Capítulo 2

6.2K 396 155
                                    

- ¡MI VIDA VALE MIERDA! – dije furioso mientras regresaba corriendo a mi habitación – Ellos no me pueden seguir manipulando a su manera ¡ESTOY HARTO! – cerré con furia la puerta y le puse seguro.

- Ruggero, ¡abre la puerta inmediatamente! – dijo mi padre Bruno, con voz enojada – ¡Ábrela, maldita sea!

- Ni pienses que la voy abrir, no me pienso comprometer, mejor dicho, amarrar con alguien solo por una putas acciones – respondí mientras daba un golpe fuerte a la pared – esta vez llegaron muy lejos.

- Hijo ¡por favor, ábrenos! – dijo mi madre Antonella, mientras trataba de calmarnos a ambos.

Pero no hice caso, mis padres forcejeaban la perilla de la puerta tratándola de abrir pero fue inútil, aun así con las llaves, detrás de la puerta coloqué mi sillón de masaje para evitar que entraran. Yo solo me eche al suelo, tomando una botella entera de wiski, según yo para tratar de ahogar el momento, todo se resuelve con alcohol, ¡sépanlo!

El problema no era casarme, algún día lo tenía que hacer pero no ahora, no quiero, esto es absurdo.

Había pasado 1 hora y yo ya me había tomado dos botellas enteras de wiski, me sentía solo, necesitaba compañía, tomé el teléfono y marqué a Agustín, mi hermano del alma.

- ¿Ruggero? – se escuchó una voz al otro lado del teléfono

- Agus ¡mi hermano! – dije feliz.

- Hey! ¿está todo bien? – preguntó – te escucho drogado – se ríe.

- No pelotudo, droga no, alcohol si ¡salud! – me río – oye ¿a qué no sabes?

- No me digas que te operaste y te pusieron implantes – carcajeó.

- No pendejo – río también – eso te queda para ti cuando eres Agustina de noche, gatita fiera ¡miau!

- Jajajajajaja ¡qué hijo de puta que sos!

Empezamos a reírnos.

- Ya, ya, ya, dime que me tienes que decir - dijo un poco preocupado – por lo visto es algo fuerte.

- Así es Don Johnson, no más lágrimas – reí.

- No seas pendejo wey – se ríe – ya dime ¿qué te pasa?

- Me caso – me callé.

- ¿QUÉ? ES JODA ¿NO? – se puso serio

- Bueno, los incrédulos de mis padres, decidieron casarme con una zanahoria solo porque la bendita empresa está a punto de irse a la misma mierda – suspiré.

- ¿Una zanahoria? – preguntó confundido.

- Es colorada – respondí seco.

- Pelotudo – lanzó una risa.

- Imbécil - respondí

- ¿Me amas? – dijo en modo de joda

- Tanto que prefiero casarme contigo – dije riéndome a más no poder.

- Entonces, acepto – dijo afeminado

No podía evitar reír. Al igual que el abrazo de Nora, seguía sintiendo ese algo muy extraño dentro de mí cuando hablaba con Agustín. Mierda ¿qué iba a pasar conmigo?

- Agus, ¿dónde estás? – pregunté.

- En mi departamento, ¿por qué? – respondió.

- Voy para allá – dije mientras me paraba.

- ¿Qué al caso quieres cositas conmigo? – se rio.

- Ya déjate de pendejadas Agustín – volví a reír – Quiero tomar algunas cervezas con vos, para desahogar las penas, tu sabes.

- Jajajajajaja... ya está bien – suspira – voy a recogerte.

- No – respondí – yo me iré en mi auto.

- Ruggero estas borracho, ni se te ocurra subir al auto en ese estado – dijo serio – ya estoy yendo para allá.

- Tranquilo bro – lo traté de calmar – solo fue una pequeña botella de wiski, nada más, estoy bien.

- Pero...

- No te preocupes por mí – suspiré – guárdame unas cinco máximo, como tú sabes.

- No cometas una boludez Ruggero ¿okey? Te espero amigo.

Me dirigí a sacar el sofá de la puerta, estaba algo mareado y se me dificultaba caminar bien, con un poco de suerte capaz llego chocado al departamento de Agustín, me vale. Traté de salir lo más sigiloso de casa, ya llegando a la puerta me encontré a Nora la cual no estaba feliz de verme así.

Le explique que iba a casa de Agus pero ella insistía que me quedara, que no estaba bien, que debía dormir, era tarde, ¡bah! Eran las 2 de la madrugada, muy temprano. En un forcejeo hice que Nora callera al suelo, solo le atine a pedirle disculpas y salí directo al auto. A los lejos escuche los gritos de mis padres diciendo que me bajara del auto, pero fue en vano.

Emprendí mi rumbo, todo iba tranquilo, no había tráfico. Llegando a una esquina vi que detrás de mí venían varios autos de la policía.

- Ruggero por lo que más quieras, bájate del bendito auto – escuche gritar a Antonella desesperada – ¡BAJATE POR EL AMOR DE DIOS TE VAS A CHOCAR! ¡ESTÁS EBRIO!

- Joven Ruggero se le solicita urgente que detenga el auto – dijo un oficial a través del altavoz – de lo contrario tendrás consecuencias peores.

Intenté detenerme, pero a mi mente vino todo lo que había pasado esa noche y aquellas palabras que hacían que mi vida fuera una verdadera agonía. "Eres un bueno para nada", "Tú solo sirves para darnos problemas", "Tú harás lo que nosotros queramos quieras o no", "Vete, a nadie le importas", "Tú no vales nada".

Pisé el acelerador con toda mi fuerza, "Yo solo quiero tomar unas cervezas con mi amigo" alcancé a gritar por la ventana. Las sirenas comenzaron a sonar, esto ya era una persecución, manejaba sin control y mi vista por ratos se cegaba.

"Detente, ¡maldita sea! ¡Te vas a matar!", alcance escuchar a Bruno gritar por el altavoz de la patrulla. "¡Demonios! Me van alcanzar", giré con rapidez hacia un camino que estaba cerca de allí, seguí el rumbo y vi por el espejo como las patrullas se chocaban entre ellas mismas levemente. Pufs, de la que me salvé!", sonreí.

"¡Cuidado, vas a chocar! ¡FRENA!" escuche una voz gritar cerca de mí, "Mierda ¿qué fue eso?", le presté tanta atención a aquella voz que me olvidé de hacer lo que me dijo. Abrí mis ojos como plato, al frente mío había una enorme roca, sentí como unas manos me abrazaron fuertemente, al segundo un fuerte sonido se escuchó.

My angel hero Where stories live. Discover now