Cap10

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PARTE 1

Me desperté abriendo los ojos y tocando mi cuello asegurándome que estaba bien. Abrí los ojos pero sin levantarme, hacia frío, demasiado. Y algo duro y helado se encontraba debajo de mí.


Sabía que las camas del internado no eran las mejores del mundo,pero no tan incómodas como esto. Parpadeé tratando de que mis ojos se acostumbraran a la claridad y neblina.

Entonces volteé; me di cuenta que estaba acostada en el frío pavimento en medio de una carretera que no parecía ser transitada.

Al rededor había bosque, sus árboles sólo eran un espejismo borroso en la neblina. Decidí levantarme del pavimento, tambaleé un poco y de mi boca salió como humo de mi boca a causa del ambiente helado.

Escuché muchos murmullos viniendo al rededor,como si tuviera dos bocinas pegadas a mis oídos.

Me volteé aún tambaleándome, las heridas en mis piernas y las punzadas de dolor que sentía en las rodillas me impedían caminar libremente.

De repente los escuché... Escuché su marcha y estaban listos para cantar.


Unas horas antes...

Caminé desentumiéndome por la noche extraña que habíamos tenido hace unas horas; me dolían todas mis articulaciones.

— Me duelen músculos de mi cuerpo que ni sabía que existían — Me quejé poniendo una mano en la espalda baja.

— Jo. — dijo mi nombre y no era una burla. De verdad me lo estaba diciendo de cariño.

Lo observé asomarse desde el cofre del auto. Estaba sucio y lleno de grasa del auto.

— ¿Sí? — Caminé hacia él

— Entra, por favor y arranca cuando te diga. ¿Quieres?

Asentí metiéndome al auto. Me hacia sentir poderosa en ese carro tan hermoso. Giré la llave y no arrancó, lo traté una ves más y el rugido del motor fue cómo una intervención divina.

— ¡Michael! ¡Michael ¡ya sirve! — grité asomándome a la ventana. Luego recargué mi espalda en el copiloto.

Entonces, Michael tocó mi ventana y empecé a reír a carcajadas cuando lo vi lleno de la grasa del auto que le había exportado en la cara a causa de mi arranque.

— Te dije que cuando te dijera — Gruñó.

— No piensas subir a mi auto así. ¿Verdad? — Sonreí.


El primer contacto de alcohol en mi mejilla me causó escalofríos.

Haciéndome recordar lo de hace un rato...

"Toqué la fría perilla y la llevé hacia abajo; después de bañarme, peinarme y ponerme el uniforme toro iba a ser como antes.

Abrí la puerta completamente y lo busqué con la mirada esperando a que estuviera sentado detrás de su escritorio con su bitácora en frente y sus ojos marrones detrás de sus lentes de media luna bailando de nombre en nombre, de problema en problema.

Pero no... En vez de eso, escuché una ducha. El sonido del agua cayendo al suelo por montones..."

El recuerdo de hace unos momentos me fue despojando cuando sentí por primera vez el ardor del alcohol en mi mejilla.

— Auch, — Me quejé y lo vi. No le importaba que me doliera.

Su mirada fría me llevó a la continuación del recuerdo anterior.

"Salió de la ducha con su toalla enrollada en su cintura. Su mirada al verme no fue sorpresiva, en realidad era cansada y harta.

— ¿Qué haces aquí? — Recuerdo que dijo — ¿No tienes que estar en alguna clase o algo así?

— Quería estar contigo."

Limpió el moretón que me había dejado el golpe de aquel viejo.

— No puedes estar todo el tiempo conmigo — Comenzó y entonces así, el recuerdo vino de nuevo a mi mente.

"Acercándome a él en toalla, tomándolo del cuello, respirando su aliento. "Nos hacemos daños mutuamente" Su voz del presente resonaba en mi cabeza mientras volvía al pasado. Al pasado donde yo lo miraba a los ojos y él a mis labios "Soy tu doctor" al pasado mientras se acercaba a mis labios y estaba a milímetros "No estás mentalmente preparado para esto" al pasado respirando, su aliento en mis labios.

— Te deseo — Murmuró."

— Jolene — Su voz me atrajo abruptamente al presenté y yo lo observé. — ¿Me estás escuchando al menos? — Preguntó y yo asentí rápidamente. — No podemos seguir así. ¿Ok? Ese beso no debió haber ocurrido.

— Ni siquiera me besaste — Murmuré haciendo mi cara a un lado para que no la tocara. Y él me miró. Ya vestido con su smoking y corbata. Y tenía el algodón con el que me tallaba la mejilla presionado en su dedo pulgar e índice. — Me dijiste que me deseabas.

Michael subió sus lentes por el puente de la nariz y tiró el algodón en el bote de basura junto. — Lo siento — dijo en un suspiro.

— ¿Lo siento? — Me reí y me bajé del escritorio. — ¿Lo siento?

— ¿Qué te hiciste? — Preguntó y yo lo miré extrañada. — ¿¡Qué te hiciste, maldita sea Jolene?! — Gritó mientras me agarraba de la cintura y me sentaba en el escritorio.

Entonces mi falda se alzó al hacerlo y él sin pena alguna la alzó al nivel de detenerla antes de que mi ropa interior se pudiera ver. Yo abrí los ojos como platos, pero al ver lo que me había pasado, abrí los ojos con miedo. — ¡Lo dijiste, Jolene! — Gritó y yo miré a mis muslos con aquellas rayitas de las cuales salían gotas de sangre carmesí. Tenía todo el muslo cortado, lastimado por una navaja.

— Yo... — Las manos me temblaban sin querer tocar la herida. Lo miré a sus ojos enojados. Esperando a que me creyera. — Yo... Yo no lo hice. — Murmuré. Y era verdad.

EUPHORIAWhere stories live. Discover now