Capítulo 9.

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Entré al auto sintiéndome más nerviosa de lo normal, no solamente iría a cenar con él sino que también le pediría que fuera al estúpido baile conmigo, después de lo que había hecho Michael un rato antes no me sentía con la confianza suficiente para poder invitarlo a algo como aquello.

–¿Estás bien Soph? Estás muy callada.

–Sí, lo siento es que estoy algo cansada debido al ensayo.

–Te entiendo, aunque pensé que tendría que esperarte hasta las dos de la mañana o algo así.

–¿De verdad? Oh Tom lo siento muchísimo, no deberías, tú mereces descansar...

Sonrió sin dejar de mirar el camino frente a él.

–Merezco pasar mi velada con una hermosa chica. Eso sí que lo merezco.

¿Hablaba de mí? ¿De qué planeta habían traído a este hombre?

Intenté concentrarme en la oscuridad que crecía fuera de la ventana, los árboles a nuestro alrededor que se veían un tanto distorsionados cuando el auto pasaba a un lado de ellos, la manera en la que el viento frío cubría el vidrio a mi lado y la sensación de movimiento suave que el auto ofrecía mientras se movía, intentaba concentrarme en cualquier otra cosa que no fuese la necesidad tan grande que me crecía en la boca por besarlo de nuevo. ¿Si me acercaba a él lo aceptaría? ¿O se alejaría tan rápido que tendría que arrojarme del auto en movimiento para ahorrarme la pena del rechazo?

Una luz roja nos alcanzó de pronto y sin pensármelo dos veces, o mejor dicho antes de arrepentirme de cualquier cosa, desabroché el cinturón de seguridad y busqué sus labios como si no fuese la primera vez que hacía algo como aquello.

Lo tomé desprevenido aquello era seguro, sus labios no se movieron en cuanto los míos lo tocaron, pero en cuanto se dio cuenta de que lo que estaba buscando era un beso, se movieron con una agilidad que me provoca una furiosa pelea de mariposas en la boca del estómago, podía comparar aquella sensación de ser besada con una experiencia como aquella, simplemente con una sensación de caída, aquella adrenalina que te hace meter las manos cuando estás a punto de caer al suelo, me provoco a mí mover las manos hasta detrás de su cabeza.

–¡Eh, MUEVETE!

Gritó un auto detrás de nosotros que no dejaba de sonar el claxon.

Tom me miro con una sonrisa llena de satisfacción en el rostro, una sonrisa que me hizo sonreír a mí también y acomodarme en mi asiento con el temor de que las mariposas en mi estómago fuesen tan reales que me hicieran flotar dentro del auto.

La sensación de mariposas era tan grande dentro de mí que ni siquiera me di cuenta de que ya habíamos aparcado. El auto se detuvo frente a un enorme edificio, no me había dado cuenta e que habíamos entrado en una de las zonas más lujosas de la ciudad, mis ojos se abrieron más de lo debido, buscando un restaurante. Tom me abrió la puerta ayudándome a salir.

–Tom. ¿En dónde estamos?

Me tomó de la mano, sacó unas llaves del bolsillo de su pantalón.

–Estamos en mi casa.

¿Su casa? Las mariposas se vieron reemplazadas por un enorme hoyo negro que parecía succionar todo hasta su interior, los nervios en mí se volvieron tan grandes que temí Tom se diera cuenta de que mi mano comenzaba a derretirse dentro de la suya. Su casa, eso significaba que seguramente querría estar conmigo, mi inexperiencia gritaba histérica para que saliera corriendo de ahí.

–Yo no sé, si esto... este bien Tom, no, yo nunca he estado en la casa de otro hombre.

Murmuré mientras subíamos las escaleras, él se detuvo frente a mí y se dio la vuelta sin soltarme la mano.

Love Song.Where stories live. Discover now