Capítulo 9

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Los días se hacían cada vez más largos para los Guardianes. Lentamente, uno a uno se veían afectados por la voz que los llamaba a formar parte de la desgracia. Lentamente, uno a uno empezaban a sentirse desesperados y no había mayor auxilio que ellos pudieran encontrar.

Cada segundo, uno parecía más vulnerable que el segundo anterior. Aunque no lo quisieran, se veían consumidos en el enorme abismo de la leve locura que Hiro quería contagiarles a todos ellos. Así como lo había logrado con Ghrim, Lowe, Nayra, Alaia y Laura, sabía perfectamente que lentamente haría caer a uno de los eslabones de los Guardianes, los fieles servidores de Kanna.

Era su venganza.

Algunas veces, permitía que todos los Guardianes escucharan exactamente lo mismo. Eso, con el fin de atormentarlos y hacerlos sentir débiles para ganar tiempo y él hacerse cada vez más fuerte. No consideraba que faltara mucho tiempo para que él nuevamente tuviera sus fuerzas habituales. Cuando eso sucediera, estaba seguro de que tomaría a los necesarios para estar junto a él, y todo aquel que se negara, fuese Código o Guardián, estaría en su contra.

Algunos parecían manejar mejor la situación. Lyanna lentamente se había acostumbrado a ello y había logrado calmarse y, con ello, saberlo controlar aunque sea un poco. Con ello, se mantenía al cuidado del resto, estaba segura que debía mantenerlos a todos en sus cabales. Al ayudarlos así, sentía que les retribuía todo aquello que hicieron por ella los días en los que comenzó todo.

Sentía que era su culpa que la voz ahora los persiguiera a todos.

Para la mayoría de Guardianes, la voz no venía con frecuencia. Los molestaba por ratos pero no lograba ser algo extremadamente frustrante. Sin embargo, para Ganon, la voz no cesaba las palabras que lentamente le penetraban el corazón. Le lastimaban los sentimientos que se negó a tener luego de que Laura le arrebatara la vida a su hermano y a él, un ojo.

En esos momentos, las palabras de la más joven de todos de cierto modo, amortiguaban los golpes que las palabras crueles de aquella voz decían. Sus palabras sanaban un poco su corazón. Estaba seguro de haber encontrado un enorme apoyo en ella. Aunque en ese momento no estuviese con todas sus capacidades y fuerzas, estaba dispuesto a cuidarla con su vida como a una hermana.

Sin embargo, la voz de Hiro no lo dejaba en paz. Y para su desgracia, no paraba de hablarle de Laura.

—Estoy harto... —mencionó el líder mientras se encontraba sentado en el borde de su cama, con Roushe al lado y Lyanna sentada frente a él.

—Podría ser peor. —respondió la joven de los cabellos grises mientras miraba con suma preocupación a Ganon. Parecía en verdad que no podía con ello. Pero no debía rendirse ante los deseos de quien solo quería ver todo hundirse.

—¿Hasta cuándo, Lyanna? —preguntó y antes de permitir que ella respondiese, habló nuevamente. —Se mete a mis más profundos pensamientos y sabe perfectamente lo que me incomoda. Y eso es exactamente lo que usa para derrumbarme de una manera tan fácil. Me siento patético y ahora soy tan inútil que no puedo ayudarlos a ustedes. Tú estás haciendo lo que yo debería hacer. 

—Y lo hago porque ustedes hicieron mucho por mí. También porque he logrado controlarlo. Cuando me pasa, también se mete a mis más profundos pensamientos, e incluso conoce mis sentimientos y es exactamente con lo que me ataca. —respondió con seguridad mientras veía como Ganon sostenía su rostro con sus manos. Temía que estuviese sucediendo en ese momento. Evidentemente, eso era lo que estaba pasando.

Ella ya no conoce lo que es el amor. Y tú no vas a negar que parte de ti la odia por lo que te hizo. ¿No es así, Ganon?

—... Mierda. —musitó el líder, aunque Lyanna pudiese escucharlo.

Sueños entre flores marchitasWhere stories live. Discover now