Volvió a arrancar la moto y comenzó a calmarse. Debía de estar calmado. No podía mostrar sentimientos de ningún tipo. Pasase lo que pasase, su jefe no debía de ver que ocultaba algo. A alguien. Cobra era un tipo duro, un tipo que se hacía respetar a base de palizas y órdenes que nadie se atrevía a desobedecer. Le había fallado en dos ocasiones seguidas, y esa era su forma de ajustar cuentas. Maek lo sabía todo de él y David sabía que estaba en el punto de mira y que probablemente tendría a águilas alrededor de él. Águilas, así llamaban a los espías que trabajaban para su jefe. Tal vez Jota ahora era un águila. No lo sabía, sólo sabía que no podía confiar en nadie en aquel lugar. Ni dar ni un sólo motivo más por el que desconfiar. No si quería salir de allí sin hacer daño a nadie más. Si quería ganarse la confianza de su jefe otra vez, debía de volver a ser ese chico. Aunque una parte de David no quisiese saber nada de Cobra.

David llegó a su barrio, volvía a haber drogadictos y borrachos a pesar de que acababa de salir el sol. Jota se bajó de la moto, le había seguido a una prudente distancia. Ahora no era su amigo, ahora era él era su superior, y debían de marcar la distancia.

David no perdió tiempo y corrió hacia el cuartucho donde debía de estar Cat. Algunos de sus hombres se encontraban en la puerta. Reconoció a Marco, con su peculiar pelo rubio y sus ojos marrones en la puerta. Todos los que estaban bajo el mando de David sabían que no debían de tocar a Cat. Todos pensaban que era su puta, que le tenía algo de cariño de todas las noches que había estado con ella. Aunque en realidad nadie supiese que jamás habían mantenido relaciones. Todos se hicieron a un lado cuando David llegó a la entrada, todos excepto Marco. Él no era alguien que estuviese a sus órdenes, era un igual. Marco dirigía y coordinaba a otro de los grupos de Maek. El chico le agarró el brazo a David y le dirigió una mirada que quería decir que tuviese cuidado.

David se la devolvió con un leve asentimiento de cabeza y una mirada seria.

-Todos fuera de aquí.-ordenó Marco, y fue más que suficiente para que todos lo obedeciesen.

Todos excepto Jota, quien se quedó unos metros más alejado, pero atento por si David lo necesitase.

David entró en el cuarto y reconoció al médico que le había puesto la inyección la noche anterior. Cat estaba tumbada en la cama, pero fue como si sintiese su presencia y se incorporase justo cuando él entró. La chica fundió sus ojos negros en él y David sintió como si le hubiesen pegado un puñetazo en el estómago. Jamás se habría imaginado verla tan demacrada. Tenía puntos en los labios y un dolor profundo en sus ojos. Era dolor lo que se veía en su mirada y eso hizo que David se sintiese aún peor. Sus ojos estaban hinchados, mitad amoratados por los golpes y mitad por el llanto que ya no salía de sus ojos. Se acercó a ella, con la cara hinchada por la paliza y dolido comprobó como ella le giraba la cara.

No podía mostrar debilidad delante del médico, así que se limitó a hablar como si no le importase ni le doliese verla así.

-¿Cuándo podré usarla otra vez?-preguntó refiriéndose a Cat como un mero objeto y odiándose por ello.

El médico, calvo y de mediana edad, apretó los labios y gesticuló con indiferencia.

-He tenido que intervenirla quirúrgicamente. Tenía varios desgarros. No debería de hacer nada durante bastante tiempo, pero dado que es puta y que va a morir tarde o temprano, úsala cuanto quieras, aunque deberías de esperar al menos hasta que se vayan los puntos.

David apretó los puños furioso. Jamás le había costado tanto reprimir un puñetazo.

-Gracias, puedes irte.-le instó de mal modo, incapaz de disimular su enfado.

Con suerte, el médico pensaría que estaba enfadado debido a que le había dicho que no podía mantener relaciones esa noche con Cat y no a ningún otro motivo.

Esperó un tiempo prudente desde que el médico salió de la habitación hasta abrazar a la joven.

-Lo siento Cat, lo siento, no sabes cuánto lo siento. Por favor perdóname por esto. Lo siento.-dijo mientras la abrazaba desconsolado.- Por favor perdóname.

Cat se dejó abrazar a pesar de todo el dolor que sentía en ese momento. David se percató de que quería hablar, y se calló para dejarla hacerlo.

-Jamás pensé que esos hombres pudiesen ser tan malos.-la voz le temblaba y le costaba hablar.- Me han hecho de todo Cobra. Cosas horribles. Cosas que no le desearía a nadie. Cosas que ni tan siquiera sabía que se podían hacer. 

Cat tiró con rabia del gotero que tenía en el brazo con los calmantes. Esos calmantes que no eran suficientes para ella en aquel momento.

-Nunca voy a poder olvidarlo. Yo...yo...-su voz se fue desvaneciendo al tiempo que su mirada se volvía perdida y que David la abrazaba.- Me dijeron que si me resistía me venderían a alguien que me trataría peor que ellos. Que mi vida consistiría en estar abierta de piernas y tener todos mis agujeros disponibles para cualquier hombre. Que debo de estar agradecida de que sean ellos quienes me enseñen a obedecer. Yo...

David seguía echándose las culpas y la ira cada vez era mayor, pero había algo en aquella frase que no había logrado comprender, como tantas cosas en aquel lugar.

-¿A obedecer?

Ella se calló, con miedo a que él la odiase.

-Esto no debería de haber pasado.-se maldecía.- Lo siento Cat. Lo siento.  

-No Cobra, no lo entiendes. Además de prostituta...-miró al chico dolida.- Yo soy un águila. Tu águila. Mi deber era averiguar cuales eran tus pensamientos, dónde ibas, qué hacías...y sin embargo simplemente escuchaba todo lo que me decías y me quedaba callada. Puedo asegurarte que jamás dije nada de ti. Ni nada que te pusiese en peligro. Lo siento...yo...

David apretó los puños y se quedó en silencio. Le habían hecho eso por él, por saber donde estaba.

-Cat, nadie tiene opción si le piden ser un águila. Lo siento, joder.

-No es tu culpa Cobra, no lo es. Jamás pensé que podía sentirme más sucia de lo que ya me sentía.

David le dio un beso en la frente y no dejó de abrazarla. De pronto vio algo blanquecino sobre el cuello de la chica. Apretó los ojos conteniendo las lágrimas. Aún tenía esperma en su cuerpo, y probablemente lo tendría en muchas otras partes externas a ella. David se fijó en su pelo, había trozos blancos y era como si un huracán hubiese pasado por él. 

-Cat, déjame bañarte. Te sentirás mejor una vez que lo haga. Me quedaré contigo todo el tiempo que necesites hasta recuperarte. Y cuando lo hagas, te juro por mi vida que voy a sacarte de aquí, aunque sea lo último que haga.

Ella seguía en su pecho, sin fuerzas ya ni para llorar.

-Ahora mismo solo quiero morirme Cobra.

-David.-le corrigió él.

Silencio.

-¿Qué? -preguntó con un hilo de voz.

-David, me llamo David.

Ella se separó del hueco de sus hombros donde todo lo que veía era oscuridad. Una chispa brilló dentro de ella, nunca antes había escuchado su verdadero nombre. Se le quedó mirando y vio verdadero dolor en sus ojos, algo que le hizo ver que ella realmente le importaba.


Gracias por leer, ¿qué os ha parecido? Un abrazo.

Instagram: itssarahmey



Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Where stories live. Discover now