Capítulo 1

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RUGGERO

Era un día de lo más normal, estaba sentando escuchando música y viendo una revista donde había muchas mujeres, muy ardientes a decir verdad, era un pasatiempo nada más. De repente Nora, el ama de llaves y nana también, toca mi puerta; me hice el sordo, me daba pereza abrir además estaba tan concentrado en una linda mujer con vultuosa "personalidad". De tanta insistencia, Nora entra y se sorprende por lo que veía.

- Ruggero ¡por Dios santo! - exclama y me quita la revista - ¿qué significa esto?

- Nana - dije tranquilo - solo es una revista, relájate - le guiñe el ojo.

- ¿Una revista de mujeres semi desnudas y con poses sexuales? - pregunto alterada - mi niño esto son cosas del demonio ¿cuántas veces te lo tengo que repetir?

La mire y no pude contener la risa.

- Nana, nana, nana - me paro y la abrazo - no son cosas del demonio, solo son mujeres con cuerpos súper vultuosos - digo babeando mientras veía la portada - con grandes pechos y unos ricos traseros - reí.

- Ruggero - me miró molesta - ¡no seas un cerdo! - tomó la revista y la empezó a romper - estás castigado.

- ¿Solo por ver una revista nana? - dije agachando la cabeza - está bien. Pero luego no te quejes que me escape de la casa, eh!

Me lanzó una mirada fulminante, la hice enojar al parecer.

- Bueno ya, está bien - dije rodeando mis ojos y sentándome en la cama - solo estaba bromeando. Además solo era una simple revista, no le vi nada de malo.

- R u g g e r o - dijo en tono de llamado de atención.

- Ya me callo - lance un suspiro.

- Tienes 20 y ¡eres tremendo! - dijo mientras se acercaba a sentarme a mi lado, me puso su mano en mi mejilla - ¿te gusta verme enojar no?

- La verdad - dije pensativo - si - reí.

- Pues, a mí me gusta verte sonreír mi niño - me miro con dulzura - tienes una hermosa sonrisa al igual que... - pensó y continuo dudosa - tu madre.

La sonrisa se me fue de la cara cuando dijo eso.

- Nora, no empieces - me frustré - ¿qué es lo que querías? - respondí con tono tenso.

- Lo siento mi niño - agacho la cabeza - no quise hacerte sentir incómodo - suspira - tus padres te están esperando abajo.

- ¿Ahora que quieren? - rodé los ojos.

- No lo sé - hizo silencio - pero hay visitas en el living.

- Esto me huele a mal - dije cruzando los brazos - ahora ¿qué estupidez querrán que haga?

- Tienes que bajar, parece importante - sonrió.

Lancé un largo suspiro de incomodidad.

- ¡Qué me queda! - exclamé, la miré con ternura - deséame mucha pero mucha suerte nana - lancé una pequeña sonrisa.

- Mucho pero mucha buena suerte mi niño - me abrazó fuertemente por un minuto, sonrió y me dio un pequeño beso en mi mejilla.

- Adiós - me alejé de ella.

Mientras bajaba las escaleras, sentí una extraña sensación en mi cuerpo, el abrazo que Nora me había dado lo sentí como si...la fuera a ver por última vez, algo muy raro.

Como se habrán dado cuenta, Nora es más que una simple ama de llaves, era mi nana, la verdad la sentía como una madre para mí, desde que tengo memoria, ella siempre me ha cuidado como un hijo, ya que los ineptos de mis padres se la pasaban de viaje en viaje gracias a la empresa que la familia tiene desde años. Le agradezco por primera vez a la vida de que haya puesto a Nora en mi camino ya que sin ella estaría totalmente hundido en el olvido.

Al llegar al living, encontré a tanta gente equis, me importaba muy poco su visita. Estaba bien vestida; si no me fallaba la vista, vi a una chica de cabello colorado, alta, blanca, de buena delantera y trasera también, pero con solo examinarla en one me di cuenta que era hueca, "Mucho relleno para tan vacío cerebro" - me dije, no eran de mi tipo, solo eran para una noche y nada más. La experiencia, me acosté con tantas chicas que me hicieron experto en examinar a la gente con solo mirarla, increíble ¿no?

