En los días siguientes había escuchado por boca de Lucas y Justina que la fiesta de egresados caía una noche de diciembre, en un salón que quedaba a diez cuadras de su casa. Pensé en ir, tenía el terrible deseo de conocer chicas nuevas, pero sería en vano.

Mis esperanzas de vida eran nulas.

Esa tarde me metí en un bar y no salí de ahí hasta que mis pensamientos dejaran de existir.

Luego desperté en un baño público y nuevamente me encontré con mi propio vómito.

Una chica morena se aterró al verme. Escuché que pegó un grito al abrir la puerta. La observé por unos segundos, mi vista estaba perdida, mis ganas de vivir ya no existían.

Pero mis ganas de ir a la fiesta de egresados de mis primos eran más fuertes. La tristeza me consumió al pensar que esta también sería mi fiesta de egresados; que mi mamá hubiera estado orgullosa de tener a un hijo rebelde que terminaba la secundaria y que Nicolás me acompañaría en esos momentos. Que él luciría igual que yo pero mucho mejor, menos desalineado.

Empujé a la chica y salí corriendo.

Me sentí culpable, ella quería ayudar. Pero se estaba interponiendo en mi destino.

Dicen que son fiestas privadas y que sólo entras con invitación o si tu nombre está en la lista, pero logré entrar más rápido que los mismos invitados que tienen que pronunciar su nombre para poder entrar. Pobres, no saben que la piratería es más fácil.

Las luces fluorescentes me desorientaron; la música a todo volumen encendió mis ganas de vivir. Todos a mí alrededor bailaban con un vaso de alcohol en sus manos. Todos disfrutaban del momento menos yo.

Busqué a Justina pero no la encontré. Después a Nanny pero no la vi en ningún lado.

Rengueé hasta la barra y me senté ahí, quería seguir tomando para sentirme bien por un momento.

—Vodka, por favor. —Dije.

Lo poco que recuerdo de aquella fiesta es que por un momento vi a Nanny hermosa, con un vestido negro. Ella bailaba y reía con su hermano, sus amigos y su novio.

También lo vi a Lucas. Él estaba a mi lado bebiendo; nunca se percató de que Omar, el amigo de su infancia, estaba a su lado.

Yo supe muy bien que no estaba feliz, de que Nanny le había roto el corazón y que ahora tomaba por la misma razón que la mía: para olvidarnos de ella.

Él quería dejar de amarla, yo quería dejar de sentirme culpable por todo lo que le hice.

Seguíamos teniendo cosas en común.

Cuando todo terminó y las luces dejaron de parpadear una y otra vez, busqué el auto de Bastian y los seguí por detrás.

Noté que todos estaban en pedo menos él y Justina. Bueno, yo creo que Nanny tampoco lo estaba. Ella siempre tomaba en pequeñas cantidades y sabía cuál era su extremo.

Eso era lo que admiraba de ella.

A los pocos minutos, estacionaron en la puerta de la casa de mis primos y todos bajaron riendo. Justina tomó en brazos a su hermano antes de que cayera al suelo. Bastian la ayudó y lograron entrarlo. Julio y Nanny hablaban sobre lo bien que la pasaron y junto con Tiziano, siguieron a los demás.

Entonces vi cómo Carla, la novia de mi primo corrió por un vaso de agua para Lucas y Tiziano, que eran los que más habían bebido. Todos se reían de ellos por cómo actuaban.

Pájaros en el techo (basada en hechos reales)Where stories live. Discover now