Abrí la puerta y el entró con cierta cautela, cerrando la puerta detrás de él.

–¿De qué quieres hablar?

Pregunté cruzando los brazos frente a mí.

–No lo sé, simplemente quiero hablar contigo.

–¿De qué?

Insistí

–¡No se Sophie! Convénceme, pídeme que no me case, por favor

Me tomo de las manos, mirándome con esperanza.

–Yo no puedo decirte que no te cases, no puedo hacer eso

Se acercó a mí, en el pequeño espacio del baño lo sentía tan cerca que lo único que quería hacer era besarlo. Podía escuchar el sonido de mi corazón latiendo con fuerza, pero al mismo tiempo alentándose, si bien hubiese puesto más atención a este, es probable que hubiese sido capaz de escribir toda una sinfonía que describiría a la perfección lo que sentía estando tan cerca de Tom en aquellos momentos, tal vez, si hubiese sido otro momento, otra situación, hubiese sido la primera vez que estaría bien segura de lo que sentía simplemente por escuchar el sonido de mi corazón... pero no, la situación no era así.

–El padre de Elizabeth quiere que nos casemos en una semana.

Sentí mis manos entumecerse ante la noticia.

–Pero yo no quiero, no me importa mi familia, ni su empresa, yo no quiero casarme

Me sentí mal por él, no pude evitar abrazarlo para tranquilizarlo

–Tom, yo no puedo decirte que hacer, si no quisieras casarte lo hubieras negociado desde un principio, no puedes darme todo ese peso, no puedo elegir por ti, lo siento.

Recargó su cabeza en mi hombro, abrazándome de la cintura.

–Lo sé, pero tenía la esperanza de que tú me lo pidieras.

Estuvimos abrazados en silencio durante unos cuantos minutos, pero sabía que debíamos salir de ahí antes de que alguien de verdad tuviera una emergencia y quisiera entrar.

–Tom...

–No Sophie, espera por favor.

Le di una palmadita en la espalda.

–Tom, alguien...

–¡Huye conmigo! ¡Ahora, salgamos de aquí tú y yo!

–No, no puedo irme solo así Tom, tengo que estar aquí, hay alguien que...

–No, no tenemos por qué estar aquí, ya paso la ceremonia, nadie notará que nos fuimos por favor.

Sus ojos estaban llenos de súplica y mi boca de negación.

No podía aceptar irme con él, si en su mirada veía más una necesidad de huir y no de estar conmigo.

–Tom, está esperándome alguien allá afuera.

–A tu hermano no va a importarle si te vas conmigo, te aseguro que a Lucy tampoco

Mordí mi labio, tomando el valor necesario para volver a negarme, cuando alguien tocó en la puerta haciéndonos saltar a los dos.

–Sophie, ¿estás aquí?

Los ojos de Tom se abrieron con mucha fuerza y me miro directamente a los ojos.

–¿Ese es...?

Desvié la mirada un tanto avergonzada. Tom me soltó, soltó mis manos como si estas quemaran, abrió la puerta con brusquedad encontrándose con el rostro sorprendido de Michael.

Sentí mi corazón latir con mucha fuerza para luego detenerse, la sinfonía en mi corazón había terminado oficialmente, mientras que ellos se veían cara cara, cerrando los puños.

–¿Qué diablos estás haciendo aquí?

Preguntó Tom, acercándose cada vez más a Michael.

–Es obvio que estoy aquí con Sophie

Tom se acercó aún más a Michael, mis manos comenzaron a sudar y decidí que ya era hora de intervenir para detenerlos.

–Tom, cariño, aquí estas, he estado buscándote desde la ceremonia.

Sentí mi corazón caer hasta mis pies, la sinfonía que había sonado antes en mi corazón no hacía más que convertirse en una melodía completamente triste.

Era ella, era Elizabeth, igual de hermosa que en las fotografías, de pie frente a mí.

El rostro de Tom también cambió, miro a Elizabeth a los ojos y después me miro a mí, pero yo no quería verlo ni siquiera un poco.

Tome a Michael del brazo y me di la vuelta, ya había terminado de hablar con él durante mucho tiempo.

Camine tomada del brazo de Michael, pero aun sintiendo la mirada de Tom sobre mi espalda, no sabía si quería llorar, en realidad sentía que no era esa la sensación que me invadía el cuerpo. Era algo nuevo, más determinante que la decepción y la tristeza juntas, nunca me habían roto el corazón pero comencé a sospechar que aquella era la manera en la que debía de sentirse.

Michael acarició mi mano, yo lo había invitado, en la última semana no habíamos dejado de hablar y estaba ahí como mi amigo, había accedido a ser mi apoyo moral durante la celebración y ahora lo agradecía más que nunca.

Nos sentamos en una mesa, y Michael puso un vaso con whisky en mi mano con mucha más rapidez de la que me hubiese imaginado. Quería desaparecer, desaparecer de Londres, del país, del continente o del mundo entero.

Si le hubiese pedido a Tom que no se casara era probable que no lo hubiese hecho, que huiríamos juntos sin tener un destino fijo, pero juntos al final. Pero lo que me molestaba era aquello de tener que pedírselo, pedirle que no se casara y que se quedara conmigo, ¿cuál era la diferencia en que el tomará la decisión de hacerlo por voluntad propia para estar conmigo? ¿Dónde estaba esa decisión de luchar por estar a mi lado?

Le di un largo sorbo al vaso con whisky hasta terminarme el contenido, sacudí los hombros sintiendo el ardor del alcohol cayendo por mi garganta. Levanté la mirada que se había quedado clavada en mis zapatos color gris, encontré la mirada de Michael y esta fue lo suficiente para que me soltase a llorar sin consuelo alguno. Podía sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo, y había un calor extraño que me hacía sentir reconfortada en aquellos momentos, acomodé mi cabeza en su cuello y abrí los ojos poco a poco, notando a Tom en una mesa a la distancia mirándome fijamente con Elizabeth recargada en su hombro.

–Tal vez ahora no me creas.

Murmuró Michael cerca de mi oído.

–Pero todo esto pasará, y tú sobrevivirás, no tienes que volver a ver atrás, levantar la cabeza y caminaras con fuerza hacia tu futuro. Sin un hombre que jale de tus tobillos para llevarte por un camino que no quieras caminar. Tú mereces superar esto.

Limpió las lágrimas de mis mejillas y me dio un beso en la frente.

–Tienes razón.

Respondí en voz baja. Me limpié la nariz y levanté la cabeza, ignorando la mirada de Tom, a pesar de sentirla como una bala en mi frente, tome mi pequeña bolsita y busque entre mis cosas, hasta que finalmente encontré mi celular.

–¿A quién vas a llamar?

Michael lucía confundido. Lo mire directamente a los ojos y le di un pequeño beso en los labios.

–A París, me voy a París.

Respondí mirando a Tom una última vez antes de tomar la mano de Michael y salir huyendo de ahí. 

Love Song.Where stories live. Discover now