26.

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—Papá —lo llamé alzando la voz—, papá, ¿dónde estás?

Cerré la puerta de casa alarmada después de haber leído su mensaje. Lo busqué primero por el salón, pero no estaba. Me giré y vi luz en la cocina. Corrí hasta allí y lo encontré sentado en un silla con los brazos cruzados, mirando fijamente su móvil, el cual descansaba sobre la mesa.

—Siéntate —me ordenó, fijando su vista en mí a la vez que señalaba una de las sillas en frente suya—, tenemos que hablar.

—Me estas preocupando papá. ¿Qué ocurre?

Me senté frunciendo en ceño y lo miré expectante. No podía soportar aquella incertidumbre que me embargaba por dentro. 

—_____, aclárame qué significan estás fotos —demandó, dándole la vuelta al móvil y permitiéndome ver la pantalla iluminada del dispositivo.

Al oír la palabra "fotos" se me cayó el alma a los pies. Supe de inmediato a lo que se estaba refiriendo. Fotos de Liam y mías, sin duda. Tal era la seguridad que sentía que ni quise dirigir la vista hacia el móvil, pero la inquietud por saber de forma exacta que era lo que él había visto me pudo.

En la primera imagen aparecíamos sentados sobre las rocas de la playa riendo, nada por lo que tuviera que preocuparme, pero en la segunda se nos veía de una forma un poco más comprometida. Ambos estábamos de pie observándonos, yo con sólo mi bikini y mi vestido tirado en la arena, y Liam desprendiéndose de sus vaqueros sin apartar sus ojos de mi rostro. 

Tragué con dificultad y aparté el móvil, no tenía ni el valor ni la suficiente fuerza como para continuar viendo más.

—L-lo siento —fue lo único que me atreví a decir. Agaché la cabeza arrepentida y esperé a que la gran bronca por su parte llegara.

No sabía como podría volver a mirarle a la cara. Papá siempre se había preocupado porque ningún chico se acercara a mí, y ahora de pronto se enteraba de esto. Creía que el hecho de que fuera un chico no era lo que más le podía molestar en esta ocasión, sino que fuera mi profesor y entrenador, y que además tuviera seis años más que yo.

—No te tienes porqué disculpar.

Yo alcé la cabeza anonadada. ¿Realmente había escuchado bien?

—¿No estás enfadado? —le pregunté sin poder evitar mostrar la sorpresa en mis palabras. Él negó— ¿En serio?

—La culpa de todo esto la tengo yo —dijo—. He estado toda mi vida prohibiéndote hablar con chicos, intentando que ninguno se acercara a ti, incentivándote para que prefirieras estar en casa antes que con tus amigos... pero todo lo hacía para protegerte y evitar que te hicieran daño. Entiendo que ya tienes cierta edad para experimentar por ti misma lo que es la vida, el amor más concretamente.

Me sentía tan incómoda hablando de estas cosas con él.

—Entonces, ¿no te molesta que... bueno, que salga con Liam?

—Me encantaría decirte que sí me molesta, pero si lo hago no estaría siendo sincero ni contigo ni conmigo mismo —confesó encogiéndose de hombros. Estaba muy impresionada por todo lo que decía. Jamás pensé que ante estas cosas reaccionaría así—. Sé que Liam es muy buen chico, y a pesar de que vuestras edades son algo distintas, me gusta que te hayas fijado en él. Pero el hecho de que sea tu profesor ya no me agrada tanto.

—¿Eso qué quiere decir? —pregunté quizá sabiendo lo que diría a continuación.

—_____, creo que lo mejor es que paréis cuanto antes con esta relación que tenéis. Debéis dedicaros únicamente a hablar cuando sea necesario en el colegio, y si alguna vez vamos a su casa igual, hablaréis lo justo y necesario.

Te NecesitoWhere stories live. Discover now