―Me estás provocando ―le reñí.

―¿Yo? ―me miró por encima de su hombro con cara inocente― Yo nunca haría eso.

Si ella quería jugar, entonces yo también lo haría. Me quité la camiseta con rapidez y la tiré al lado de la puerta de su habitación para que ella la viera. Mordiéndome el labio, me levanté de la cama y la atrapé por la cintura. Besé su hombro desnudo y bajé alrededor de la tira de su sujetador hasta llegar al cierre, donde me detuve precipitadamente.

―Oh, qué fácil sería desabrochar esto de aquí ―medité en voz alta depositando un par de besos en su espalda, terminando de nuevo sobre la hebilla.

―Hazlo ―jadeó.

―¿Seguro?

Ella asintió con lentitud.

Dirigí ambas manos a mi objetivo con decisión, pero justo cuando estuve a punto de deshacerme de su prenda íntima, un par de golpes en la puerta nos alarmaron a los dos.

―Alba, cariño, ¿estás despierta? ―era la voz de su madre.

Se giró hacia mi con los ojos bien abiertos y abrió su boca formando una o.

―Métete debajo de la cama ―susurró histérica―, venga, venga...

Haciéndole caso, me agaché y me arrastré hasta quedar completamente oculto. Vi sus pies desnudos correr hasta la cama y a continuación sentí como el colchón se hundía levemente sobre mí.

―Sí, mamá ―contestó.

Asomando la cabeza un poco logré tener una perfecta visión de una parte de la habitación, por lo que pude ver a su madre entrar y acercarse hasta donde estábamos con una sonrisa cariñosa.

―Cariño, necesito tu ayuda ―dijo, sentándose en la cama ella también―. ¿Vienes a la cocina?

―Claro, dame cinco minutos.

―Oye, ¿y por qué no invitas a Marcel esta noche? Seguro que le hará mucha ilusión, además, ese chico es muy bueno contigo, y se ve que te tiene bastante aprecio, deberías...

Pero de repente se quedó callada, haciéndose así el silencio súbito en toda la habitación. Fruncí el ceño al no saber que estaba pasando. Y entonces me percaté de lo que seguramente era la causa de su silencio. Mi camiseta, mi camiseta aún seguía tirada en el suelo. Mierda. Montse se levantó y caminó en dirección a la puerta para recogerla y levantarla frente a su cara.

―¿De quién es esto Alba? ―conseguí ver la cara de desconcierto de su madre asomándome con discreción.

―D-de un chico ―farfulló nerviosa.

―Ya, cariño, no soy tonta. Me refiero que a quién le pertenece ―comentó su madre con diversión.

¿Divertida? ¿Ella encontraba la situación divertida? Me sorprendí porque no estuviera molesta o se sintiera decepcionada.

―E-es de Marcel, de cuando se queda algunas tardes aquí ―trató de explicarse midiendo sus palabras―, ya sabes que le gusta estar cómodo.

―Alba, no me mientas ―rió Montse acercándose de nuevo hasta la cama.

―No miento...

―Soy tu madre, y te conozco, y sé que ahora mismo me acabas de mentir ―hizo una pausa, incorporando una amplia sonrisa en su rostro―. ¿Es de tu novio?

―¡Mamá! ―soltó ella haciéndome reír.

Seguramente estaba color escarlata en esos momentos.

Te NecesitoWhere stories live. Discover now