Capítulo 8: Tú eres.

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Era como estar en un sueño, como si él lo hubiera hechizado; como sí lo hubiera tomado y escondido solo para él, como si estuviera protegiéndolo.

Los suaves labios que tanto amaba besar habían vuelto, como si nunca hubieran dicho "Adiós", se había embriagado de su sabor a tal grado que ni se dio cuenta de cuando lo había acorralado contra aquella pared fría, ni cuando había dejado caer sus manos sobre las caderas que chocaban con las suyas; tocaba su cálida piel bajo la sombra del edificio, como si fueran un par de amantes en pleno encuentro furtivo.

Pero no eran ese tipo de amantes, en realidad nunca lo fueron.

El beso que TaeMin comenzó como un deseo puro de reconciliación, se convirtió en uno abrazador, tan caliente, tan necesitado. Una parte de él ansiaba con todo su corazón ese momento, pero otra parte, le gritaba sobre la poca voluntad que tenía.

Un beso no lo solucionaba todo, mucho menos borraba el pasado que ambos compartían.

Pero si tan solo MinHo supiera, la verdad sobre ese pasado, tal vez no lo trataría como lo hace, mirando desde lejos todo ese espantoso episodio de sus vidas, cualquiera le gritaría lo idiota que era por mirar con desprecio al castaño, pero MinHo no tiene ni idea. ¿Cómo iba a saber todas las cosas que le sucedían a TaeMin si este mismo no supo cómo hablarle de ello?

¿Es justo culpabilizar a TaeMin de todo lo sucedido?

—No...no... —a pesar de haber detenido aquel beso que le quemaba por dentro, su voluntad estaba a poco de romperse y si quería salir ileso de la trampa en que lo había envuelto el castaño tenía que irse lejos, para apagar el fuego que lo consumía hasta los huesos—, basta.

—MinHo por favor escúchame —sus manos tomaron su rostro, sus labios todavía hinchados y brillosos, su corazón palpitando como el metal al yunque—. Te...

El alto le cubrió la boca con la mano, obligándolo a callar, no quería escuchar nada más. Tardó un par de minutos en controlar su respiración y un poco más en dejar libre las caderas de TaeMin. Dio un par de pasos hacia atrás, al mirarlo a la distancia soltó algo así como un gruñido.

—No te me acerques TaeMin.

El castaño frunció el ceño, algo dudoso acortó la distancia entre ellos, intentó tomarlo por el brazo pero MinHo se echó hacia atrás de nuevo, tambaleándose un poco. Tenía ocultó el rostro con el cabello y se preguntó si realmente el moreno sentía tanta aberración por él.

—Escucha...

—No. No escucharé nada que venga de ti.

—No voy detrás de MinSeok —aclaró rápidamente—, ni por nadie más. ¡Dios santo! Jamás podría ir por nadie que no...—que no seas tú—, de alguien más.

—Eso no parecía cuando estabas tan cariñoso con mi hermano.

— ¡¿Cariñoso?! —no podía creer que le dijera eso, a pesar de su conmoción se impuso control para no gritarle una que otra palabra de las que su madre, de haberle escuchado, le hubiera dado un revés por bocón—, ¡Él estaba bromeando!

—No, no lo hacía.

El castaño frunció el ceño—. Si lo hizo —habló con voz cansada, no quería pelear, no más, no quería aparentar algo a sus ojos, algo que no era—. Sé que me crees un monstruo.

—Sí, lo creo.

Bien, eso no ayudó a calmar los nervios de TaeMin, fue muy doloroso escucharlo de su boca, pero tenía que sacar fuerzas de dónde sea. Contuvo sus lágrimas todo lo que pudo, intento buscar las palabras adecuadas, pero se dio cuenta de que no acertaba a ninguna, solo que quedaba ser sincero.

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