Prefacio

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Una única pluma azul sobre un vasto campo completamente deshabitado. 

Solamente una pluma azul.

Solamente eso pudo darle vida a toda una población.

Solamente una pluma azul.

Millones de leyendas se han contado sobre la misma. Muchos dicen que la diosa Gargya fue quien depositó la pluma sobre la tierra para que una raza devota a ella y al resto de dioses surgiera de la misma. Otros sostienen la idea que la diosa Myrna fue quien dejó aquella pluma por los mismos propósitos. El resto prefiere mantener una versión discreta y aceptar cualquier realidad, sabiendo que sobre la gran tierra de Lykanna, una de las diosas depositó aquella pluma, dando inicio a una próspera población.

La diosa que eligió poner aquella pluma azul sobre Lykanna, tenía por nombre Kanna.

La diosa del coraje, Kanna, escogió un selecto grupo de siete habitantes que pudiesen controlar los elementos y sus variaciones para la protección de aquella tierra. Aquellos siete habitantes vivirían como cualquier otro, pero sostendrían un enorme secreto para cualquiera de sus cercanos. Cada uno de ellos sería destinado a purificar su alma en el gran templo de los dioses al cumplir los diecisiete años. Serían nombrados como Guardianes del Elemento.

Cada Guardián del Elemento tendría un rango, y cuando uno de ellos falleciera, alguien más en Lykanna tomaría su lugar.

Kanna no erró en escoger a sus guerreros y guardianes, aunque ellos llegasen a pensar que sí.

Cada guardián descubriría sus capacidades al cumplir los cinco años.

Y aunque la historia dijera que solamente habrían siete Guardianes por momento, la mismísima Kanna negaría aquello. Eso, cuando decidió escoger a los cuatro hijos del duque de Lykanna.

Lyanna... Cataline... Brenn... Nayra...

Sueños entre flores marchitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora