Segundos más tarde, salió su padre, con la mirada baja. Dio media vuelta y se alejó de ahí, estaban en cuidados intensivos, pero solo podían pasar de unos en uno, ella había sido la primera, estaba estable, o eso decían. Al llegar a la sala de espera se dejó caer en una silla, para seguir lamentándose.

-Iré yo. -hablaron cerca de ella y levantó la cabeza, Manu.

-Haz que despierte. -le pidió.

Manu no supo qué decir, un nudo es su garganta volvió a hacerse presente. Todavía no había sido dado de alta, pero podía ir a visitar a Ana. Tomando el soporte de metal para el suero que llevaba en su vena, comenzó a caminar con lentitud, no sabía si era porque se sentía débil física o mentalmente. Le dolía volver a repetir esto, porque él fue quien la encontró, él fue quien la trajo, él fue quien no la cuido, él tampoco recuerda nada.

Al pasar por el cristal que los separaba, las lágrimas ya comenzaban a acumularse y el nudo a ser asfixiante, no quería tener un ataque de pánico, solo necesitaba verla, sentir su mano unos segundos, asegurarse de que seguir respirando, que volvería a sonreír y a abrir aquellos hermosos ojos.

Entró con lentitud, quería gritarle que se despertara, que cada segundo sin ella comenzaba a ser más duro. Todos la estábamos esperando. Se acercó a la cama, en donde la vio la primera vez en España. No quería estar mucho tiempo, verla le dolía.

-Por favor, despierta. -tomo su mano y la apretó ligeramente.

El recuerdo de la graduación vino a su mente, no se habían soltado las manos en un buen rato. Sonrío inconscientemente ante aquel recuerdo y las palabras querían salir, decirle todo, pero no quería que esto fuera una despedida, porque ella iba a despertar. Lo haría.

Las palabras no salían, quería decirle todo y al mismo tiempo nada, Manu quería decirle nada, porque tenía miedo de que no le contestara, amaba conversar con ella, escuchar su voz y las sonrisas que soltaba, verla ahí le dolida, como dolía. Con las manos temblando y apenas sosteniendo su cuerpo, se dejó caer en la silla que estaba a un lado.

No quería soltar su mano, pero quería que sus oídos ya no escucharán aquel irritante sonido, bip...bip...bip... Se repetía constantemente no quería pensar que su vida se veía reflejada en aquella máquina, quería que se callara de una vez, sobre todo quería que Ana despertara, ¿por qué no lo hacía?

Y como si su deseo se hubiera cumplido, aquella máquina dejo de emitir el típico pitido alargándolo, en ese momento el alma se le cayó a los pies, no.

-¡Ana! -gritó, comenzando a hacer RCP, su cuerpo había reaccionado con rapidez, todo por no perderla.

Cada cierto tiempo apretaba en el precio de la chica, con sus manos entrelazadas y poniendo la fuerza necesaria para que su corazón volviera a latir, pronto comenzó a alterarse y se dio cuanta que nadie venía, había presionado el botón de urgencia, pero nadie venía.

-¡Un Doctor! -decía mientras seguía con el contaste movimiento de sus manos entrelazadas sobre el pecho de Ana.

Comenzaba a cansarse, pero se obligaba a seguir, si no lo hacía podía morir, deseo con todo su corazón que lo estuviera haciendo bien, lo había hecho pocas veces, pero esta vez era primordial, porque de donde se escuchaba un sonido, que no se detenía, lo que hacía que sus nervios aumentará, porque el miedo lo había escondido.

-¡Preparen el Cardiodisfibilador! -ordenó el Doctor, Manu seguía con su tarea.

Al entrar a la habitación el abuelo de Ana se sorprendió, su nieta se estaba muriendo, la escena frente a sus ojos sería difícil de olvidar. Su nieto estaba a horcadas sobre Ana, con un suero vía intravenosa en su brazo y realizando con todas sus fuerzas RCP, en ese momento no escucho las palabras que pronunció Manu.

¿Primos? (Manu Ríos)Место, где живут истории. Откройте их для себя