Capítulo 18 {Bestia}

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Los siguió sin incidente alguno. Era tarde y eran pocos los coches que circulaban por las calles.

La lujosa camioneta que los había recogido del restaurante al fin se detuvo. Leo repentinamente se percató en dónde lo había hecho. La sangre comenzó a martillarle los oídos tan fuerte que Leo sintió que le estallarían. Sus latidos y su respiración se desbocaron al verse estacionado frente al Hotel Capital M. La peor de sus pesadillas se había vuelto realidad.

Para Leo fue inevitable pensar que una vez fueron él y Carolina quienes se bajaron de su coche para adentrarse en los confines de una noche irrepetible. La tenía tan vívida que parecía haber sido ayer. Tampoco pudo evitar que la imagen de Carolina y de Daniel se sobrepusiera sobre ese inolvidable recuerdo. ¿Sería un hábito o una coincidencia que ella sugiriera este lugar? De momento ninguna respuesta lo tranquilizaría. Daría lo que fuera por tener un switch que pudiera apagar sus emociones. No sería del todo raro, un secreto a voces era que lo comparaban un robot. Calculador y carente de empatía. Siempre le gustó reírse con cinismo de aquello.

Con poca paciencia esperó a que descendieran del vehículo y desaparecieran por la imponente entrada.

¿A qué vendrían aquí si no era a lo que comúnmente se venía a un hotel, a este hotel en particular?, observó Leo con trazos de amargura. Además se trataba del dueño del hotel quien la acompañaba y la tomaba del brazo. A pesar del desfavorable panorama, permaneció dentro de su coche como si una fuerza invisible lo atara a su asiento. Leo descubrió que tenía un lado más . ¿Qué otra conclusión podría obtener? Necesitaba corroborar la evidencia para evitar conjeturas erróneas.

La pareja discutía amistosamente frente a la recepción, Carolina sacudía su cabeza y sus manos para negar lo que Daniel le ofrecía.

«¡Ella no quiere ir! ¿Eres tan pendejo que no lo puedes reconocer?» Estando a punto de intervenir, Daniel tomó la mano de Carolina y le besó el dorso antes de guiarla al banco de elevadores. De nuevo aprovechó para ponerle las manos encima a ella.

Leo al caminar cerca del mostrador, observó a la mujer detrás de éste. Si no se equivocaba era la misma mujer hermosa que lo atendió la última vez que estuvo ahí. Ella también lo reconoció porque su rostro reflejó una mueca entretenida que, segundos después, se convirtió en una de pánico al mirar a la pareja que se introducía en uno de los ascensores. Como si ella supiera cuáles eran sus intenciones y el inevitable desenlace, extrañamente la mujer no hizo el intento de detenerlo. Al contrario era como si lo retara a intentarlo.

Leo estaba parado frente a uno de los elevadores, esperando saber en cuál se detendría el que ocupó la pareja. Lo hizo en el piso diecinueve. Conocía el hotel a la perfección para saber que en ese piso había una sola habitación. La mejor del hotel. ¿A cuál otra podría llevarla si era Daniel Silva quien la acompañaba?

Durante media hora Leo esperó que alguno de ellos dos regresara al vestíbulo. No lograba conjurar la fuerza necesaria para pulsar el botón que llamaría a uno de los ascensores. Tampoco tenía idea de lo qué haría ni cuál era el propósito de seguirlos. ¿Qué podía hacer? ¿Interrumpirlos? A estas alturas ya no era dueño de sus actos. Actuaba guiándose por algo que iba más allá de sus imprudentes impulsos; por los instintos de una bestia salvaje. Unos que claramente lo conducían a su perdición.

Al final sucumbió. Requirió poco esfuerzo sacar a relucir su acechador interior que había estado nutriendo diariamente durante las últimas semanas. Aunque su obsesión era más bien del tipo de la famosa canción Every Breath You Take que del tipo de la película de "Atracción Fatal" debería darle vergüenza admitir que esa recién adquirida obsesión la encontraba fascinante y difícil de resistir. Todo lo que tenía que ver con Carolina era fascinante y difícil de resistir. Sabía que estaba en problemas.

Ahora, entonces y siempreWhere stories live. Discover now