14.

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Narra _____.

Desperté de repente presa del pánico por una pesadilla. El corazón me iba a mil, parecía que se me iba a salir del pecho, mientras que las sábanas a mi alrededor y la almohada estaban empapadas en sudor. Con una mano en el pecho fui poco a poco controlando la respiración hasta que por fin pude controlarla del todo. Ya ni siquiera me acordaba de lo que había soñado, pero lo había pasado tan mal...

Alargué la mano hasta la mesita de noche y verifiqué que aún era muy temprano para levantarme, pero entre el susuto que seguía teniendo en el cuerpo y lo incómoda que me sentía con las telas mojadas bajo mi piel, me puse en pie y comenzé a hacer cosas. 

Lo primero fue darme una buena ducha, ya que tenía tiempo lo iba a aprovechar para relajarme con agua hirviendo y geles aromatizantes. Después de esto, quedé como nueva. Peiné mi cabello haciéndome una trenza muy simple, como a mi me gustaba, y con algunos mechones sueltos cayendo al rededor de mi cara. Me vestí con el uniforme y terminé de asearme rociándo unas cuantas gotas de mi colonia sobre mi piel.

Estaba aburrida y no sabía que más hacer. Ya tenía todo preparado y listo para marcharme, pero el reloj parecía ir tan lento como si se tratara de quedar el último en una carrera de tortugas. Finalmente, decidí que esta vez sería yo quien fuera a casa de Liam, así podría darme un paseo de camino allí y eso me serviría para despejarme un poco.

La semana se me había pasado muy rápida a pesar de que hubiera sido algo pesada con tanta fecha de examen. Ya era viernes, cosa que me hubiera alegrado mucho más saber sino hubiera sido por la cita que tenía pendiente esta tarde con Javier. No quería ir, no tenía ninguna gana, pero se lo había prometido a Ruth, a una de mis únicas amigas, y no podía fallarle.

Llegué hasta el edificio de Liam. Debido a la hora que era, no veía oportuno entrar sin antes avisar, por lo que llamé al telefonillo. Él se sorprendió mucho de que estuviera allí, pero igualmente me dejó pasar.

Subí por el ascensor y me encontré la puerta de su casa abierta. Entré dentro y cerré la puerta detrás mía. Crucé el salón, donde no había nadie y seguí por el pasillo.

—¡Ay! —escuché la voz quejadumbrosa de Katy— ¡Para, me haces daño!

—¿Y cómo no te lo voy a hacer? ¡si no te estás quieta! —exclamaba Liam claramente desesperado.

—Buenos días —saludé interrumpiéndoles, sin poder evitar reír al escuchar aquel absurdo diálogo.

Los dos, que se encontraban en el baño con la puerta abierta, giraron su cabezas hacia atrás y me miraron.

—¡_____!

Katy, saltando del pequeño taburete que le permitía reflejarse en el espejo, corrió hacia mi con el pelo muy alborotado y me abrazó por las piernas. Fue en ese instante, cuando dirgí mi vista hacia ella, que me di cuenta de lo que Liam intentaba hacer momentos antes.

—¿Y esto? —pregunté señalando un peine que tenía enredado en su pelo.

—Liam no me sabe peinar. Estoy indignada —refunfuñó cruzándose de brazos.

Alcé la mirada hacia Liam y vi como abría su boca impresionado mientras se acercaba a nosotras.

—Que mentira más grande, ¿qué yo no te sé peinar? Será que tú no paras quieta.

Yo reí ante la actitud de los dos.

—Anda, ven aquí.

Cogí a Katy de la mano y la volví a llevar hasta el baño, allí la subí de nuevo sobre el taburete y yo me coloqué justo detrás de ella. Comencé a desenredar delicadamente su precioso cabello rubio, mechón a mechón, para no hacerle daño. Cuando me pareció que ya estaba bastante cepillado, le hice dos coletas a los lados y le dejé su flequillo suelto a un lado de su cara.

Te NecesitoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum