Capítulo 14

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Sentía su corazón latir al mil por hora. Sentía como sus piernas parecían volverse de gelatina que la hacían querer caer. Eso no le importaba. Corría sosteniendo la mano de aquella que se volvió su sincera amiga. Corría para garantizarle a ella unos momentos más de libertad, pues estaba segura que las cosas no iban a terminar allí y tarde o temprano, si los Códigos no se unían a Hiro, él acabaría con ellos para encargarse de la conquista de Lykanna.

Estando cerca de aquel pueblo que abandonó años atrás la hizo sentir diferente. Algo la llamaba más ahí que en Karkya. La voz de Hiro no parecía interrumpir los pensamientos de Laura.

Estaba tan cerca pero a la vez tan lejos del amor. Su interior se negaba a sentir de nuevo aquello que Hiro, utilizando a Ghrim, había eliminado de ella.

Sin embargo, nuevamente el rostro de aquel niño con el que compartía noches en silencio viendo a la luna, con quien podía sentirse plena en momentos de quietud y silencio. Ganon, su nombre se repetía infinitas veces en su cabeza mientras continuaba corriendo hacia aquel pueblo donde esperaba poderlo encontrar. De alguna manera tendría que verlo de frente, y si él no la mataba por lo que ella le hizo a su hermano, no sabía realmente qué podría suceder.

Solamente podía sentir como de sus ojos brotaban un par de lágrimas, que por correr tan rápido, se trasladaban a sus sienes. 

—Ganon... —murmuró esperando que Nayra no la escuchara. Aún le era complicado entender cómo solamente él podía traer de vuelta aquellos sentimientos.

Nayra corría con pesar, sintiendo cada vez más dolor debido a las heridas de la noche anterior. Su cabeza daba vueltas al continuar escuchando la voz de Hiro, que se hacía cada vez más intensa.

Volverás a mí. Y cuando suceda, Lykanna no recibirá piedad.

No callaba.

Imagino cómo te sentirás cuando te obligue a asesinar a tu hermana gemela con la misma furia con la que hice que Laura matara al pequeño hermano de aquel imbécil que ahora invade sus pensamientos... No, miento, imagino cómo te sentirás cuando te haga ver como asesino a Ghrim de la manera más despiadada posible. Si tu hermana realmente te hubiese interesado desde un principio, jamás hubieses deseado todo lo malo que le sucedió, tampoco hubieses partido de su lado.

Seguía sin callar.

Puedes huir de mí, incluso puedes esconderte, pero no vas a callar mi voz. Tarde o temprano volverás a decepcionar a tus seres queridos gracias a mí y será Kanna quien te destroce, no yo.

Procuró no ponerle atención al resto, aunque la palabra más dolorosa no pudiese ser ignorada. "Traidora", repetía Hiro una y otra vez.

Los pasos de ambas se aproximaron al amplio campo de Lykanna, desde donde se podía ver la casa de Mykael Barlow y sobre la colina, el Templo de los Dioses. Sin dudarlo corrieron hacia la colina, intentando escalar por una parte en la que nadie las pudiera ver. Era de día y seguramente, si tomaban el camino normal, algún aldeano las hubiese notado y hubiese corrido a notificarlo al duque de Lykanna, algo que Nayra y Laura sabían que Hiro haría, pero intentaban ignorar para no entrar en pánico.

No tardaron mucho en subir la colina, donde el Templo de los Dioses les pareció mucho más grande a ambas de lo que pudieran recordar. Notaron que las puertas estaban entreabiertas y esperaban que, quien fuera que estuviera dentro, no fuera el duque de Lykanna, sino los Guardianes del Elemento, los elegidos de la diosa Kanna.

—Tenemos que entrar, Nayra. Debes reencontrarte con tu familia y quedarte en un lugar en el que estés segura. —comentó Laura, aún tomando la mano de su amiga. —Yo no estoy segura de entrar, así que deberías entrar sola y yo volveré. —agregó agachando la mirada, teniendo en mente el rostro del joven por el cual no quería tomar las fuerzas suficientes para entrar al templo.

No se sentía digna ni de estar en aquel lugar.

—Tienes que venir. No me permitiré que sigas renunciando a ti misma al renunciar a Ganon. Sé que Ghrim y Hiro te lastimaron, y que Lowe y tú solo pueden compartir noches, pero no sentimientos, pero eso no quiere decir que renuncies a lo que alguna vez te hizo feliz.

—No quiero lastimar a nadie de nuevo, Nayra... —dijo antes de suspirar. —Yo le arrebaté lo único que él tenía. No merezco entrar ahí cuando he hecho tantas cosas malas en nombre de Hiro, a pesar de que es él quien me ha lastimado por tanto tiempo. Ya no quiero lastimar a nadie, Nayra, por eso debo volver.

—Si vuelves será lo mismo, tarde o temprano lastimarás a alguien más... al igual que si te quedas. —dijo Nayra, manteniendo sujeta la mano de Laura. —Si no te arriesgas, perderás la oportunidad de ganar algo bueno.

Laura mantuvo su mirada clavada en el suelo y negó con la cabeza repetidas veces, hasta que por fin, levantó la mirada para clavarla en la de Nayra.

—Esa noche pude sentir como mi corazón se rompía. Creo más que culpo a Hiro y Ghrim por ya no sentir nada, pero en realidad es todo lo contrario, ellos se volvieron mi refugio para ocultar que lo que me rompió el corazón fue haber visto la mirada de Ganon esa noche, cómo maté a su hermano y cómo le quité un ojo. Culpo a Hiro y Ghrim para no culparme a mí misma por destruir mis sentimientos en el momento en el que destruí la vida del único al que he amado.

Nayra estaba segura que era la primera vez que sintió palabras completamente sinceras de parte de Laura. Y en verdad la entendía. Ella también culpaba a Hiro por haber lastimado a sus hermanos, por haber traicionado a Kanna, aquella que confió en ella con completa sinceridad para luego ser traicionada de la peor manera. Eran tan similares y de eso estaba completamente segura.

—Sé que si lo hablan lo pueden arreglar... Él tiene demasiado perdón en su corazón. —respondió la hija menor de Farora.

—¿Para la asesina de su hermano? —preguntó Laura llevando su mirada al amplio campo de Lykanna. —No, Nayra. No hay perdón para alguien como yo. Nunca lo habrá.

La castaña mantenía sujeta la mano de Laura, mientras que tenía la mirada fija en la puerta entreabierta del Templo de los Dioses. Sentía la necesidad de correr junto a su amiga a aquel lugar. En verdad quería hacerlo.

Si los Guardianes estaban ahí, sabía que Laura podría reencontrarse con Ganon y creer en verdad que podría obtener el perdón. Tenía el impulso de correr, pero no sabía si debía dar un paso hacia aquella puerta. Solamente estaba pensando en su amiga y no en ella, alguien que traicionó a su familia y a la diosa que le concedió aquellos poderes elementales. Traicionó a sus hermanos, traicionó a Kanna.

Llevó su mirada a la casa en la que vivió toda su vida, la casa en la que escuchaba resonar los gritos de su madre ante el abuso de su padre, la casa en la que Lowe irrumpió para matar a Farora y Ghrim irrumpió para hablarle a ella.

Nuevamente volvía a pensar en Ghrim y su bienestar. ¿Estaría vivo aún? Sí... podía sentirlo vivo aún. ¿Estaría bien? No... no estaba segura.

Volveré por ti, Nayra. —escuchó nuevamente la voz de Hiro.

—Y yo volveré por Ghrim, Hiro, y aunque no te guste, traeré de vuelta a su verdadero ser. —respondió en su propio pensamiento, llevando nuevamente la mirada al templo.

Laura la miraba fijamente y por impulso, llevó su mirada al templo de igual manera, justo cuando una voz dulce sonó en su cabeza.

Entra... hay suficiente perdón para ti allí dentro, Laura. 

Jamás había escuchado algo así, sabía que no era la voz de Hiro, pero por un momento temió de ella. Respiró profundamente, soltó la mano de Nayra y caminó hacia las puertas del templo, derramando lágrimas inconscientemente. Nayra caminó detrás de ella, y cuando Laura posó su mano en la puerta, Nayra lo hizo igual. Las empujaron y vieron en el interior de aquel lugar, junto con la llama del centro encendida, a los Guardianes y los Celadores de frente hacia la puerta.

En medio de ellos, había una mujer que ni Nayra ni Laura habían visto en su vida. Rubia, alta, con una hermosa sonrisa y ojos hechizantes.

Y a pesar de no conocerla, supieron de inmediato quién era. Se desplomaron de rodillas y ambas comenzaron a llorar.

Si había una manera de salvar a Ghrim, Lowe, Alaia y a toda Lykanna, era con ella.

Sueños entre flores marchitasWhere stories live. Discover now