- Ésta vez los leeremos muy bien. – dijo seriamente ganándose una mirada apacible de Simon.

- Un trato es un trato. Te pedí una idea que pudiese igualar lo que tenía planeado y lo hiciste, aunque no sea lo más viable para mí y me estoy arriesgando demasiado. – Lauren sabía que Simon era inteligente y al parecer hombre de palabra, no debía ser algo realmente funcional, sólo que igualara su plan y lo había hecho. - Cumpliré lo que te prometí.

- Gracias. – dijo dando un suspiro y él sólo asintió.

- Ahora, ¿podemos cenar algo, por favor?

- Por supuesto, señor. – sonrió levemente.

- Tutéame... socia. – le guiñó un ojo y Lauren de pronto sintió que no sería sencillo, pero moría por darle la noticia a Camila y ver la condiciones de Simon. No se confiaba de que lo hubiese convencido tan fácil, pero pondría su fe en ello.

Cowell hizo una seña y en cuestión de segundos la mesera de antes llegó a la mesa tomando la orden que él se encargó de pedir por los dos.

El resto de la velada hablaron de cualquier cosa que cubriera el silencio y antes de medianoche Lauren ya estaba de vuelta en la entrada del hotel.

- Mañana mandaré a unos de mis abogados a hablar contigo. – dijo el hombre que comenzaba a subir al auto lujoso que antes los había llevado al restaurante. – Puedes pedirle a tu apreciado Marco que esté contigo, a tus padres e incluso las chicas. Será un cambio importante para todos y de todos modos se tendrán que enterar. – se sentó y cerró la puerta, Lauren pensó en girarse, pero Simon bajó la ventana. – Lauren, eres muy inteligente, déjame pulir ese talento tuyo para hacer tratos.

- No, gracias, señor. – dijo sonriendo de verdad por primera vez. – Sólo quiero ser una chica de mi edad.

- Buenas noches, Lauren. – asintió. – Hice mi parte, ahora más vale que la tuya funcione porque, a pesar de tu perspicacia, si no lo hace las consecuencias serán las mismas. – comenzó a cerrar la ventana, pero se detuvo. – Ah, Lauren, hablaba en serio cuando pedí que me tutearas. – terminó de cerrar la ventana y el auto arrancó. Lauren volvió a sonreír, no podía creer lo fácil que resultó y, aunque aún faltaba leer las cláusulas, era un avance que Simon hubiese accedido.

Al girarse y comenzar a subir las escaleras que la llevarían al lobby, apresuró el paso ansiando llegar a la habitación y contarle a Camila, la sonrisa en su rostro era ancha y al cruzar las puertas, se dio cuenta que todo estaba totalmente vacío, haciéndola detenerse de golpe borrando su sonrisa.

La recepcionista no estaba, el portero tampoco, no había gente caminando de un lado a otro por los pasillos.

Miró a su alrededor con atención y su vista se fijó en el reloj del lobby que había visto antes de irse con Simon, jadeó suavemente cuando las manecillas seguían marcando las 8:00pm y el segundero vibraba en el mismo lugar sin moverse.

- Lauren. – dijo alguien detrás y al girarse, vio una figura que conocía de tiempo atrás, una capucha, la cara de Camila, diferente voz. Era su destino.

- Tú. – su rabia salió a flote, pero notó a alguien detrás de ella.

- Desde que saliste por esa puerta, hicieras lo que hicieras, marcaría el destino, el tiempo aquí para ti se detuvo justo a ésta hora. – sonrió. – ¿Estás satisfecha con tu trabajo, con el resultado? – pero Lauren no contestó, se enfocó en la figura detrás.

- ¿Quién eres tú? – preguntó con voz firme y comenzó a caminar, rodeando a su destino para ver mejor. – ¿Por qué te escondes de mí?

¿Y si te encuentro? - CAMRENWhere stories live. Discover now