16.

22.4K 847 27
                                    

—Por favor, por favor, por favor...

—Vale, vale —acepté riendo. Me preocupaba mucho que mis padres me pillaran en esa mentira que les iba a echar, pero las ganas de quedarme en su casa esa noche eran aún más fuertes que el miedo de hacer algo que nunca antes había hecho—, me quedaré.

—Así me gusta —sonrió satisfecho.

—Pero, ¿dónde dormiré?

—Pues... —él desvió la vista hacia el sofá de la sala y más tarde volvió a fijarse en mí—, creo que lo mejor será que duermas en mi cama. Yo dormiré aquí.

—¿Qué? No —me negué sentándome en el sofá—. Yo aquí y tú en tu habitación, que para eso es tuya.

—Pero tú eres mi invitada, y quiero que te sientas como en tu propia casa. Así que no se hable más, no me gustaría discutir contigo por esta tontería.

—Está bien —me resigné, abandonando el sofá y caminando hacia él.

—¿Quieres que te deje alguna de mis camisetas para dormir? Creo que te servirán perfectamente de camisón —añadió entre risas.

—Seguro que sí —dije uniendo mis carcajadas con las suyas.

Él me guió en completo silencio hasta su cuarto y, según entró, se dirigió directamente hacia su armario. Sin querer ser demasiado curiosa, me senté sobre la colcha de su cama y me dediqué a observar pacientemente los graciosos muñequitos bordados en la tela. El día en que lo ayudé a ordenar sus cosas en la habitación me sorprendió mucho ver que aún guardaba figuras o peluches de los personajes Disney, pero hoy, después de haber pasado la noche junto a él viendo Toy Story, comenzaba a comprender que, a pesar de tener veintidós años y aparentar algunos más, él seguía siendo un niño pequeño al que le gustaba dormir rodeado de siluetas tales como Andy o Buzz Lightyear.

—¡Esa! —exclamé de pronto levantándome de un salto de la cama al ver de reojo una camiseta que me llamó mucho la atención.

—¿Cuál? —preguntó desinteresadamente dando media vuelta y escondiéndola tras él.

—Ésta —alargué mi mano hasta su espalda y le quité de su agarre lentamente la camiseta.

Al extenderla frente a mi cara comprendí el motivo por el cual posiblemente la escondía. El logotipo de Batman destacaba en el centro de ésta con el típico amarillo chillón dándole color. Raramente no recordaba haberla visto cuando lo ayudé aquel día a doblar su ropa.

—¿Por qué la escondes? —susurré con cierta ternura de la que no fui consciente hasta que me escuché a mí misma— A mí me gusta, es una monada...

—Pensarás que soy un niño pequeño teniendo todavía estas cosas.

Sin poder evitarlo comencé a reírme abiertamente, aunque al mismo tiempo me compadecí de él. No por lo que había dicho, sino por la cara de vergüenza que se notaba que tenía.

—Liam, no tienes por qué avergonzarte. Que una parte de ti siga siendo un niño pequeño no es nada malo, al contrario, te hace parecer más... —me paré un segundo pensando en si realmente quería mencionar esa palabra—, te hace parecer un chico de lo más adorble. Además, no sé por qué quisiste esconderla ahora—le dije señalando con la cabeza la camiseta que resguardada entre mis brazos y mi pecho—, acabamos de ver Toy Story y no pareció importarte demasiado que estuviera yo delante cuando te ilusionaste como si tuvieras la misma edad de tu hermana.

—E-es verdad... parezco idiota —admitió abochornado con las mejillas ligeramente encendidas—. Puedes ponértela si quieres. La verdad es que cualquier cosa te quedaría bien.

Te NecesitoWhere stories live. Discover now