-¿Sabes algo de tu padre?

Verónica negó con la cabeza mientras el la besaba. De nuevo haciendo arder todo su alrededor.

-Aún está inconsciente.

El semblante de Verónica se ensombreció.

-¿Qué hacías allí? ¿Sabes algo del que le pegó?

David frunció los labios, sin gustarle lo más mínimo la respuesta a esa pregunta que aún no había dicho en voz alta.

-Lo siento mucho.

Ella le calló con un beso.

-No fuiste tú quien le pegaste, así que no te disculpes.

-Sí, pero fui yo quien incitó a ese chaval a ir al concierto con ganas de pelea.-la cogió por los brazos con fuerza y le obligó a mirarlo.- Le di drogas que lo vuelven aún más violento de lo que ya es de por sí.

Verónica abrió la boca.

-¿Cómo pudiste hacer eso?

-Lo siento. Jamás pensé que esto iba a afectar a tu padre.

Verónica lo miró furiosa. No se le había pasado aquello ni por la cabeza. Miró a David, y no le gustó lo que sintió.

-Tal vez sí que sea verdad que no deberíamos de volver a vernos. Jamás me había imaginado eso de ti.

Se giró, con lágrimas en los ojos y con sentimientos contradictorios que no era capaz de controlar en ese momento. Escuchó como David la llamaba y no se giró. Tal vez aún estaba a tiempo de escapar de él. De olvidarlo y de no volverlo a ver nunca mas.

-Espera, por favor.

Verónica se giró furibunda, con la intención de gritarle hasta que lo vio cojear.

-¿Qué te ha pasado?

La preocupación fue más fuerte que el enfado. David dirigió la vista al suelo. No quería mentirle, pero la realidad iba a enfadarla aún más.

-¿Que te ha pasado, Cobra?-repitió ella, dejándolo con los ojos abiertos como platos.

-¿Como sabes eso?

-Tu amigo Darren se aseguró de que me enterase de que solo soy una de tus putas. Una más.

David se acercó cojeando hasta ella.

-Voy a matarlo.

Ella puso los ojos en blanco, una vez más sin reconocerse.

-No vas a matar a nadie.

-Te ha llamado puta. Ese cabronazo se ha atrevido a llamarte puta. A ti. Maldición.

David comenzó una retahila de insultos que llamaron la atención de las personas de alrededor. Verónica sintió algo de vergüenza y trató de calmarlo, pero sólo logró alterarse ella aún más.

-¿Por qué diantres no me cuentas la verdad?

David a pesar de su enfado, paró su retahila al escuchar la palabra diantres saliendo de sus labios.

-La verdad es demasiado para alguien como tú Verónica. Lo tienes todo y quiero que siga siendo así, por eso sigo pensando que he de alejarme de ti. Darren no es mi amigo, puede que sea incluso mi peor enemigo. No hagas caso de nada de lo que te cuente y si alguna vez lo ves, vete lo más rápido que puedas.

Verónica se quedó seria mientras fundía sus ojos en él.

-¿Quien es Cobra? ¿Y quien es David?

David apretó los puños, furioso consigo mismo por no saber reaccionar.

-Son la misma persona, ojos azules.

Ella lo observó y se acercó a él. David se fijó en que tenía el flequillo abierto y la frente despejada, y se le antojó aún más hermosa que de costumbre.

-No. Creo que no lo son.

David le dio tiempo para que se explicase.

-Eres Cobra cuando estas metido en sabe Dios qué lios.- tomó aire.- Pero eres David cuando estás conmigo. Y a esa persona es a la que quiero conocer.

David sintió que por primera vez en toda su vida estaba desnudo ante alguien. Desnudo de verdad. Como si su mirada fuese capaz de atravesar el precipicio que había en su interior y en el que ni él mismo se atrevía a entrar.

-El gran problema de todo esto, es que somos un pack. Es imposible separar a David de Cobra, sin que ambos resulten muertos Verónica.

Ella lo observó, y se fijó en que estaba temblando. Tal vez por la lluvia que le había caído, tal vez por los nervios. Tal vez por un pasado que se esforzaba por volver una y otra vez. Tal vez por cualquier otra cosa, pero simplemente lo abrazó, como si con su abrazo pudiese curar todas las heridas visibles y no visibles de ese hombre. Ese hombre que quería para ella más que todas las maravillas del mundo. Una maravilla casi tan enorme como esa tormenta grisácea de sus ojos, que se cerraron disfrutando de el abrazo que ella le ofrecía.

-Quiero conocerte.

-Quiero que lo hagas, pero...

En esta ocasión fue ella quien lo obligó a mirarlo. Centímetros más baja que él.

-Quiero conocerte, sin peros y sin medias tintas.

-¿A pesar de que pueda ser peligroso?

-No hay nada más peligroso que amar y no arriesgarse.

Gracias por leer, subiré otro capítulo proximamente. Un abrazo.

Instagram: itssarahmey

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora