en realidad están pasando a la fase dos... Lo que es más grave. Me acerqué a ella y le abrí los ojos viendo sus pupilas. — ¡Jolene, muévete de ahí o en serio te dará una catatonia!

Ella me miró por unos segundos y entonces empezó a reírse descontroladamente. Yo la miré extrañado y ella sólo reía repitiendo la palabra "catatonia" una y otra vez. Quiso alzar su mano, pero no pudo.

Entonces, la tomé de la cintura y la puse en mis hombros. Miré alrededor ¿Qué podía hacer ahora? Me metí al baño que sólo era un cuadrado pequeño y la senté un momento ahí.

Dudé y agarré las cubetas que había robado a Köri de agua caliente. Las puse a un lado y suspiré.

—Perdón por lo que voy a hacer. — Le dije aunque sabía que no tenía ningún sentido de la realidad en este momento, pero tenía que hacerlo. — Pero en unos momentos te voy a quitar la ropa mientras tú estás completamente inconsciente. Puede que no lo recuerdes cuando salve tu vida, pero no importa.

Ella rió de nuevo y me miró. — Hazme tuya. — Arqueó las cejas y yo suspiré.

Empecé a quitarle la blusa sin mover tanto a Jolene. Suspiré y me quité mi gabardina, la puse a un lado y me acerqué a ella rodeando mis brazos en su débil cuerpo. Desabroché su sostén y le puse la gabardina encima, metiendo sus brazos suavemente. Así, se lo quité poco a poco dejándolo a un lado. Abroché la gabardina poniéndola hasta debajo de sus rodillas, que era a donde le quedaba más largo y poco a poco le quité la parte de debajo de su ropa interior.

—Oh, Jolene. Si alguien me hubiese dicho la primera vez que te vi todo nuestro futuro juntos, me hubiera reído y lo hubiese enviado directo al manicomio. — Murmuré dejando su panty a un lado.

Ella me observó y ahora su tez estaba volviendo de ser azulada a pálida de nuevo. Suspiré, tomé sus manos y las sumergí en la cubeta de agua caliente, así para que la temperatura subiera a todo su cuerpo.

Se acurrucó a mí, yo estaba de encuclillas y me senté sobre mis piernas. Ella recostó su cabeza en mi muslo y poco a poco iba recuperando su color. — Un día de estos me vas a matar de un susto. — Suspiré.


Me senté en el mueble suspirando y me encontré con su mirada. Ella estaba en el mueble delante de mí, estaba inexpresiva. — ¿Por qué estoy desnuda con tu gabardina? — Preguntó y yo reí. Que bueno que lo no recordaba.

—Tuviste una hipotermia en fase dos. Tu ropa estaba mojada y helada — Asentí.

—Y me salvaste la vida de nuevo. — Se levantó y caminó hacia mí sentándose en mis piernas. Yo envolví mis brazos alrededor de su cintura.

—Y lo seguiré haciendo cuantas veces sea necesario, Jolene... — Le sonreí dándole un beso en la mejilla. — Mira... — Dije estirando mi mano para alcanzar la bitácora y se la puse en las piernas.

La vi sonreír y me observó. — ¿Seguro? — Asentí.

Ella hojeó y una por una se quedó impresionada. — Un día estaba aburrido, empecé a garabatear y me sorprendí dibujándote a ti... — Sonreí. — La forma en la que te muerdes los labios... Luego se me hizo costumbre y cada que tenía mi bitácora y estabas frente a mí, perfeccionaba más detalles...

Jolene no dijo nada. Simplemente me abrazó y yo sonreí estrechándola a eslla aún más. Miró los dibujos asombrada. Entonces, abrió los ojos de golpe y un jadeo de sorpresa salió de su boca.

Sonreí y observé el dibujo que estaba admirando, era toda su cara. No sólo su boca, sus manos o sus manías. Y además de dibujarlo, la pinté. Nuevamente, no dijo nada, Sólo abrazó mi cuello y yo sonreí.

—Son hermosos. — Dijo seriamente. — Muchas gracias.

—¿Sabes, Jolene? Hay algo que quisiera preguntarte. — Le dije poniéndola en el suelo. Me paré y ella me miró atentamente, asintiéndome para que siguiera. — Pues.... Cuando lleguemos a Geizt Prizark de nuevo, bueno... Me gustaría — Me encogí de hombros. — Pedirte formalmente que seas mi...

Entonces, antes de que pudiera terminar. Köri abrió la puerta de golpe, los dos lo volteamos a ver y sus ojos estaban alarmados. — La entrada al refugio está destapada.

—Tal vez fue el aire. — Jolene se encogió de hombros observándolo.

Puso los ojos en blanco. — Claro. — Buscó en sus bolsillos. — Y me imagnio que el "aire" toma té. — Extendió la taza hacia nosotros y sentí el miedo recorrer por mi espalda.  

EUPHORIAOnde histórias criam vida. Descubra agora