Capítulo 20: Detrás de las nubes grises está la luz del sol.

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Y las malditas hormonas no estaban ayudando.

—Con hambre —se frotó el vientre—, en un momento iba a asaltar el refrigerador.

— ¿Y KiBum?, Creí que estará contigo todavía —preguntó el moreno.

—Tenía que atender un asunto de trabajo, me costó mucho echarlo de la casa —bromeó, pero MinHo tenía el rostro serio—. No puedo tenerlo como mi esclavo, han sido suficientes años de estar pegados.

—Nunca creí escucharte decir eso —ahora MinHo sonreía. Se acercó, le besó los labios y se sentó a su lado, su enorme mano acariciando su vientre, al mismo tiempo que SooJin lo hacía.

Ambos con sonrisas tontas en sus labios.

A veces TaeMin se sentía como esas figurillas de un chino gordo al que todo el mundo el frotaba la barriga para que les diera suerte.

La comparativa era bastante acertada si le preguntaban.

— ¿Cómo te has sentido hoy? —la calidez de su voz y de su mano sobre su vientre era agradable, a veces TaeMin desearía nunca desprenderse de su aldo, incluso para ir al baño.

Era un maldito obsesivoMinHocompulsivo. Le echaba la culpa de todo a las molestas hormonas.

—Con muchas ganas de orinar y dolor de pies. Bueno, ha sido un día normal —la respuesta hizo reír a ambos.

— ¿MinKi no te ha dado pataditas? —la curiosidad en la voz de su hija le hizo reír más fuerte.

—A veces lo hace —le apretó la nariz levemente, SooJin chilló por la sorpresa—. Tú también lo hacías.

—Tal vez sea un buen futbolista, como yo o como papi —miró con emoción a MinHo.

Claro, ambos eran unos cómplices cuando se trataba de jugar al fútbol. Aunque en sus primeros años su hija había preferido siempre las muñecas, en juegos que la hacían interactuar con otros niños siempre notó cierta fuerza oculta, cuando fue creciendo más, se hizo una niña ágil, con ganas de correr por todos lados, haciendo competencias por una u otra cosa.

Digna hija de su padre, ahora era idéntica a MinHo, al menos en esto de ser competitiva y aventurera.

—Puede ser, no lo sabemos hasta que tu hermanito sea capaz de correr tanto como tú.

— ¿Cuánto falta para que nazca? —Hizo un puchero, se inclinó y dejó su cabeza sobre el vientre de TaeMin—. MinKi sal por favorrr —cantó.

TaeMin sintió un dolor punzarle y SooJin brincó desde su lugar, sonriéndoles a sus padres con su boca abierta en una perfecta 'O'.

—Ahí tienes la respuesta —se burló MinHo.

—En definitiva será un buen futbolista como nosotros —dijo con orgullo, TaeMin le acarició el largo cabello castaño.

—Hablando de eso, sube y límpiate, en un par de horas tienes entrenamiento y todavía debes almorzar y hacer tu tarea —le dijo el alto, ladeando la cabeza hacia las escaleras.

— ¡Sí, señor! —le hizo un saludo como militar y se bajó, corrió escaleras arriba, bastante emocionada con su día.

— ¡No corras tan rápido! —gritó TaeMin, tratando de girar hasta donde su redondo cuerpo le permitía.

—No le puedes pedir eso a una niña de diez años —MinHo le tomó la mano, con la otra pasando los mechones de cabello detrás de su oreja.

—Sé que le gusta correr tras el balón, pero no tiene que hacerlo tanto dentro de la casa, puede tropezar y caerse...

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