Cap22

25 2 0
                                    

No estaba seguro adonde íbamos ni por qué. Pero Jolene se veía muy segura de sí misma, aunque eso no me tranquilizó demasiado. No le dije nada por miedo a empezar una discusión en medio de la nada, pero cada sentido de mi cuerpo me decía que diera la vuelta al maldito volante.


— ¿Ya casi llegamos? — Pregunté cuando ella dejó de decirme direcciones. Ella negó con la cabeza y frunció el ceño.

—No. — Murmuró y desdobló sus piernas del asiento. — Estamos perdidos. — Y cuando dijo esto, frené de golpe.

— ¿Cómo que estamos perdidos? — Le pregunté tratando de guardar la calma. — Jolene. Llevamos media hora manejando en círculos y ahora me dices que estamos perdidos.

—¡No me grites! — Gritó abrazando sus piernas. — No me grites. — Susurró hundiéndose en sus rodillas y yo suspiré recargando la cabeza al volante, tratando de guardar la calma.

—Está bien, Jo. No te grito. — Susurré tomando su brazo. — Pero... Jo... Jo... mírame. — Ella volteó a verme, tenía lágrimas en sus ojos. — No llores ¿Sí? — Limpié una lágrima que caía por su mejilla. — Sólo, trata de recordar el camino de regreso y tratamos mañana ¿Bueno? — Ella asintió y yo besé su hombro. — Vamos. Ni siquiera ha oscurecido por completo.

Arranqué el auto y cuando quise avanzar, las ruedas forzaron, pero lo único que logré fue que se enterraran más en el lodo. Las llantas crujieron por el esfuerzo y poco a poco sentí como se enterraba más y más.

Entonces entendí. Abrí los ojos como platos y volteé al retrovisor, vi como el paisaje en el espejo de atrás se iba alzando, justo como el cofre de mi coche. Me quedé en shock por un momento, entonces en el retrovisor, de repente vi en la ventana de Jolene una mujer, sonreía y sus dientes estaban inusualmente puntiagudos, tenía sangre y piel al final de estos y entonces, escuché un "click" en mi puerta, volteé y vi a una persona con traje, con smoking. Estaba tan alto que sólo veía su pecho por la ventana. Entonces, poco a poco se fue ladeando hasta mostrar su rostro, que se cubría por una máscara de conejo.

Volteé a ver a Jolene quien me estaba mirando a mí completamente asustada traté de controlarme y tratar de pensar una solución que no significara morir en el hoyo negro que nos estaba tragando.

—Tengo miedo. — Murmuró llorando.

Ahora me sentía impotente, quería protegerla, decirle que no tuviera miedo ¿Pero cómo mierda iba a hacer eso si yo me sentía igual que ella? Sólo la tomé de las mejillas y suspiré.

—No tengas miedo. — Le dije y sus ojos estaban muy puestos en los míos. — Vamos a salir de aquí. — Luego vi que poco a poco su mirada se desviaba a la criatura detrás de mí. — Veme, Jolene. Veme. — Me volteó a ver y yo la acerqué a mí presionando suavemente sus labios con los míos. Me separé y la vi. — Cierra los ojos. — Le dije y me obedeció.

Entonces me pasé a la parte detrás del auto y abrí el compartimento que tenía en los asientos de atrás hacia la cajuela. El espacio era muy pequeño y apenas iba a caber Jolene. Fruncí los labios, no nos quedaba mucho tiempo.


Jolene.
Tenía los ojos cerrados, pero no dejaba de tener miedo, no dejaba de sentir la mirada de los dos personajes asomados en la ventana, esperando a que abriera los ojos, para que la mujer detrás de mí ensanchara su sonrisa dejando ver sus horrorosos dientes y el hombre con la máscara de conejo me viera con esos ojos negros completamente idos, viendo hacia la nada, penetrándome con su mirada hasta mi alma. Sentí vacío mi estómago, lo único que me reconfortaba ahora era sentir la presencia de Michael; aunque sólo fuera su respiración agitada por el miedo, miedo por los dos.

Tenía ganas de llorar, pero sabía que eso no iba a servir de nada "Las lágrimas nunca han terminado guerras, Jo. Pero sí que han sanado almas" solía decirme Tom. Entonces pegué un salto cuando Michael me tocó el hombro.

—Jolene, ven. — Me dijo y entonces me coloqué con él en el asiento trasero, que poco a poco estaba siendo levantado mientras se lo tragaba la tierra frente a nosotros.

Volteé la mirada y vi a los dos personajes ahora observándonos en los vidrios de atrás, la mujer ahora reía desenfrenadamente y abría y cerraba su boca de forma enfermiza mientras sacaba horcadas, me ponía ansiosa y todo eso me daban más ganas de llorar.

—¿Cabes por aquí? — Señaló al compartimento y yo me metí logrando ingresar a la cajuela.

Me quejé mientras me acomodaba y asomé la cabeza por el hoyo rectangular, él parecía algo... ¿feliz? Me miró y me tomó de las manos. Sus manos estaban heladas y las mías sudorosas, pero eso no pareció importarle, tal vez ni lo notó.

—Sea lo que sea, no quiero que salgas. ¿Bien? — Yo asentí y nos quedamos mirando unos minutos. — Jolene... — Esperó a que dijera algo, pero simplemente las palabras no salieron de mi boca. — Jolene... Quiero que sepas que si no...

—Michael. — Finalmente le dije. — Vas a volver, voy a esperarte y me puedes decir lo que quieras cuando esto haya terminado. — Él asintió y entonces me miró.

Pero realmente me miró, su mirada dijo mil palabras y de un segundo a otro me estaba besando, realmente. Como nunca lo había hecho y como nunca me habían besado, entonces me aparté.

—Esto no es una despedida. — Dije y mi voz se cortó. — No lo es. — Entonces, me metí de nuevo a la cajuela y cerré poco a poco los ojos, dejando que la última imagen de mi mente fuera Michael tratando de darme una sonrisa.

Cerré mis ojos pero no podía dejar de escuchar, no dejaba de escuchar el sonido de la risa enfermiza de la mujer, que ahora estaba golpeando con los puños (o tal vez estaba bailando) en la cajuela.

Lo siguiente, fue un hombre cantando (tal vez el conejo) ópera. Era una hermosa voz, no desentonaba ni un poco, escuché los aplausos de la mujer, pero los golpes seguían en la cajuela, sí. Probablemente estaba bailando.

Entonces, escuché el sonido de un vidrio romperse, ese debió ser el coche de Michael. Por un momento no es escuchó mucho, sólo la mujer dando un grito de triunfo y escuché a Michael decir maldiciones una y otra vez. Entonces, hubo un último grito de la mujer y fue como si fuera una orden para que todo se silenciara. Pero realmente todo...

No escuché nada más que el viento azotando fuertemente y después... Se escucharon las hojas crujir, crujiendo mientras estaban siendo aplastadas por alguien que caminaba hacia mí....

Entonces, la cajuela se abrió...

EUPHORIAWhere stories live. Discover now