Capítulo 10

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Todos en Karkya ocultaban grandes secretos. Unos más que otros. Algunos secretos eran tan íntimos que solamente el silencio lo sabía. Otros cuántos secretos eran compartidos, y algunos lamentaban en demasía que fuese así. Sin embargo, nadie ocultaba mejor sus secretos que el propio Hiro. Podía soportar cualquier tortura a la que los Códigos, seres inferiores a él, lo sometieran. 

Él estaba seguro que Ghrim aún no se dominaba por completo. Lo sabía porque, como lo hacía con todo aquel con quien quisiera, dominaba sus pensamientos y se adentraba a la parte más profunda de ellos.

Una enorme parte de sí conocía los más íntimos secretos de todos y realmente gozaba de la dicha de poderlos hacer desesperar con proyectar su voz en la mente de cada uno.

Todo eso tenía un propósito único. Realmente necesitaba hacerlos sentir débiles para empezar a cumplir sus planes. Todo era parte de una venganza a la diosa que creó Lykanna. La iba a atacar en su punto más débil. Haría colapsar a los Guardianes del Elemento y también a los Códigos, que a pesar de la traición, seguían estando bajo su amparo. Kanna no podía olvidarse de aquellos a quienes alguna vez tuvo bajo su cuidado.

Sin embargo, de todos aquellos que podía atormentar, adoraba poderlo hacer con Ganon Krum, la propia Nayra Barlow y alguien que, a sus ojos, era suya y de nadie más; Laura Carryel.

Dentro del Templo Oscuro, Nayra se negaba a salir de su habitación. La noche anterior, no había podido dormir debido a la voz de Hiro que empezaba a sonar en su cabeza. Ghrim lo había notado y optó por nuevamente desquitarse con aquel hombre. No iba a permitir que atormentara a la chica que, aunque no lo admitiera y aún así lo fingiera, le estaba haciendo un cambio desde dentro. Le era inevitable, le recordaba a Farora, tal vez la única a la que él en verdad amó.

Nayra no podía soportar aquellas voces en su cabeza y se negaba a salir de su habitación, no creía correcto desquitarse con Hiro como lo hacían Lowe y Ghrim, pero quería hacerlo, en su interior en verdad lo deseaba.

Tienes muchas dudas, ¿no es así? Búscame. Te aseguro que todas las respuestas las tengo yo.

La castaña dio vueltas en su cama sintiendo como un dolor intenso de cabeza venía. Se sentía harta de escucharlo, pero sabía perfectamente que él no iba a detenerse hasta conseguir lo que quería. También sabía que cada vez sería más intenso.

No sabía cuánto iba a poder resistir.

Quieres saber qué pasó con Laura, ¿verdad? Yo estoy completamente dispuesto a contarte todo lo que desees saber. Ella no va a decírtelo, y mucho menos lo harán los dos usurpadores.

Respiró con pesar mientras se sentaba al borde de su cama y apoyaba sus codos en sus muslos, sosteniendo su rostro entre sus manos. Empezó a llorar. Estaba verdaderamente frustrada. Tarde o temprano, él iba a controlarla por completo. Cuando eso sucediera, no sabía qué le esperaría.

No tienes que llorar, pequeña. Solamente debes buscarme. Déjame borrar tus preocupaciones.

—Basta... —pidió ella en un susurro, mientras sus lágrimas continuaban saliendo. —Detente.

Ven a mí. No niegues que me necesitas ahora.

—No voy a traicionar a Ghrim, él confía en mí. —repitió Nayra llorando con más pesar.

Nayra... Ghrim no te dice toda la verdad... Tienes que venir a mí.

Sin saber muy bien qué hacer en ese momento, Nayra pensó en la posibilidad de escuchar las palabras de Hiro. ¿A qué se podría referir cuando le dijo que Ghrim no le decía toda la verdad?

Sueños entre flores marchitasWhere stories live. Discover now