Capítulo 9: La chica de ojos miel.

763 75 6
                                    


Dentro de los actos "no planeados" en la lista de MinHo en definitiva la de compartir el auto con TaeMin era de las primeras. Desde que hubieron abordado el vehículo no le dijo más que "abróchate el cinturón de seguridad", desde ahí han pasado unos diez minutos, y tardarían otros diez en llegar al jardín de niños dónde estaba inscrita SooJin.

Las ansias se lo comían vivo, en su cabeza se pasaba las miles de formas de saludar a su bebé, aunque todavía estaba molesto por la idea de que ella no lo recordara, no podía decir que no lo comprendía, apenas pasaron juntos un poco más de seis meses cuando nació, desde ese entonces hasta la fecha han pasado un poco más de cuatro años, es comprensible que su nombre le resulte extraño, pero tenía fe en que ella lo reconocería, en el fondo de su corazón inocente sabría a la primera mirada que él, era su padre.

O al menos eso esperaba.

Miró de reojo a TaeMin, con la mirada clavada en la ventana empañada por la lluvia, su sedoso cabello castaño goteaba y su ropa estaba empapada, igual que la suya. No quería parecer un mirón, pero la camisa se transparentaba, pegándose al cuerpo delgado del chico, era una imagen que dejaba mucho a la imaginación.

Apretando los dientes masculló por lo bajo, la visón de un TaeMin mojado no le dejaba mucha tranquilidad para manejar, ya era suficiente estar en el mismo espacio y respirarlo, no quería tener un accidente por no estar concentrado.

—En los asientos traseros tengo una sudadera, tómala por favor.

El rostro mojado y pálido de TaeMin giró al escuchar su voz, tardó un poco en darse cuenta de lo que le había dicho antes de sonreírle con un atisbo de nerviosismo.

—No es necesario.

—Por favor, usa la sudadera, estás totalmente empapado, no pretenderás abrazar a SooJin con tu ropa mojada.

—De todas maneras al bajar me mojaré de nuevo —las gotas gordas de lluvia que se estrellaban contra el cristal y que el parabrisas se empeñaba en limpiar le daban la razón al castaño. MinHo frunció el ceño, maldiciendo la terquedad del chico.

—También tengo una sombrilla, siempre la tengo en el auto —TaeMin sonrió al darse cuenta de cómo ignoró sus palabras, no admitiendo contradecirlo.

—Sí, debí imaginarlo —ladeó la cabeza—, tú siempre salías preparado para todo —dijo con nostalgia.

—No siempre estuve preparado para todo TaeMin —le respondió con voz apagada.

TaeMin entendía perfectamente a lo que se refería y no deseaba discutir en ese momento sobre el drama que sus vidas fueron en el pasado, al menos no hablarlo en el auto, sino sentados, con el calor de una habitación seca.

Sin decir nada más y para evitar un enfrentamiento, se desabrochó el cinturón de seguridad y maniobró para pasar a los asientos traseros, había sentido la disminución en la velocidad del auto, un semáforo se mostraba en rojo unos metros adelante.

Tomó la sudadera dejada en el fondo junto a una sombrilla de forro transparente, y pensó que no tenía caso ponerse la prenda encima de la ropa húmeda si lo que quería era estar seco. Un poco dudoso, mirando alternadamente a la prenda y luego a MinHo, que estaba bastante concentrado en la fila de coches delante de ellos, decidió hace lo más lógico, empezó a desabotonar su camisa hasta quitársela y dejar al descubierto su piel blanca.

Desde la cintura para arriba se apreciaba la piel lechosa y cuidada, los años estaban siendo favorables para TaeMin a pesar de tener una hija de cinco años. Cuando MinHo miró en el espejo retrovisor y se dio cuenta de la condición del castaño desvió la mirada de nuevo hacia el tráfico, pero de nada sirvió, a los pocos segundos se encontraba mirando de nuevo y sintió, además de las mejillas enrojecer, una sensación electrifican te recorrer su ingle.

Cuando te encuentreWo Geschichten leben. Entdecke jetzt