Todo se encuentra en perfecta calma. Hasta que un vehículo aparca de una manera estruendosa captando mi atención. Una rubia de ojos verdes baja del auto, ella sonríe mostrando sus perfectos dientes blanquecinos, seguidamente baja un jóven al cual reconozco al instante.

El dueño de los ojos azules.

Giro mi rostro intentando calmar el hormigueo que produce en mi cuerpo su presencia. Pensé que los Janssen no tenían necesidad de salir de su casa, era casi un palacio, lo tenía todo. Escucho las risas de la rubia, quien en menos de lo que pensé pasa por mi lado chocando su hombro con el mío. Enseguida se gira y puedo ver su rostro. Ella es la chica de la fiesta. Lana.

— ¿Katie, cierto?—pregunta, señalandome con su dedo índice mientras yo la observo desconsertada. Ruedo mis ojos mentalmente ante la mención de su apodo.

— Kathleen.

Una sonrisa aparece en sus labios como si estuviera contenta de verme.

— ¿Cómo estás, Kathleen?—pregunta amablemente.

— Genial.

— ¿Te gustaría venir a tomar un chocolate caliente con nosotros?—la rubia me observa impasible, pero una sensación desagradable se afloja en la boca de mi estómago— No acepto un no, Kath.

— Yo...

— ¡Genial, vamos!—sin poder evitarlo, sus manos se encuentran arrastrándome hasta adentro del local. Busco a Jessica con la mirada pero ésta no parece verme.

Lana me arrastra junto con ella hasta una mesa un poco alejada del resto, se sienta a mi lado de manera que Mikhail se sienta frente a nosotras sin decir nada. El juega con un piercing en forma de aro en su labio, el cual no había notado antes. Su cabello rubio cae sobre su frente, está desordenado...aparto mi mirada de él.

Lana pide tres chocolates calientes, pues al parecer es la nieta del dueño del lugar motivo por el cual todos la conocen. Aunque jamás la había visto en este lugar.

Lana es una chica rubia de ojos claros bastante simpática. Me hubiese gustado decir que era una bruja perversa que se creía superior a todos en el pueblo, pero no podía, es más, Lana era todo lo contrario a eso, amigable, simpática, bonita y por la manera en la que mira a Mikhail se nota que entre ellos hubo algo más que amistad.

Por un instante me siento mal por estar allí.

— ¿A que preparatoria asistes, Kath?—pregunta Lana de manera amigable.

Bebo de la taza humeante frente a mí, le doy traguitos cortos pues está tan caliente que lastima mi pobre garganta.

— En Midtown High.

— Oh, tengo una prima que asiste a esa preparatoria, me ha contado que los chicos son extremadamente sexys.

Uno mis cejas, asegurándome de que estábamos hablando de la misma preparatoria. En realidad, jamás me había fijado en el rostro de los chicos que iban a mi preparatoria, no era de ese tipo de acosadoras que con solo ver a un chico una vez podían rastrear su dirección, intervenir sus teléfonos y secuestrar a su familia. Para nada Kathleen...

— Algo así—me encogo de hombros.

— En Loyal High los chicos son unos imbéciles—murmura decepcionada y puedo ver como sus ojos se clavan en los de Mikhail.

Oh...mierda.

— ¿Te llevamos a casa?—pregunta Lana, mirándome dulcemente.

Inmediatamente giro mi rostro para comprobar que mis amigos no se han ido sin mi, pero la mesa en la que se encontraban se encuentra vacía, entonces me fijo en que el lugar está a punto de cerrar.

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