La bella y la bestia

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Ya estaba preparada para ir a cenar con Tom después de una relajante y larga ducha, olvidándome de todo por un momento mientras tenía el altavoz a todo volumen. No sé donde me llevara Tom, por lo que opté por ponerme un vestido rojo, por encima de las rodillas, ceñido hasta la cintura y luego suelto junto a unas plataformas negras. De maquillaje un poco de base, rímel, labial rojo y rímel en mis ojos. Mi cabello suelto, una cartera de mano negra con algo de dinero, celular y llaves. Lo último que faltaba era que Tom apareciera.

Mi celular comienza a sonar y no tardo en agarrarlo y atender el llamado.

—Tom, llevo media hora esperando. —es lo primero nada más atender.

—Lo siento Aria, me ha surgido algo y no puedo ir. De veras lo siento. —dice en un tono desanimado.

— ¿Qué ocurre? —pregunto, preocupada.

—Te digo mañana. Lo siento nuevamente, de veras.

—Tranquilo, no pasa nada. Estate tranquilo ¿Si? —intento tranquilizarlo. —Espero que ese asunto salga bien, te quiero.

—Yo también. Debo colgar, te veo mañana.

—Nos vemos mañana. —me despido y cuelgo. Espero esté bien y pueda arreglar ese asunto.

Me levanto del sofá cuando Emma junto a James y Jayden entran. Este ultimo me mira con su ceño fruncido.

— ¿Dónde vas? —pregunta. No tenía ganas de pelear, estaba cansada pero, me dolieron las palabras que me dijo.

—Iba a salir con alguien pero le surgió un asunto importante. —iba a decir algo pero lo interrumpo. —Tranquilo, esta zorra se va y así estarás más tranquilo. —paso por su lado y salgo del apartamento.

No sé a dónde iba a ir, lo que sí sé es que no me iba a quedar encerrada en el mismo lugar con Jayden. Aquella escena en la cuál Jayden me decía aquellas palabras, no paraban de surcar mi mente una y otra vez y, dolía. Dos años separados y he podido confirmar que a él no le ha importado.

Me subo al ascensor y, antes de que las puertas se cerrasen, entro James. Pulse el botón 0 y bajamos en silencio, hasta que, después de un rato, lo rompió.

—No deberías ser tan dura con tu hermano. —suelta.

—No es tu problema James. —gruño.

—Es verdad, no es mi problema. —me agarra del brazo y hace que lo mire.

—Pero no sabes lo arrepentido que está. Lo he visto llorar, Aria, por tenerte a dos pasos y que no quieras verlo, que sientas solo odio hacia él. Me lo ha contado todo y de verdad esta muy arrepentido y destrozado. —miro sus ojos azulados y puedo ver que no miente. —Habla con él, intenta arreglar las cosas. —termina de decir.

Quizás pueda tener algo de razón, quizás debería escuchar a Jay y saber por qué me dijo aquello pero, hoy no, quizás mañana o al siguiente, pero hoy no.

Las puertas de ascensor se abren y no tardo en salir junto a James. Me paro y lo miro a esos ojos azules tan hipnotizadores y, por extraño que parezca, provocan que me relaje y olvide todo por un momento. Siento como mi corazón empieza a latir más veloz cuanto veo que se va acercando a mí.

—Hablaré con él. —suelto al estar demasiado cerca. —Pero hoy no. —termino de decir. James se aleja y asiente.

—Te espera tu novio. —dice fríamente.

— ¿Te refieres a Tom? —asiente. No puedo evitar reírme como foca retrasada. —Tom es mi mejor amigo. —y vuelvo a reírme.

—No parece que seáis solo amigos. —me señala y alza una ceja.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora