¿Por que...?

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Después de todo lo que paso ayer, Emma y yo nos fuimos de compras al terminar las clases, bueno, más bien vimos como tres películas en el cine. Cuando llegué a casa, no tarde en tirarme a la cama tal cuál y, nada más apoyar mi cabeza en la almohada, caí en brazos de Morfeo.

Y ahora, después de una hermosa y relajante ducha, estoy vistiéndome. Unos vaqueros blancos rasgados junto con una remera amarilla en la que pone I love...Sunny, en letras blancas. Y mis Converses. Las Nikes estas lavando. Agarre mis cosa y un poco de dinero para después salir.

Paso por la cafetería de la cuál me he habituado a venir a ella, y pillo asiento en la misma mesa para poder tomar un buen desayuno.

-Hola. -alzo la mirada encontrándome con un chico más o menos de mi edad, alto, rubio y de ojos azules con una sonrisa plasmada en su rostro.

-Hola. -saludo de la misma manera, devolviéndole la sonrisa.

- ¿Lo de siempre? -pregunta y frunzo mi ceño.

- ¿Como sabes? Nunca me has atendido. -creo saber que nunca me atendió, creo.

-Te he atendido dos veces pero, sueles andar en las nubes. -una pequeña risa brota de mi garganta.

-Suelo ser muy despistada, lo siento. -me disculpo.

-No pasa nada, tranquila. -me regala una sonrisa. -En seguida te traigo tu pedido. -dice y se va. Mientras trae mi pedido, saco el celular y empiezo a ver mis redes sociales. No pasan más de un par de minutos cuando está de vuelta.

-Aquí tienes tu cappuccino y, como no quedaban cruasán de chocolate, te traje un pastelito relleno de vainilla. -le sonrío agradecida.

- Gracias. -estaba dispuesta a empezar a devorar mi desayuno cuando veo que el chico se sienta, cosa que es extraña digo, no nos conocemos.

-Ya sé que es raro pero, tengo libre, y, me gustaría saber más de ti. -dice y puedo notar como sus mejillas se tornan de un color carmesí. Sonrío con ternura.

-Claro pero ¿No serás un asesino en serie, verdad? -pregunto un tanto insegura. El lugar no tarda en llenarse de sus carjadas.

- No, no soy un violador. -dice cuando ya ha podido controlar su risa.

-Me presento, soy Ashton. -me extiende su mano.

-Aria. -digo y le doy mí mano, cerrando el saludo. Miro la hora y veo como se me hace tarde.

-Dios, me tengo que ir. -saco dinero del bolso para pagar e irme pero Ashton me detiene.

-Invita la casa.

- Pero....

- Pero nada, espero volver a verte. -asiento. Me guiña un ojo y salgo disparada de allí.

Por suerte llego a tiempo a clases, entro a la clase jadeando por la carrera que me he echado y me siento al lado del chico mudo. Saco lo necesario del bolso y miro lo último apuntado, el maldito problema.

-Señorita Collins, salga a la pizarra y resuelva el problema. -dice la profesora.

Ni si quiera supe cuando la profesora entro pero ¿Tenía que elegirme a mí? Agh.

Me levanto y me dirijo a la pizarra, agarro una tiza y empiezo a leer una y otra vez el enunciado.

-Estamos esperando señorita Collins. -dice ya exasperada la profesora.

- ¿Y por qué no resuelve el libro los problemas? ¡A mi no me interesa saber cuantas gallinas hay en la maldita granja! -exclamo frustrada.

-Vuelva a su sitio y que sea la ultima vez que me hable de esa manera. -bufo y me dirijo a mi asiento, me siento y bufo.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora