Epílogo.

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Después de aquel baile, las cosas fueron de maravilla para ambos chicos.

Miguel había conseguido un trabajo excelente en una oficina. A pesar de que su padre le había sugerido conseguirle uno en su empresa, el chico prefirió encontrar uno por si mismo. Su padre lo felicitó, pues a pesar de que su familia tenía dinero de sobra, Miguel quería ir por su propia cuenta, de forma independiente.

Por otro lado, a Rubén le ofrecieron un empleo en una empresa de videojuegos, algo que no dudó en aceptar. Su madre y padrastro estaban muy orgullosos de él, pues había conseguido el trabajo de sus sueños.

Alex, al igual que Rubén, le hicieron un llamado hacia esa empresa y Alex casi lloraba de la emoción por ello. Todo era mejor al tener a su amigo de toda la vida ahí. Y Abraham había heredado por su padre un local en el centro de la ciudad, el cual había convertido en un club, y el cual en poco tiempo se hizo el más popular de todo Madrid, haciendo que cada noche estuviese repleto de gente.

Miguel y Rubén continuaron sus trabajos hasta que Miguel le sugirió al noruego vivir juntos, y obviamente este no pudo negarse, le emocionaba tanto la idea.

Después de cuatro años, ambos ya estaban compartiendo un departamento en Madrid. Rubén se había llevado a sus dos gatos y el andaluz adoptó a uno más. Vivían felices en ese lugar, sin ningún tipo de problema.

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El castaño se removió en su cama, sintiendo como alguien se tiraba encima de él haciéndolo despertar de inmediato. Observó el reloj, eran las 8 de la mañana, y ese día no tenía trabajo. Cuando notó quien era el que se encontraba encima, frunció el ceño.

- ¿Alex?- El mencionado giró el rostro y rió abrazando a su mejor amigo, dejándolo sin habla.

- ¡Feliz cumpleaños, puto gordo!- Y entonces fue cuando Rubén se dio cuenta. Había olvidado su propio cumpleaños.

El noruego le agradeció y se levantó de cama, pero al abrir la puerta para salir de la habitación, se encontró junto a sus demás amigos. Celia, Irina, Abraham, Willy y su novio Samuel. También Frank y su novia Claudia y Luzu y Lana, aquellos chicos que habían conocido en una fiesta. Pero en ningún lugar estaba Mangel.

- ¡Feliz cumpleaños!- gritaron todos al unísono, y Rubén sonrió totalmente feliz, pues no esperaba encontrarse con nada parecido.

Era su cumpleaños número 24, y los chicos lo habían invitado a salir para comer algo, obviamente el no pudo negarse, pero le parecía extraño que su novio no se encontrará ahí. Incluso le preguntó a los chicos pero ellos no sabían nada de él. Por un momento se sintió triste, pero no dijo nada más.

La tarde la habían pasado totalmente ocupada, yendo a comer, a alguna feria que estaba en Madrid y sólo al parque a caminar. Rubén no era de hacer cosas extravagantes en sus cumpleaños, y sólo con eso se conformaba. No había logrado comunicarse con Miguel en todo el día.

Cuando regresó solo a casa, pensó en que tan ocupado podría estar Mangel para ni siquiera recibir una llamada suya, pero al abrir la puerta, todo eso se fue al caño.

El departamento estaba decorado con velas y luces que lo hacían ver romántico. En el piso había pétalos blancos que formaban un camino hasta el comedor, donde una deliciosa cena estaba servida y un Miguel se encontraba sirviendo unas copas de vino blanco para ambos.

- Al fin llegaste.- Dijo el andaluz acercándose hasta el noruego, quien sonrió y se abrazó con fuerza a él. - Perdón si no respondí las llamadas, estuve muy ocupado haciendo esto. Feliz cumpleaños, Rubén, cada vez te haces más viejo.- El mencionado le dio un golpe y este sólo rió, invitándolo a sentarse para que comenzarán con la cena.

- ¿Cómo se te ocurrió esto? Es precioso. - Llevó un bocado de ese suculento filete de res y casi gimió de felicidad al notar lo delicioso que estaba. Miguel se había esforzado demasiado. - Está delicioso, cariño.

- Lo estuve planeando por algunos meses.- Y eso dio fin a la conversación, dejando a un Rubén un poco intrigado. ¿Varios meses para organizar sólo un cumpleaños? Miguel era muy lento.

La noche pasó con ellos conversando sobre el trabajo, la familia, sus gatos y temas sin sentido, hasta que Miguel llamó la atención de Rubén, quien bebía de aquel delicioso vino blanco.

- En realidad... Planeé esto por meses no sólo por tu cumpleaños, ¿Sabes?- Rubén detuvo todo acto y observó fijamente a su novio. - He estado pensando que estos últimos años me has hecho la persona más feliz del mundo estando a mi lado. No puedo describir con palabras exactas todo lo que has hecho por mí, todo lo que me haces sentir y lo maravillosa que es la vida estando contigo. Desde que aceptaste ser mi novio yo no he podido dejar de pensar en alguien que no seas tú, sin miedo puedo decir que eres el amor de mi vida, y... no quiero estar con nadie más que no sea contigo. No quiero pasar mi vida sin Rubén Doblas, por eso... - Miguel se levantó de su asiento acercándose a un muy sorprendido noruego, quien estaba al borde de las lágrimas por tan hermosas palabras. De su bolsillo derecho sacó una pequeña y hermosa cajita de madera con algo grabado en ella, se arrodilló frente a él y la abrió dejando al descubierto un hermoso diamante con destellos color plata y verde. - ¿Me harías el honor de aceptar ser mi esposo? Rubén Doblas, ¿Te casarías conmigo?

Y fue ahí cuando el castaño se derrumbó y comenzó a llorar sin poder evitarlo. Largas lágrimas se escurrían por sus mejillas, observando aquel hermoso anillo que el amor de su vida tenía entre sus manos. Llevó una mano hasta su rostro para limpiar sus lágrimas, y se agachó junto a Miguel dejando un fuerte abrazo.

- P-Por supuesto que quiero casarme contigo, Miguel.- Fue suficiente para que el mencionada sonriera y correspondiera al abrazo. Con sus pulgares limpió las lágrimas de su ahora prometido, y tomó su mano derecha, colocando en el dedo anular aquel hermoso y caro anillo. - Te amo tanto.- Susurró Rubén sobre sus labios, y los unió en un significativo beso.

- Y yo te amo a ti. - Contestó Miguel, al haberse separado del beso y juntando su frente con la ajena. - Te amaré hasta el final de nuestros días. Siempre y para siempre.-

- Siempre y para siempre, mi amor.- Repitió Rubén.

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Epílogo cursi y cliché. Para quienes creyeron que no habría bodorrio. PUES SI LO HABRÁ❤.

Probablemente escriba después algunos extras, pero para esta historia ya hay un fin.

ESPERO LO HAYAN DISFRUTADO TANTO COMO YO. LAS AMO A TODAS❤.

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