Capítulo 12

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Lyanna sentía su corazón palpitar demasiado rápido que, incluso sabiendo que solo estaba soñando, temía que se le saliera del pecho en la realidad.

Le era imposible despertar, pues se encontraba sin poder comprender lo que sucedía y sentía que debía permanecer en el sueño el mayor tiempo posible. Era exactamente lo que planeaba hacer, a pesar de que sabía que, tarde o temprano, factores externos a su sueño iban a terminar intentando hacerla despertar.

Empezaba a verse perturbada por sentimientos que sabía que eran ajenos a los suyos, sentimientos que estaba segura que le pertenecían a Nayra.

Podía ver hacia el cielo mientras por su piel, sentía el recorrer de unas manos que de alguna manera la trataban con cuidado. Manos cálidas. El tacto parecía tranquilo pero no la hacía tranquilizar a ella. Y lo peor de todo, lo que culminó con su intranquilidad fue escuchar de nuevo aquella voz, aquella de la que estuvo salvando a los Guardianes.

Ella tiene otros planes. Tal vez ahora no lo parezca, pero pronto ni ella misma se va a reconocer. Y mientras ella planea el final de la felicidad que tienes, tú seguirás soñando entre millones de flores marchitas, junto con la vida marchita de aquellos a los que tratas de salvar de mí.

—Cállate ya... —pidió ella un tanto desesperada, mientras comenzaba a sentir golpes en su piel, esperando que eso no fuera lo que Nayra estaba sintiendo en ese momento.

Sintió un ardor en la piel y se sentó. Pudo notar como evidentemente, se encontraba soñando en un amplio campo de flores marchitas. A su alrededor, el resto de Guardianes, junto con los Celadores, parecían agonizar en silencio. Lo peor de todo era que Lyanna no podía hacer absolutamente nada, solamente podía verlos mientras ellos simplemente parecían sufrir de una manera terrible y en completo silencio.

Ya sabes la historia, Lyanna. Puede que parte de ti aún piense que las cosas son perfectas, pero así como Farora sufrió a manos de Mykael por muchos años, justo ahora Nayra lo hace a manos de alguien que finge amor por ella, como tu padre lo hizo por tu madre.

—Deja de mentir. Mi padre amaba a mi madre. —gritó mientras agitaba su cabeza.

Aquella voz rió de manera macabra, tanto que hizo que la joven se estremeciera. Cada vez parecía que soltaba peores verdades.

Es lo que él quiere que todos los Guardianes piensen, es lo que él ha querido que sus hijos piensen. Pero eso no es verdad. Parte de tu mente ha bloqueado aquellos recuerdos en los que al fondo de aquella enorme casa, podías escuchar los gritos de odio de tu padre y los gritos de dolor de tu madre. 

Lyanna negaba con la cabeza. No quería pensar que aquella voz tenía razón, pero vaya que empezaba a creerlo. Estaba segura que habían partes de sus recuerdos que por alguna razón, ya no podía recordar. Comprendía que Hiro no iba a mentirle, pues conocía sus más profundos pensamientos y recuerdos. Eso era exactamente lo que utilizaba para atacarla cada vez que tenía la oportunidad.

Fue entonces cuando el ardor de su piel aumentó y sentía como si dos personas estuviesen golpeándola a muerte. No podía distinguir lo que había sentido Farora de lo que suponía que sentía Nayra.

Evidentemente, en aquella habitación del Templo Oscuro de Karkya, Nayra parecía sufrir las consecuencias de intentar sacar al verdadero Ghrim de aquel oscuro ser que se veía completamente dominado por la maldad que Hiro deseaba que él tuviera.

Lyanna escuchaba los gritos de dolor de Farora combinados con el llanto desconsolado de su gemela.

Debía despertar, aunque en ese momento no sabía cómo hacerlo. Esperaba que aquellos gritos que soltaba al escuchar el sufrimiento de su madre y su hermana pudiesen proyectarse en la realidad. A la vez, temía despertar y ver a su padre. Luego de descubrir la verdad que en algún momento se le ocultó, sabía que no iba a verlo con los mismos ojos, aunque parte suya aún no quisiera creerlo.

No supo cuánto tiempo pasó gritando, pero finalmente, su sueño entre flores marchitas cesó. Brenn y Cataline se encontraban al borde de la cama de la chica intentando saber qué era aquello que perturbaba su mente para ese momento.

Ya había amanecido, y aún despierta, podía escuchar a lo lejos los gritos de Farora y Nayra.

El resto de Guardianes entró deprisa a aquella habitación, donde Lyanna abrazaba a Brenn con fuerzas intentando calmar su llanto.

—¿Qué ha sucedido ahora? —preguntó Ganon, acuclillándose al lado de la cama de Lyanna. La chica pudo notar la preocupación en su rostro. Después de todo, sabía que podía verlo como un amigo.

—Él de nuevo, ahora ha sido peor. —respondió la chica entre bastantes sollozos.

Kemin notó algo en los brazos de Lyanna e hizo que ella se separara del abrazo que compartía con su hermano mayor.

—¿Qué te ha pasado en los brazos, Lyanna? —cuestionó tomando ambas manos de la chica con delicadeza, para hacer que ella y el resto llevaran su mirada instantáneamente a sus brazos.

Todos estaban verdaderamente preocupados.

—No lo sé. —contestó llorando de nuevo al notar enormes moretones en sus brazos, incluida una herida que parecía hecha con un alfiler caliente que escribía "traidora".

Para ese momento, Ganon estaba seguro de lo que estaba mirando. Antes de que Mykael Barlow llegase a la habitación de su hija, se levantó y cerró la puerta con llave, para luego volver hacia donde el extenso grupo se encontraba.

—No es la primera vez que he visto eso. —comentó señalando aquella herida con sangre coagulada en el brazo de Lyanna.

—¿A qué te refieres? —interrogó Janus.

Ganon le dio una mirada fría a Freya y ella asintió. Luego, aclaró su garganta y se dispuso a hablar.

—El duque nunca ha sido alguien honesto. Y aunque parezca que lo es y que su corazón está lleno de bondad, simplemente es una máscara.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Brenn con un tono molesto.

—Mi padre es el mejor hombre de Lykanna... —dijo Cataline negando con la cabeza.

Lyanna guardaba silencio, pues con las palabras de Freya y Ganon, sabía que lo dicho por Hiro no era ninguna mentira o casualidad. 

Nuevamente, las palabras de Hiro volvían a invadir su mente. Lo extraño para ella fue que, conforme él le hablaba, ella lo repetía hacia el resto de Guardianes.

Mykael Barlow es el reflejo mismo de maldad que el propio Hades quiso reflejar en este mundo. No es casualidad que sus cuatro hijos fueran llamados a ser parte de las fuerzas de Kanna. Pero ella falló. Le encargó la vida de sus cuatro guerreros a una mujer que iba a amar más de lo que sentía que podía vivir. Y ciegamente por amor permitió que su esposo la hiciera sufrir por años, porque sospechaba de un amorío suyo con uno de los que ahora se encuentran en Karkya. Farora jamás iba a poder hacer nada. Y tarde o temprano, dejaría de ser el eslabón débil. Así fue como Lowe la consumió en aquella llama mientras el duque de Lykanna observaba detenidamente, para luego fingir y contar otra historia al resto del mundo. Ya hay una Barlow en Lykanna, y los otros tres no tardan en aparecer aquí, para el regocijo de alguien que amará ver como los regalos preciados de la diosa se evaporan en el aire.

Cuando terminó de decirlo, se lanzó a llorar al comprender la magnitud de las palabras que acababa de decir. Brenn y Cataline estaban atónitos. Sabían que no eran palabras de Lyanna, y una parte de sus mentes empezaba a proyectar un grito desgarrador.

Lyanna buscó auxilio en los brazos de Kemin, pues él notó que algo se había quebrantado en ella y se acercó a su auxilio.

Ya algo estaba cambiando para todos en Lykanna, mientras que Hiro se negaba a dejar que Nayra cumpliera con la meta que tenía de hacer volver a Ghrim a la realidad.

Bajo el Templo Oscuro de Karkya, Hiro estaba tomando fuerzas para hacer que todos los posibles estuviesen de su lado. Ya había empezado a torturar mentalmente a Ghrim, con lo que logró que él torturara físicamente a alguien a quien, aunque no lo admitiera, empezaba a amar.

Solo hay dos bandos. Conmigo o contra mí. Y Kanna, tú estás contra mí...

Sueños entre flores marchitasWhere stories live. Discover now