Capítulo 23

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 Traspasó la primera puerta, y entró en una habitación repleta de mujeres y hombres desnudos. Todos en fila y de pie, que hacían una especie de camino hacia una puerta. Alejado de ellos había algunas mesas con hombres que tomaban bebidas alcohólicas y mujeres que los acompañaban. Si David no estuviese harto de entrar ahí, aquella imagen le habría impactado.

Pero él conocía a todos aquellos hombres, y sabía como tratar a todos y cada uno de ellos. Los ignoró al estar alejados de él y comenzó a atravesar el pasillo que franqueaban aquellas personas desnudas. Ninguno de ellos duraría mucho ahí. Su jefe los eliminaba si no podía venderlos. Los otros dos guardias armados se apartaron ante David, dejando libre la puerta permitiéndole el paso. El chico llamó y entró sin esperar ninguna respuesta.

Se pasó una mano por el cabello, algo nervioso.

-Buenas noches, Maek.-dijo él, en tono de respeto.

Desvió la mirada hacia el suelo cuando vio que su jefe estaba con una mujer desnuda sobre sus brazos. Eran las cinco y diez de la mañana y David apretó los puños. Aquella mujer joven y pelirroja que se encontraba con Maek, su jefe, fue la primera mujer de la vida de David. Cuando ni tan siquiera sabía que trabajaba para su jefe, cuando pensaba que era una chica tres años mayor que él que se había enamorado de él. De la misma forma en la que él se había enamorado de ella, ciegamente. Mas tarde se enteró de que aquella chica solo lo utilizó para convencerlo de hacer algo que su jefe quería que hiciese, algo a lo que él sólo no habría aceptado ni aunque le hubiesen ofrecido un millón de euros. Participar en la captación de varias chicas, y atraerlas hacia su jefe. Fue ahí donde conoció a Cat, así que, si se ponía a atar los clavos, Cat era violada cada noche por culpa de aquella mujer pelirroja que lo utilizó para conseguir los caprichos de su jefe. Aquella misma mujer que había logrado que nunca más volviese a abrir su corazón a nadie hasta ese momento. 

Para alivio de David, no vio a Verónica en ninguna parte. No pudo evitar medio sonreir, aliviado.

-Oh Cobra, me alegro de verte muchacho.

Su jefe era rubio de ojos verdes, de unos cuarenta años de edad y tez bronceada que siempre estaba un poco rojiza por el alcohol. Su voz era poderosa, como si nada pudiese hacer que dejase de ser alguien importante.

-Maek.-saludó él.

Sasha se levantó y miró a David, quien no pudo evitar sentirse furioso. Aún recordaba la indiferencia con la que ella le trató cuando su jefe consiguió lo que quería y ya no tenía que fingir estar enamorada de él. Aún así, su cuerpo totalmente desnudo seguía produciéndole sentimientos contradictorios. La chica tenía unas curvas que habrían vuelto loco a cualquier hombre, y sus ojos eran los mas grandes y bonitos que David había visto hasta hacía unos días. La imagen de Verónica volvió a su mente, como si fuese incapaz de librarse de ella.

-Hola Cobra, que de tiempo sin tener el privilegio de verte.-le dijo ella, condescendiente y divertida pues sabía lo que su mera presencia provocaba en el chico.

-Sasha.-dijo tan sólo, para luego añadir con intención de herirla- Deberías de hacer algo de deporte, tienes los pechos algo más caídos de lo que recuerdo.

Los ojos de ella se achinaron mientras que su jefe sonreía y le daba una palmada en el muslo, indicándole que se fuese y los dejase solos. Ella obedeció, pero no sin antes dirigirle una mirada a David que significaba un "pagarás por decirme eso". Él saboreó la ocasión mientras ella salía de allí, aún desnuda y sin importarle.

-Siéntate Cobra.

El chico obedeció y se mantuvo callado mientras Maek abría una cerveza. Una de tantas. Le ofreció una al chico y David la aceptó. Sabía de sobras que nunca había que negarle nada a ese hombre. Se mantuvo callado, mientras Maek lo miraba fijamente.

-Me ha llegado cierta información que me preocupa.-le dijo, con voz algo indiferente pero que no presagiaba nada bueno.

David le aguantó la mirada, con seguridad. Sabía que Maek odiaba a los hombres que no eran capaces de aguantar su mirada. Tampoco habló, pues sabía que su jefe odiaba que lo interrumpiesen, aunque estuviese callado.

-Bien...-prosiguió tras darle otro trago a la cerveza.- Me han dicho que esta tarde has abandonado tu guardia media hora antes. Quiero saber a qué se debe.

David frunció los labios. No había nada que se le escapase a ese hombre, así que aventuró que ya había averiguado algo sobre Verónica.

-Me pasé a ver la zona del robo que haremos mañana. Quería asegurarme de que todo saliese bien.-mintió.

Su jefe lo escrutó con la mirada, inquisitivo.

-¿Y la chica que iba contigo?

David se encogió de hombros. Aunque algo en su interior dio un brinco por el miedo.

-Era una simple chica.

Su jefe se tocó las manos, como cada vez que pensaba en algo que a David no le gustaba.

-¿La ves como candidata para servir a mis hombres?

David apretó los puños debajo de la mesa. No podía dar un no rotundo, ya que eso llamaría la atención de su jefe aún más hacia ella. Por lo pronto solo sabía que él no la había visto directamente ni tampoco sabía de su existencia por sus propios ojos, solo por alguien que lo había seguido sin que él se diese cuenta. Cuando todo aquello acabase, aquello que David sabía que iba a suceder, haría todo lo posible por encontrar al responsable del chivatazo y ajustar cuentas con él.

-Sí, sobre todo a mi.-le sonrió David.-

Se sintió sucio tras decir aquellas palabras, pero la sonrisa de suficiencia de su jefe le reconfortó un poco. Le había gustado aquella respuesta.

-Bien, pero eso no quita que hayas abandonado tu posición antes de tiempo Cobra. 

El chico se mantuvo en silencio. Sabía que iba a decir algo más. Siempre le daba una de cal y otra de arena.

-Sabes que te quiero como un hijo, pero si no hago a mis hombres servirme ciegamente, todo esto se irá al traste.

El chico asintió.

-No volverá a pasar.-dijo, sabiendo lo que iba a pasar a continuación.

-Estoy seguro de ello.-comentó su jefe, con una mirada aviesa.

Fueron suficientes dos palmadas de su jefe para que los dos gorilas de la puerta entrasen. David se levantó y se quedó quieto. Sabía lo que se le venía encima. Nadie podía abandonar su guardia antes de tiempo, y el que lo hacía, era duramente castigado. Intentó aguantar de pie mientras los puños volaban hacia su cuerpo, haciéndole verdadero daño pero aguantando como podía antes de caer al suelo, donde comenzó a recibir patadas.  

Muchas gracias por leer. Un beso.

Instagram: itssarahmey

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora