El chico de ojos azules

20.1K 757 52
                                    

Maldito despertador... Que alguien pare eso... Iba a estampar lo contra el suelo cuando, de repente, se para. Abro los ojos y era mi padre. ¿Qué querrá a estas horas?

—En unos 15 minutos quiero que estés preparada y en la planta baja. Os tengo que decir algo
importante.

Me doy una ducha rápida y viendo como estaba el día, decido ponerme una sudadera blanca con tres líneas negras en mi brazo izquierdo, unas mayas negras y mis repetidas pero buenas Nikes.

Ya abajo, con mi mochila y celular, pregunto:

—¿Qué es eso tan importante que nos tienes que decir?

—Me iré unos meses de viajes de negocios. Estás al cargo de la casa. Confío en ti. —confiesa
mientras se da la vuelta.

—¡Ja! Confía más en mí que en ti... Pringada...

—Jayden, se lo decía a tu hermana.

En ese momento no aguanto y me empiezo a reír en su cara.

—¡Papáaa!

—Ni papá ni nada. Me iré mañana. Procurad no destrozar nada ni quemar la casa.

—¿Quién es el pringado? —le pregunto a Jayden, antes de irme riendo.

***

—Hey Aria —grita una voz femenina.

—Hola Emma.

—¿Vamos a clase?

—Sí, no nos queda otra. —suspiro, asqueada.

***

Creo que me voy a morir de aburrimiento. Física nunca ha sido lo mío. Ni lo es ni lo será. ¡Hasta un mono sabe más que yo!

—Emmaaa... Me aburrooo... —le susurro.

—Cállate o el maestro nos regañará —dice volviendo la vista a la pizarra.

—Bufff.

—Señorita Collins, a la clase le interesará saber lo que le estaba contando a su compañera
Dallas.

Tenía a todos mis compañeros mirando. Me siento bien y le respondo:

—Claro señor. Le estaba diciendo lo penosa y aburrida que es esta clase. ¿No ha pensado en
hacerla más divertida? No sé, haciendo experimentos, llevándonos al laboratorio, no hablando con esa voz tan chillona... Son sugerencias.

Estaban todos con una cara de asombro. Unos se reían a más no poder y otros seguían
callados, pero asombrados. Alguien tenía que decirle la verdad, ¿no?

—Ya que no le interesa como doy mi clase, le sugiero que se vaya a dirección y le haga una
visita al señor director. ¿Qué le parece mi sugerencia?
—pregunta, con una sonrisa.

—Con mucho gusto —digo antes de levantarme e irme de clase.

Puto viejo.

Llego a dirección y me encuentro con la secretaria.

—Espera un momento.

Eso me lo ha dicho hace veinte minutos, y aquí sigo. Ya harta, decido levantarme y tocar la
puerta.

—Puede pasar.

Entro y me encuentro al director, de cabello gris, ojos verdes y gafas, un poco regordete.

—¿Qué sucede? —me pregunta.

—Me ha mandado aquí el profesor de física por decirle que no hace bien su trabajo. Cosas que pasan, ¿no? —aseguro, encogiéndome de hombros.

—Nick, se puede ir. Espero que no se vuelva a repetir.  —¿Cómo? ¿Nick? Resulta que había un chico en una silla enfrente del director. Sí que estoy ciega.

Tras hablar con el director, mi castigo fue quedarme a limpiar el gimnasio. Ya en la cafetería, le digo a Emma:

—¡¿Pero lo has visto?! ¡Es enorme! No terminaré nunca.

A lo lejos aparece el director, y desafortunadamente, venía hacía mí. "Por favor, más castigos
no".

—Señorita Collins. Su castigo no será limpiar el gimnasio.

—Menos mal...

—Pero... tendrás que recoger las toallas en el vestuario de los chicos mientras ellos estén
entrenando.

—¿Quéee?

—Buena suerte.

—Pero...

***

Por suerte, los chicos no se dieron cuenta de mi presencia, cosa que me alivió.

Era tarde cuando terminé ya que tenía que ordenar todo. La noche estaba fría y lo mejor de
todo es que no sabía cómo iba a volver a casa. Iba a llamar a mi hermano cuando me quedo sin
batería y se apaga el celular.

¿En serio? ¡Justo ahora! Esto me tiene que pasar solo a mi, además con este frío que hace.

Tendré que coger un bus, si todavía hay alguno...

—¿Qué haces de noche aquí? Es peligroso —aclara una voz masculina a mis espaldas.

Me giro para ver quien era, un poco preocupada y me encuentro con unos preciosos ojos
celestes, de los que me quedo hipnotizada. Son tan profundos y... ¡Un momento! Estoy
quedando como una tonta, ¡reacciona cerebro!

—Yo... emm... no te importa. —respondo borde, cruzándome de brazos.

—Deberías irte a casa, hace demasiado frío.

Me alejé de aquel chico y pillé a tiempo un bus que me dejó muy cerca de mi casa, a unos 5
minutos.

—¡Por fin en casa! —suspiré aliviada, nada más abrir la puerta.

Jayden estaba al lado de la puerta y se avalanzó sobre mí, para atarme con una cuerda a una
silla.

—¡Pero qué haces! ¡Suéltame!

—¿Dónde estabas? —pregunta, cruzándose de brazos.

—¡Súeltame, estoy cansada!

—No hasta que no me digas donde estabas.

—¿Si te lo digo me sueltas?

—Sí.

—Estaba castigada por decirle al de física que no hacía bien su trabajo...

Me soltó y, más cansada que enfadada, decidí ir a mi habitación para estar cómoda y tranquila.

Me puse mi pijama y puse a cargar el celular, para después tirarme a la cama cual saltador a una piscina. Por mi cabeza solo pasaba una imagen. Unos preciosos y profundos ojos celestes, que me recordaban a un mar en calma. Con esos ojos, caí en un profundo sueño.



Espero os este gustando hasta ahora. no olvideis comentar y vodad. Estoy abierta a cualquier sugerencia que tengais y la tendre en cuenta.

Os saludeoo :p

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora