—Viejo, pruebas no tengo. Pero te doy mi palabra, podés confiar en mí. Te lo juro por mi vida. Si realmente querés a tu hermana, confiá en mí. Si querés yo puedo ayudarte, lo que le esté pasando a Nanny mi tío puede curarla, te lo aseguro.

Mis ojos se iluminaron al escucharlo, ¿acaso podría confiar en él?

—Si tu hermana está mal, mi tío puede curarla, en serio.

Suspiré; estaba inseguro, tenía miedo.

—Vamos.

Fue lo único que dije, lo último que me quedaba por hacer era confiar en alguien, en la primera persona que estuviera a mi lado. Prefiero arriesgarme, sean cuales sean las consecuencias. La vida de Nanny corre peligro y no quiero perderla.

Podría dejar de correr junto con Lucas, detenerme y preguntarme por qué me toma por pelotudo, por qué me juega esta broma y hasta podría romperle la cabeza contra la pared. Pero no, estaría perdiendo el tiempo y todas mis energías. Quiero llegar a mi casa y llevar a mi hermana a la solución de todos sus problemas que últimamente también son los míos. Porque ella es mi otra mitad, es mi alma gemela; mi hermana, mi hermana melliza.

Abrí la puerta de su pieza. Ella no estaba recostada en la cama como la dejé, estaba inconsciente en el suelo; los vidrios hechos añicos, los peluches y muñecos esparcidos por el suelo. Corrí hacia ella, me desesperé.

—¡Hay que llamar a la policía! ¡Ahora! —Grité con un nudo en la garganta. Las manos me temblaban y mi corazón palpitaba como nunca.

—¡No! —exclamó Lucas—¡La policía no puede hacer nada por todo esto, es algo sobrenatural! ¡Rápido, hay que llevarla con mi tío!

Pensé rápido. Levanté a Nanny en mis brazos, bajé las escaleras corriendo y agarré las llaves del coche de papá. Gracias a Dios hoy no se lo había llevado al trabajo, gracias a Dios que tiene uno.

Lucas corrió por detrás, me subí en el asiento del acompañante con Nanny encima de mí y él enseguida se subió al volante totalmente seguro. Siento que todo esto es un sueño, esto no es real. No es real, no.

—Tranquilo Bastian, no estamos muy lejos.

Le di las llaves y enseguida arrancamos. Nanny apenas respiraba, su rostro estaba totalmente pálido, no se veía para nada bien. Por favor, que pase todo menos perder a mi hermana, es lo último que quiero.

Lucas frenó en el medio de un bosque desconocido. Agarré a Nanny con todas mis fuerzas, bajé y lo seguí por detrás a paso rápido. No sabía exactamente a dónde nos llevaba, solo lo seguí.

—¡Allá, en aquella casa! ¡Ése es nuestro cuartel!

—¿Cuartel qué? —Mis brazos comenzaron a temblar, sabía que tendría que haber ido al gimnasio aunque sea una vez en mi vida.

—¡Alberto! —exclamó Lucas al entrar.

Un hombre de cara conocida salió al instante y se acercó a mí.

—Esta chica es víctima de la magia negra, necesitamos ayudarla. —Le explicó Lucas.

—Hola muchacho, mi nombre es Alberto, ¿Ella es tu amiga? —me preguntó.

—No, mi hermana melliza. Hace unos días encontramos una caja de madera dentro de una muñeca de trapos. Había dientes de leche, mechones de pelo y un pañuelo negro. Busqué en internet y según Google, eso no es nada bueno.

—Humm… Sí, conozco ese tipo de maldición. ¿Cuántos años tiene?

—Diecisiete.

—¿Nombre?

Pájaros en el techo (basada en hechos reales)Where stories live. Discover now