Capítulo 3.

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Miguel estaba en su casillero como acostumbraba todas las mañanas. Las chicas que lo rodeaban a diario por suerte ya se habían ido, por lo que tenía su espacio personal para el mismo nuevamente.

Su mente solo ocupaba una cosa y eso era el juego al que Wismichu lo había metido. En un principio le había parecido divertido, pero pensandolo en frio y sin ningún cabreo en el cuerpo resultaba malísima idea, él no era de estar haciendo esas cosas, siempre había pensado que jugar con las personas era de capullos, a pesar de que el prácticamente "jugaba" también, pero en ese aspecto era diferente. Él dejaba en claro que no buscaba una relación duradera. La honestidad ante todo. Pero ¿Qué pasaba si el chico friki se enamoraba de él? No sería la primera vez que pasaba, pero aun así no quería hacerle eso a nadie. No después de haberlo sufrido en cuenta propia en el pasado.

Por otro lado el desistir daría victoria inmediata a Ismael y joder, no podría aceptarlo jamás. Un parguela como él le estaría ganando en algo tan sencillo y peor aún tendría que aceptarlo en público. Tendría que humillarse ante todos.

¡Ni de coña!

Bufó con fuerza y metió la cabeza en su casillero bastante rayado con el tema, pero un golpe en el hombro lo sobresaltó de sobre manera haciéndolo girarse y bufar de nuevo. Su amigo Abraham se encontraba ahí con el, se había ofrecido a ayudar en lo que fuese posible pues tambien odiaba a Wismichu, ademas el sabía de quien hablaban a diferencia de Miguel que no había escuchado de ese tal "Rubius" en su vida.

- ¿Estás listo, Miguel?- Preguntó el barbudo esbozando esa típica sonrisilla burlona en su rostro. En ese momento Miguel la odiaba por completo.

- Qué más da, hagámoslo.- No podría ser tan malo de todas maneras... ¿No?

Ambos se dirigieron hasta el patio de la universidad, para ser específicos donde se encontraba la fuente. Justo ahí estaban sentadas un par de personas, pero alguien ahí llamaba la atención. Un chico de cabello castaño claro, ojos verdes muy bonitos, que usaba una gorra y una sudadera de cuadros a colores, que además leía un cómic de Marvel. Cheeto le hizo una seña con los ojos y Miguel frunció el ceño, alejándose de su amigo y aproximándose a ese extraño, el cual al captar su presencia hizo el mismo gesto.

- Hey, ¿Qué tal?- Preguntó Miguel intentando ser lo más amable posible. El chico castaño le observaba, como no entendiendo porque le hablaba justo a él. - ¿Me puedo sentar?- El chico no se negó y se hizo un poco a un lado para dejarle el suficiente espacio.

- ¿Vienes a disculparte?- Fueron sus primeras palabras y Miguel no pudo haberse confundido mas. Tanto que su expresión lo dejaba notar, así que Rubius se apresuró a terminar. - Por lo de el golpe de ayer... Ya sabes, chocamos, mis libros y móvil cayeron al piso...- Y entonces ahí la mente de Miguel hizo un "Clic" recordando aquella escena vivida el día anterior.

- Hostia, ¡Es verdad! Eras tu.- Rubius quiso reír pero se contuvo, solo esbozando una ligera sonrisa en el rostro. Una sonrisa que a Miguel le pareció la más bonita del mundo. Pero eso no tenía por qué decírselo.

- Por lo visto no vienes a eso.- Rubius volvió a clavar la vista en el cómic como si Miguel no estuviese allí. Miguel desvió la vista a lo que leía, e hizo una mueca. No por que le disgustara que leyera comics, sino porque esa edición no era del todo su agrado.

- No exactamente, yo...- Intentaba buscar las palabras correctas. La vista del chico volvió a la suya como esperando su respuesta y eso a Miguel le ponía un poco nervioso, tanto que las palabras nunca venían a él. - Quería invitarte a salir... ¡Sí! Eso mismo.-

Le pareció gracioso el gesto que ahora Rubius tenia, como si no pudiera creer lo que le estaba diciendo. Tenía ganas de reír, pero quizás reír en ese momento no era lo mas conveniente, asi que simplemente espero a que este respondiera.

It's Just A Game ; RubelangelWhere stories live. Discover now