Pudo imaginar a su madre sentada en su sofá de la sala, rodando los ojos.

- Boston, Massachusetts, es el lugar donde viven mis padres. Tus abuelos - explicó rápidamente -. Con ellos vivirás cuando vayas a Estados Unidos el próximo año. Asistirás a la mejor escuela de la zona, Sturgis Charter Public School, la misma a la que asisten tus primos. Y uncle Tom dijo que te dejará trabajar en su oficina part-time.

- Ya, ya - la detuvo -. Eomma, cuando te entusiasmas empiezas a mezclar el coreano con el inglés y hablas demasiado rápido así que apenas puedo entenderte.

- Cuando llegues de tus vacaciones, me encargaré de que practiques tu inglés todos los días aquí en casa para que puedas estar preparada - continuó ella, sin prestarle atención. Lo cual era usual. - ¡Debería ir de compras! Boston es una ciudad muy fría así que te conseguiré abrigos nuevos y bufandas y gorros y guantes...

- Eomma...

- Tal vez todavía tengan la hermosa chaqueta puffer de Louis Vuitton en la tienda.

- ¡Eomma!

- Paris, no es necesario que grites. Estoy escuchándote.

Se llevó los dedos al puente de la nariz, sintiendo el comienzo de un dolor de cabeza.

- Eomma, tenemos tiempo para discutir todo lo que quieras una vez que regrese a Seúl en cuatro semanas, así que ¿podrías no hablar de esto ahora?

- Al ass eo - aceptó para su sorpresa, aunque no tardó en agregar: -. Lamento querer comentarte acerca de mi familia pero supongo que no es de tu interés saber de ellos.

- Eso no es cierto, yo sólo-

- Llámame cuando tengas deseos de hablar conmigo, entonces.

Antes de permitirle decir una palabra, su madre cortó la llamada y provocó que el dolor de cabeza se intensificara aún más. ¿Por qué debía ser así? Sabía que su progenitora y ella no compartían cosas en común aparte de algunas facciones en el rostro, pero ¿por qué les era tan difícil comunicarse como cualquier relación madre e hija normal? Siempre le había resultado un misterio. ¿Eran todas las relaciones familiares así? ¿Estaría ella obligada a tener la misma cuando tuviese una hija? Ni siquiera podía imaginarse una situación como esa. ¿Sería capaz de arruinar cada momento feliz que su hija tuviese para hacerla sentir miserable? Se conocía, sabía que en ocasiones exageraba al respecto, pero desde que tenía memoria, su madre había acostumbrado a ponerla triste cuando algo interesante ocurría en su vida. Incluso cuando era una niña y aprendió a leer, Christina no dudó un segundo en decirle que ya era hora porque sus demás compañeros del jardín de infantes habían aprendido meses atrás. O cuando un niño en su clase le dijo que le gustaba y ella estaba tan emocionada que su madre la mandó a su habitación. Aunque no puedo culparla, después de todo estaba inventando las voces de las verduras durante la cena, recordó. Y también, junto con cientos de otros, estaba el de días atrás cuando llegó a casa feliz de haber salido primera en la lista de estudiantes y su madre sólo la felicitó como si nada y anunció que cenarían con su padre. ¿Qué clase de padre coreano de esa época actuaba de esa manera con tal noticia? No podía sorprenderse de su padre ya que se trataba de un hombre ocupado pero había tenido la mínima esperanza de que al menos ella se entusiasmara por ello.

- Te ves triste - la despertó la voz de Seok Jin al colocar una mano en su hombro e inclinarse para quedar a la altura de su rostro -. ¿Quieres un pastelillo?

- Ye - asintió con un puchero -. Por favor.

- ¿Quieres más café también?

- Eres un ángel - murmuró, entregándole la taza vacía.

The one that got away [Yoon Gi - BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora