-Dejad que se vaya.

Los cinco obedecieron, sonriendo a Rubén con maldad.

- Te has librado por los pelos.-dijo el rubio.

A la chica le entraron ganas de matar al joven que había dicho la última frase. David sonrió durante unos instantes mientras veía como ella le dedicaba una mirada asesina a su amigo. Luego se percató de como su expresión cambió al ver la cara de Rubén y su sucio cuerpo cubierto de polvo y sangre.

-¡Oh Dios mío!-se asustó ella al verlo.

David se giró hacia el chico al que ella se había comenzado a acercar.

-Eres un tío con suerte si ella se preocupa tanto por ti.-comentó.

Verónica se giró como si estuviese loco.

-Si a ti te hubiesen dado esta paliza créeme que también me preocuparía por ti...

David abrió los ojos asombrado, y por primera vez en mucho tiempo, no supo que contestar.

-Rubén mírame por favor, ¿cómo estás? -el chico no respondió, tan solo miraba el suelo.- Vámonos.

Los seis jóvenes la observaban detenidamente mientras ella pasaba uno de los brazos del chico por su espalda y le ayudaba a caminar. Rubén solo se dejaba llevar.

-No te hemos dado permiso para irte preciosa.- comentó sagaz un chico de ojos claros.- Sólo lo hemos dado para que se vaya tu amigo.

-Cierto.-corroboró otro, acercándose a la joven que los miraba horrorizada.

David contempló la situación desde un segundo plano durante unos segundos, preguntándose cómo sería la reacción de la joven. Él sonrió ante unos pequeños ojos azules abiertos de par en par. Divertido, comprobó como la chica lo miraba, pidiéndole ayuda. El apretó los dientes, sin saber bien el motivo por el que no quería hacerla sufrir con aquella situación, cuando a él mismo le encantaban esas situaciones. Ese era su mundo al fin y al cabo, poner a las personas nerviosas, llevarlas al límite, ser parte de la misma noche en la que se movía una y otra vez, sin parar.

-Dejad que se vaya.-pidió. O tal vez fuese más una orden que una petición.

Los cinco jóvenes lo miraron y asintieron. La chica se relajó y evitó mirarlo. Comenzó a caminar con Rubén agarrado a ella y se alejaron del grupo. Al pasar por al lado de David escuchó su voz gutural y profunda mientras volvía a sentir que se quemaba por dentro.

-Estoy totalmente seguro de que nos veremos otra vez, Verónica.

Ella le dirigió una mirada de soslayo mientras le daba vueltas la cabeza. Aquel nombre en aquellos labios le provocaba una sensación demasiado peligrosa.

-Espero no hacerlo.-murmulló, diciendo aquellas palabras que no sentía.

-Créeme que sí que lo haremos. Aún tienes algo que darme, y yo siempre consigo lo que quiero.

La palabra beso surcó la mente de la joven, que se puso aún más nerviosa. No obstante decidió guardar silencio ya que no era capaz de encontrar su propia voz. Caminaron lo más rápido que pudieron hasta llegar a los primeros callejones. Verónica no paraba de preguntarle a Rubén como estaba, pero él no respondía, tan sólo seguía caminando con la cabeza gacha y tambaleándose. La chica se sentía cada vez más confusa, no entendía absolutamente nada y sentía una impotencia enorme.

Por su parte, David observó como se alejaba. No iba a dejar que nadie la tocase. Nadie salvo él. Había algo en la chica que lograba llamar su atención de una forma en la que nunca antes nadie había hecho. Con algo que no sabía ni que era capaz de sentir.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Where stories live. Discover now