- ¡Hijo! - dijeron mis padres a la vez cuando me vieron.

- Hola - respondí seco - ¿Que quieren?

Mi padre, Bruno, me lanzó una mirada fulminante. Me daba igual si me miraba mal.

- Respondan - dije cruzando los brazos - ¿qué es lo que quieren?

Todos me miraron.

- Ruggero ¡mi vida! - mi madre Antonella rompió el silencio - vení que te presento a los Molfese, la familia más adinerada de todo Buenos Aires.

- Un gusto - sonreí falsamente, sin dar la mano, marque mi distancia - Antonella, ¿qué hacen ellos aquí?

- De eso queríamos hablar - dijo Mauricio Molfese - para eso estamos aquí reunidos - lanzó una sonrisa enorme.

- Pues - dije - que esperan, me aburren.

- ¡Ruggero es suficiente! - gritó Bruno - ¡compórtate maldita sea!

- ¡OBLIGAME BRUNO! - respondí exaltado.

Los Molfese podían apreciar el show, sin decir nada.

- ¡Se pueden comportar los dos! - exclamo Antonella avergonzada - les recuerdo que hay visita y que tenemos que hablar del acuerdo.

- ¿De qué acuerdo estás hablando Antonella? - pregunté confundido

- De tu nueva vida a dentro de una semana - dijo Bruno con una sonrisa malévola.

- Si se trata de que los Molfese me quieren adoptar como un hijo más - dije retándolo - por mí no hay problema, con tal de largarme de esta casa de MIEEER...!!!

- ¡RUGGERO! - gritó Nora - ¡Esas palabras mi niño!

Me calmé.

- Al parecer - dijo la señora Lara - está de acuerdo en pertenecer a nuestra familia - sonrió.

- Lo de hace rato era joda señora - retrocedí.

La verdad no entendía ni mierda, me están confundiendo.

- Ruggero - dijo Mauricio - vení, te presento a Candelaria - se acercó la pelirroja - ella es mi hija, ¿no es hermosa?

- He visto mejores - la examiné - igual es linda.

- Eh...¿gracias? - respondió la colorada.

- No te ofendas, es la verdad - sonreí falsamente.

- Bueno, vamos al punto - dijo Bruno - Ruggero, nuestra empresa está perdiendo millones por los ineptos inversionistas de dos países de afuera.

- ¿Y? - dije seco - ¿Qué tengo que ver yo aquí? De la empresa te encargas vos y mi madre, así que la culpa son de ustedes.

- Sin rodeos - dijo Bruno - te vas a casar con la señorita Candelaria para que nuestras empresas trabajen juntas y así poder recuperar todo el dinero perdido.

Pero ¿qué carajos? No me pienso casar con una verdura, creí haber visto todo lo que son capaz de hacer mis padres pero esto es demasiado, me niego a casarme.

- ¡WOW TRANQUILO VIEJO! - fue lo primero que salió de mi boca - tú estás bien estás bien equivocado si piensas que me voy a casar con esto - la señale.

- Me estás ofendiendo - dijo la colorada exaltada - ¡Papá!

- Prefiero casarme con un árbol que con una persona que acabo de conocer - crucé los brazos.

- Bueno - me miró Bruno - dile a ese árbol que tú no decides con quien debes estar o no, para eso estamos nosotros tus padres - lanzó una sonrisa victoriosa - además no te gastes dando explicaciones tontas, los papeles están firmados, tú y la señorita Candelaria se casan dentro de una semana, está decidido. Sólo te veníamos a comunicarte la noticia.

Me quedé perplejo, sin poder decir nada. Esto había pasado los pocos límites que les tenía a los incompetentes de mis padres. Mientras me estaba ahogando en mis pensamientos, escuche que querían tomarse una foto; los miré con cara de desprecio y la primera reacción que tuve fue de lanzar la cámara fotográfica al piso, quedo hecha trizas.

My angel hero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora