30.

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Narra Liam.

-Liam, ¿podrías echarle un vistazo a estos exámenes antes de marcharte? -Daniel se acercó a mí manteniendo unos papeles en alto- Lo haría yo, pero estoy demasiado cansado y dudo mucho que los pueda corregir con algo de coherencia. A demás, es algo urgente, ya sabes que mañana es la sesión de evaluación y tenemos que poner las notas del trimestre.

-Sí, claro -acepté. Miré mi reloj calculando el tiempo que me llevaría-. Vete a casa y descansa, yo me encargo de todo.

-Muchísimas gracias Liam -me sonrió agradecido-, te debo una.

Después de verlo abandonar la clase, suspiré algo agobiado y me puse en seguida a realizar la tarea que tenía pendiente. Había pensado en salir un poco antes del colegio para darle una sorpresa a _____ antes de su audición, pero al parecer eso ya no sería posible.

Normalmente los exámenes de música que se hacían en los colegios no eran muy complicados, pero los que tenía que corregir eran sobre la historia de la Edad Media y estos si que tenían algo de complejidad.

Después de haber pasado unos veinte exámenes, llegué al de _____. Podía imaginarla perfectamente aquel día escribiendo como una loca todas las respuestas sin parar, a la vez que enrollaba uno de los mechones de su pelo en su dedo índice presa de los nervios por saber si aprobaría o no. No sabía como aún se seguía angustiando por esas cosas, tan solo había que fijarse en sus respuestas bien redactadas y en el 10 que le había puesto para ver que era una alumna ejemplar.

Unas cuantas vibraciones procedentes de mi teléfono que estaba sobre la mesa me distrajeron un par de veces, pero conseguí terminar a tiempo a pesar de todo. Suspiré pesadamente agotado por el ajetreado día que había tenido y en seguida me levanté de mi silla sin perder más tiempo. Guardé todo en mi carpeta, cogí mi móvil en la mano y eché a andar por los pasillos apenas iluminados del colegio.

Empecé a ojear algunos de los mensajes que me había mandado Niall y otras llamadas de _____, seguramente estaría desesperada porque aún no había llegado, pero de repente mis ojos se posaron en aquel número desconocido haciéndome parar en seco. Lo había guardado esa mañana en la agenda de mi teléfono antes de dárselo a _____ para así poder seguir investigando sobre el origen de los mensajes.

Ayer por la noche, después de comprobar que todos en mi casa estaban dormidos, me decidí a llamar al número, pero la línea comunicaba continuamente.

Entonces recordé la foto que habían dejado en el despacho de Pilar hacía un par de semanas y que gracias a Niall ella no había visto. Aquella foto la habían tomado desde el colegio, y fue en horario de clases, lo que significaba que la persona que hubiera sido solo podía ser dos cosas, o alumno o profesor.

-Hey, Liam -una voz aguda a mi espalda me hizo pegar un bote-. No te asustes hombre, que no muerdo.

Ainhoa apareció delante mía con una enorme sonrisa en su rostro.

-H-hola -pronuncié recuperándome del susto.

-¿Aún sigues aquí? Voy a empezar a pensar que te gusta hacerme compañía por las tardes en el cole -alcé las cejas sin entender-. Aquí nunca hay nadie a estas horas y desde que llegaste tú ya no me siento tan sola.

-Ya... -la miré incómodo.

Se giró y empezó a caminar para que yo la siguiera. Entró a su clase y se sentó en el borde del escritorio.

-¿Tendrás tiempo para salir hoy conmigo, o también estás ocupado?

-Pues sí, la verdad es que...

El tono de llamada de su teléfono me interrumpió. Ella lo tomó entre sus manos y observó la pantalla.

-Un segundo -me indicó antes de ponérselo en la oreja y comenzar a hablar-. ...ahora no podemos hablar... no, aún no, lo siento... he dicho que aún no... -susurraba nerviosa dándose la vuelta como si de esa manera no pudiera escucharla-, ...te llamo más tarde... -cortó la llamada y me miró cambiando su actitud-. Perdona, una amiga algo pesada -sonrió intentando mostrarse amable.

Te NecesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora