Capítulo 13

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Nayra despertó con un horrendo ardor en la piel. La noche no había sido buena para ella. No podía moverse, no podía siquiera respirar sin que le doliera. Se negaba a ver las marcas que, evidentemente, habían quedado en su cuerpo. 

No lo entendía, por un momento parecía que la felicidad que habitaba en lo más profundo de Ghrim estaba por salir. Sin embargo, de un momento a otro, aquella sonrisa sincera, cambió a un gesto lleno de odio que ella simplemente no pudo explicar. La apartó bruscamente y el infierno comenzó. 

No supo cuánto tiempo tardó Ghrim es lastimarla hasta en los lugares más irrelevantes de su cuerpo, solamente podía quedarse sintiendo aquel dolor, sintiendo como su piel se quemaba, escuchando en su mente el grito de su madre.

Ella sí recordaba los maltratos que su padre daba a Farora, ella los recordaba perfectamente. Supuso que esa era una de las razones por las cuales decidió marcharse a Karkya, donde no pudiese estar cerca de él, donde ya no tuviera miedo. El miedo en Karkya se lo implantó Ghrim, bajo las órdenes de Hiro.

Recordó la noche en la que se despertó casi a la medianoche al escuchar unos gritos que provenían de la habitación de sus padres. Nayra y Lyanna acababan de cumplir cuatro años. Lyanna dormía tan tranquila que ella no quiso despertarla. 

Salió de su habitación en completo silencio y quiso averiguar a qué se debían aquellos gritos. La puerta de la habitación de sus padres estaba entreabierta. Para que ellos no se percataran de su presencia, procuró no mover la puerta. Se quedó ahí, mirando como su padre golpeaba a su madre. Jamás se hubiese imaginado que él fuese así. Farora lloraba, gritaba y por instinto pedía ayuda. Mykael la golpeaba, gritaba con furia y la zarandeaba como si fuera un objeto.

Nayra estaba horrorizada y corrió a su habitación, fingiendo a la mañana siguiente que no había visto nada, aunque no pudiese ver a su padre de la misma manera.

Notó cómo al abrazar a su madre, ésta soltaba un quejido.

Tenía un gran rencor contra su padre, y lo culpaba por la manera en la que ella se convirtió.

Sentir aquel ardor en su piel la hizo recordar la manera en la que su madre volvía distante luego de una noche de gritos, la hizo pensar que el amor no llegaría a ella, así lo rogara de rodillas.

Tal vez debía renunciar a sus sentimientos, como Alaia, Ghrim, Lowe y Laura. Tal vez debía ayudar a Hiro.

Pudo notar que Ghrim estaba sentado al borde de la cama, aún con dolor, se volteó hacia él, quien le daba la espalda, pero notó los quejidos que ella dio al roce de las sábanas y al acomodar de nuevo su cuerpo en la cama. Si no se equivocaba, podría decir que él estaba llorando. No esperaba que él dijera algo, pero lo hizo.

—No quiero que Hiro me domine, lucho conmigo mismo para que no lo haga. Pero, Nayra, su voz me hace enfurecer, y luego me grita que te lastime. No puedo soportarlo. No pude impedir que tu padre la lastimara. —soltó un sollozo y continuó. —Año tras año y ella sufría. Yo simplemente no pude hacer nada. Tú no mereces vivir en la misma tragedia que ella vivió, y a pesar de eso, por más que intente amarte como lo mereces, te lastimo con cada una de mis acciones. —concluyó, y sin más, aún para sorpresa de Nayra, se echó a llorar.

—Sé que no lo haces por simplemente querer hacerlo, pero me duele. No sé lo difícil que pueda ser negarte a lo que él quiere que hagas, pero simplemente trato de comprender las razones por las que me lastimas aún sin querer hacerlo. —musitó ella, sintiendo un gran dolor al hablar.

—Nayra, tú me estás salvando. Y eso es lo que a Hiro no le gusta. —respondió.

—Te salvaré aún a precio de mi propia vida. No me importa los caminos que tenga que recorrer, si debo huir o si debo quedarme, así tenga que luchar o no. No entiendo cómo me has hecho sentir que vale la pena volver por ti. Y eso haré, aunque llueva, tiemble o relampaguee, así Hiro quiera o no que esté contigo, así le parezca o no que trate de recuperar el amor que hay en ti, volveré a ti cuanto sea necesario.

Sueños entre flores marchitasWhere stories live. Discover now