21.

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Un mes más tarde...

Narra Liam.

—Porfa... 

—No.

—Porfa, porfa, porfa, porfa, porfa...

—Que no.

—Pero, ¿por qué no? No lo entiendo —refunfuñó Katy—. ¿Qué te cuesta dejarme ir a las audiciones?

—Katy es mi trabajo, yo no te puedo dejar ir así porque sí —le dije mirándola por el espejo retrovisor—. Sabes que si dependiera de mí te llevaba conmigo.

—¡Pues ahora me enfado y no respiro!

Ella frunció sus labios, se cruzó de brazos bruscamente y giró su vista hacia la ventanilla del coche.

—Anda, no hagas el tonto.

Aparqué el coche frente al colegio, ya que allí sería donde tendría lugar nuestro primer partido de liga, y me bajé con agilidad y rapidez. Mi madre y _____ hicieron lo mismo.

—Venga Katy, baja —le ordené cuando hube abierto la puerta trasera. Esperé a que se moviera o diera algún indicio de que me haría caso, pero al parecer se negaba rotundamente.

—No.

—Me voy a terminar enfadando —le advertí.

—Está bien – acceptó de mala gana y gruñendo. Se desabrochó el cinturón de seguridad y dejó que mi madre la tomara en brazos.

El partido no se disputaría en la cancha donde solíamos entrenar normalmente, sino que sería en una más grande situada en uno de los laterales del colegio. Había pedido desde principio de curso llevar a cabo los entrenamientos allí, ya que las instalaciones eran muchísimo mejores, pero al parecer requería mucho mantenimiento y el colegio no se podía permitir costearlo durante los nueve meses que duraba el curso. Tanto mi madre como Katy, aún gruñendo, se dirigieron hacia las gradas, mientras que _____ y yo nos reunimos en el centro del campo con el resto de las chicas.

Allí ya se encontraba el otro equipo contra el que jugaríamos con su respectivo entrenador. Éste era un hombre aparentemente unos años mayor que yo, bastante delgado, moreno y alto. Cuando pasé por su lado me echó una mirada de superioridad que no me pareció adecuada, y obviamente no se la devolví. Si había algo que odiaba en aquel deporte era que todo el mundo parecía tomárselo extrictamente en serio, sin importar si quiera el disfrute de los que están observando las jugadas desde fuera o incluso el de las jugadoras.

Tras proponerles el plan de calentamiento a las chicas, me dirigí hacia el banco que había al pie de la cancha asiganado para mí y me senté. No puder evitar que la vista se me desviara más veces de la cuenta hacia las componentes del equipo contrario, las cuales parecían demasiado agresivas. Cosa que pude comprobar mejor cuando comenzaron con el calentamiento de balón. Le pegaban a la pelota contra el suelo como si la quisieran reventar del impacto, pero eso no me asustó en absoluto. Que tuvieran fuerza no significaba que tuvieran una excelente técnica.

—¿Ya me echabas de menos?

La voz burlona de Niall sonó a mi derecha, haciéndome voltear hacia él con una expresión de confusión.

—¿Qué haces aquí?

—Quería ver el partido, y ya de paso hacerte compañía. Qué pasa, ¿es que acaso no puedo?

—Claro que puedes ver el partido, lo que no puedes es estar aquí. Tú tienes que sentarte en las gradas, este sitio está reservado única y exclusivamente para los entrenadores y los árbitros.

Te NecesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora